En el corazón de una vibrante ciudad, un centro cultural. Fundado por Claudia Romero, Martínez y Laura Gutiérrez, el centro ha transformado la vida de muchos. Sin embargo, la paz y el éxito del centro se ven abruptamente interrumpidos por un incendio devastador que arrasa gran parte de sus instalaciones.La revelación de que el fuego fue intencional añade una capa de traición a la tragedia.
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En la Sombra del Último Movimiento
Capítulo 6: En la Sombra del Último Movimiento
La noche en la ciudad estaba en calma, pero debajo de la superficie, la tensión era palpable. El trabajo en la comisaría no se detuvo; Claudia Romero y el capitán Javier Martínez estaban revisando los últimos informes de vigilancia y tratando de ajustar su estrategia para capturar a Alejandro Salazar antes de que pudiera atacar nuevamente.
Laura Gutiérrez, aún perturbada por la reciente visita del supuesto experto en antigüedades, no podía sacudirse la sensación de inquietud. Aunque el análisis de su colección había sido exhaustivo y no parecía haber ninguna anomalía evidente, el sentimiento persistía. Decidió que lo mejor era descansar y se retiró a su habitación, esperando que la noche le trajera algo de paz.
Mientras tanto, Alejandro Salazar estaba en su apartamento, revisando sus planes con meticulosidad. Había observado a Laura y a otras víctimas potenciales, y sabía que la policía estaba cada vez más cerca de descubrir sus intenciones. La medalla que había colocado en la colección de Laura era parte de un plan más amplio, un truco diseñado para confundir y desviar la atención de las autoridades.
Alejandro tenía una nueva pieza en su juego: una carta que había preparado con cuidado. En ella, había escrito un mensaje críptico dirigido a la policía, insinuando que el siguiente objetivo estaba cerca. La carta estaba diseñada para sembrar el caos y el miedo, y Alejandro planeaba dejarla en un lugar que estuviera justo en el centro de la investigación.
Se preparó para salir y se dirigió hacia una estación de tren cercana, un lugar que conocía bien por sus horas de vigilia y la falta de vigilancia constante. Alejandro se movió entre las sombras, asegurándose de no dejar rastro mientras colocaba la carta en un compartimiento de la estación, con la esperanza de que fuera encontrada por la mañana.
A primera hora de la mañana, la estación de tren se convirtió en el centro de atención cuando un trabajador de mantenimiento encontró la carta. El mensaje era claro, aunque enigmático:
"La danza continúa. El siguiente paso es el eco de una despedida. Busquen donde la luz se encuentra con la oscuridad."
La policía recibió la noticia con urgencia. Claudia y Martínez estaban en la estación de tren revisando la carta y tratando de descifrar el mensaje críptico.
—Esto no tiene sentido —dijo Martínez, frunciendo el ceño—. ¿Qué podría significar “el eco de una despedida”?
—Podría ser una pista sobre el lugar del próximo ataque —sugirió Claudia—. Necesitamos buscar en lugares que se ajusten a la descripción de “donde la luz se encuentra con la oscuridad”. Puede ser un lugar que tenga una mezcla de luz y sombra, algo que esté relacionado con la despedida o el final.
Claudia y Martínez comenzaron a hacer llamadas para coordinar la búsqueda de posibles lugares que coincidieran con la descripción. Mientras tanto, Alejandro estaba de vuelta en su apartamento, observando las noticias y esperando ver cómo la policía respondía a su mensaje.
La tarde avanzó y la policía estaba en movimiento. Claudia había identificado varios lugares que podrían encajar con la pista dada en la carta. Entre ellos estaba una antigua biblioteca en las afueras de la ciudad, conocida por su arquitectura que combinaba grandes ventanales y áreas de sombra, y una capilla desactivada en el centro histórico, que también se ajustaba a la descripción.
Laura Gutiérrez, aún preocupada, decidió regresar al estudio de su galería para revisar la colección una vez más. Mientras estaba allí, sintió que alguien la observaba. La inquietud que había sentido la noche anterior había regresado con fuerza. Laura revisó la vitrina y notó algo extraño: un pequeño objeto que no estaba allí antes.
En un rincón oculto de la vitrina, había un pequeño frasco con un líquido rojo. Era evidente que no pertenecía a la colección, y Laura lo recogió con manos temblorosas. Decidió que lo mejor era llamar a la policía.
Mientras tanto, en la comisaría, Claudia y Martínez estaban recibiendo la llamada de Laura. La policía se dirigió rápidamente al estudio de la galería para investigar el frasco y cualquier otra posible pista.
—Laura, ¿dónde encontraste este frasco? —preguntó Claudia, examinando el objeto con cuidado.
—En la vitrina, en un rincón —respondió Laura—. No estaba allí antes. Estoy preocupada por lo que pueda significar.
Claudia y Martínez revisaron el frasco, notando que parecía contener un líquido viscoso de color rojo. No había etiquetas ni marcas que pudieran identificarlo. Sin embargo, era una nueva pista que podría estar relacionada con el asesino.
