La historia explora el poder del amor y el arte como medios para enfrentar el dolor y la pérdida, destacando la importancia de aferrarse a aquellos que amamos en los momentos más oscuros.
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Capítulo 12: Nuevos Comienzos
El reloj en la pared del estudio de David marcaba las dos de la madrugada, pero el sueño estaba lejos de alcanzarlo. La conversación que había tenido con Lucas esa noche seguía dando vueltas en su mente, como una película proyectada una y otra vez. Había algo profundamente transformador en la manera en que se habían abierto el uno al otro, compartiendo sus secretos más oscuros. No podía negar que, aunque la conversación había sido difícil, había aliviado una parte del peso que ambos llevaban.
David se levantó de su escritorio, donde había estado trabajando en un boceto, y se acercó a la ventana. Desde allí, podía ver las calles desiertas de la ciudad, bañadas por la luz tenue de las farolas. La quietud de la noche tenía un efecto calmante, y por un momento, se permitió simplemente respirar, disfrutar de la tranquilidad que lo rodeaba.
Pero su mente no tardó en regresar a Lucas. Después de todo lo que habían compartido, sentía que su relación había cruzado un umbral importante. Ya no eran solo amigos que se apoyaban mutuamente; había algo más, una conexión más profunda, un entendimiento mutuo que trascendía las palabras. Sin embargo, aún quedaban tantas incógnitas, tantas preguntas sin respuesta.
El sonido de su teléfono vibrando sobre la mesa lo sacó de sus pensamientos. Miró la pantalla y vio que era un mensaje de Lucas. Su corazón dio un pequeño vuelco al ver el nombre, y rápidamente desbloqueó el teléfono para leer el mensaje.
“¿Estás despierto? No puedo dejar de pensar en lo que hablamos. ¿Podemos vernos mañana?”
David sonrió al leer el mensaje. Era reconfortante saber que Lucas también estaba pensando en él, que compartían la misma inquietud y necesidad de continuar la conversación. Rápidamente respondió:
“Sí, estoy despierto. Me encantaría verte mañana. ¿En tu lugar o en el mío?”
No pasó mucho tiempo antes de que llegara la respuesta.
“En el mío, si no te importa. Hay algo que quiero mostrarte.”
David sintió una mezcla de curiosidad y anticipación al leer esas palabras. No tenía idea de qué podría ser, pero estaba dispuesto a descubrirlo. Respondió con un simple “Nos vemos mañana” antes de dejar el teléfono a un lado y volver a mirar por la ventana. Ahora había una chispa de emoción en su interior, algo que lo hacía sentir vivo, como si estuviera al borde de algo nuevo y emocionante.
A la mañana siguiente, David se despertó temprano, demasiado ansioso como para quedarse en la cama. Después de un desayuno ligero y una ducha rápida, se dirigió al apartamento de Lucas, sintiendo que el camino habitual hasta allí le tomaba más tiempo que nunca. Cuando finalmente llegó, se encontró con Lucas esperándolo en la puerta, con una sonrisa que parecía ocultar un pequeño secreto.
“Buenos días,” dijo Lucas, su voz llena de una calidez que hizo que el corazón de David latiera un poco más rápido.
“Buenos días,” respondió David, devolviéndole la sonrisa. “¿Qué es lo que quieres mostrarme?”
Lucas rió suavemente y lo tomó de la mano, llevándolo al interior del apartamento. “Espera un poco. Quiero que sea una sorpresa.”
David siguió a Lucas, intrigado. El apartamento de Lucas siempre había sido un lugar acogedor, lleno de libros, fotos y pequeños recuerdos que contaban su historia. Pero hoy había algo diferente. Una energía, una vibración en el aire que David no podía identificar del todo.
Lucas lo condujo hasta una habitación que David no había visto antes. Era pequeña y parecía más un estudio improvisado que una habitación propiamente dicha. Lo que más llamó la atención de David fue el caballete que estaba en el centro de la habitación, con un lienzo cubierto por una sábana blanca.
“Desde que nos conocimos, he estado pensando en cómo podría expresar lo que siento, lo que hemos compartido,” dijo Lucas, con un tono que combinaba nerviosismo y determinación. “Y pensé que quizás podría intentar hacer lo que tú haces. Expresarlo a través del arte.”
David sintió un nudo formarse en su garganta. No esperaba que Lucas tomara ese camino, pero al mismo tiempo, sentía una profunda emoción al saber que lo había inspirado de esa manera.
Lucas caminó hacia el caballete y, con un movimiento suave, retiró la sábana que cubría el lienzo. David contuvo el aliento al ver lo que estaba ante él. La pintura no era perfecta, pero había una crudeza, una honestidad en ella que lo conmovió profundamente. Representaba dos figuras humanas, de pie en un paisaje oscuro y nebuloso, con la luz apenas visible al fondo. Las figuras estaban unidas por las manos, como si se estuvieran guiando mutuamente a través de la oscuridad.
“Es lo que siento cuando estoy contigo,” dijo Lucas, con la voz ligeramente temblorosa. “Siento que, aunque el mundo a veces parece un lugar oscuro y aterrador, contigo hay siempre una luz, una esperanza. Quise plasmar eso, pero no sabía si lograría transmitirlo correctamente.”
David estaba sin palabras. Se acercó al lienzo, admirando cada trazo, cada detalle que Lucas había puesto en la obra. Había algo increíblemente personal en la pintura, algo que hablaba directamente a su corazón.
“Lucas… es hermoso,” dijo finalmente, sintiendo que las palabras no eran suficientes para expresar lo que estaba sintiendo. “Has capturado exactamente lo que significa nuestra relación para mí. Es… perfecto.”
Lucas sonrió, claramente aliviado por la reacción de David. “Me alegra que te guste. Quería hacer algo que pudiera mostrarte lo mucho que significas para mí, y esto fue lo único que se me ocurrió.”
David dio un paso hacia Lucas, tomándolo de las manos. “Has hecho más que eso. Has creado algo que es una extensión de ti, de nosotros. Y eso es lo más hermoso que alguien podría hacer.”
Por un momento, se quedaron en silencio, simplemente mirándose, sintiendo la conexión que había crecido entre ellos desde aquella primera conversación en el parque. No había necesidad de más palabras. Todo lo que necesitaban decirse estaba allí, en el lienzo, en los colores y formas que Lucas había elegido para expresar lo que sentía.
Finalmente, David se acercó y abrazó a Lucas con fuerza, sintiendo que en ese momento, todo encajaba. Había encontrado a alguien que no solo entendía su dolor, sino que también estaba dispuesto a compartirlo, a cargar con él, y a transformarlo en algo bello. Y eso era algo que nunca había imaginado posible.