Fernando es un padre soltero de 32 años con un hijo adolescente, se ha adaptado muy bien a su vida y tiene mucha confianza con su hijo que está en sus 15 años, pero un día se cruza en su camino un bonito chico de solo 18 años llamado Santiago, quien amenaza con poner todo su mundo de cabeza, y pese a ser un hombre maduro y saber lo que quiere para su vida, Fernando se deja llevar por la tentación.
Esta también es la historia de Alejandro, un chico de 15 años que ha vivido toda la vida con su padre y a quien aún le pesa la ausencia de su madre, un chico de carácter fuerte, sin pelos en la lengua, sobreprotector con aquellos que quiere y el peor enemigo para quienes ve como una amenaza.
No, a Alejandro no le gusta que ese chico de apenas 18 años esté tan cerca de su padre, como tampoco tolera la forma en que su padre ha comenzado a mirarlo.
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24. Demasiado pronto
—Es todo un milagro que hayas aceptado salir conmigo un fin de semana.
—Te dije que las cosas iban a comenzar a cambiar. —Gustavo le brindó una sincera mirada a su rubio novio y juntos entraron a un nuevo almacén de ropa. El mayor le había pedido el favor de que le acompañase a comprar un par de cosas y como novio, amigo y amante de las compras, Gustavo no tuvo problema en aceptar la invitación. Jhosep era su primer novio de verdad, ya que las chicas con las que antes había salido no contaban, ellas solo fueron la fachada perfecta para ocultar su inclinación sexual. Con Jhosep había algo real, él le llenaba de emoción y le arrancaba sinceras sonrisas con cada ocurrencia, con él no debía fingir que le gustaba, porque de verdad le interesaba, era un gran chico, un excelente novio.
Pero —porque siempre había peros—, Alejandro no salía de su mente, y tener que rechazar una invitación de su mejor amigo para poder estar con Jhosep, era ante sus ojos un sacrificio enorme, pero el solo hecho de haber podido hacerlo significaba un gran paso en su vida. El lejano día en que solo viese a Alejandro como lo que era "su mejor a migo", estaba próximo a llegar.
—Mira esta chaqueta —Gustavo se acercó al alto rubio con una prenda de cuero de diseño novedoso y elegante.
—Es hermosa.
—¿Te gusta? —preguntó Gustavo ensanchando su sonrisa, como siempre, había atinado en elegir lo mejor de lo mejor.
—Deberías medírtela.
—Pero es más fácil que te la midas tú.
—¿Por qué?, si es para ti.
Gustavo detalló la chaqueta y luego sonrió incrédulo. —No puedo aceptarla.
—¿Por qué no? Te la está regalando tu novio, no deberías rechazar mis obsequios. —El moreno sonrió levemente, luego se puso la prenda y se acercó a uno de los espejos del almacén, era una gran chaqueta, con detalles sofisticados pero no demasiado formales, era original, única, era su estilo—. Te ves muy bien con ella.
—¿Tú crees?
—No lo creo, estoy seguro —Jhosep le guiñó un ojo justo antes de recorrerle con la mirada y un extraño escalofrío recorrió su cuerpo por completo. Él nunca se había sentido así de deseado por alguien, y Jhosep no disimulaba ni un poquito en demostrarle cuánto le gustaba, todo era nuevo para él, pero Gustavo no quería mostrase tan novato ante los ojos del mayor así que de vez en cuando le seguía el juego tratando de ocultar su timidez.
—¿Ahora adónde vamos?
—A mi casa.
Gustavo le ayudó a cargar las bolsas y subió al auto junto a él. Había prometido no manipular su celular mientras estuviesen juntos y eso sí que le estaba costando, más allá de que fuese un adicto a las redes sociales, temía encontrar montones de mensajes de un Alejandro decepcionado, porque él estaba haciendo justo lo que había prometido no hacer "poner a su novio sobre él".
—Tú casa es muy grande, pero se ve silenciosa.
—Mis padres están en Canadá, así que prácticamente estaré viviendo solo por estos días.
—¿Cuándo regresan?
—En dos meses.
—¿No te da miedo dormir aquí solito?
—A veces. —Jhosep sonó bastante sincero—. Pero tú vendrás a acompañarme de vez en cuando, ¿cierto?
—Claro —Gustavo asintió tímidamente y con el corazón latiendo a mil por hora se sentó en un sofá junto a su rubio novio—, no hay problema.
—Te pediría que te quedaras esta noche. —Jhosep usó un tono de voz bajo y seductor y lentamente fue acercando su rostro al suyo—. Pero sé que es demasiado pronto, aunque podríamos...
—Sí, es demasiado pronto. —Gustavo le interrumpió y luego sonrió para no delatar su gran nerviosismo. El moreno era inocente pero no estúpido, y sabía que si Jhosep le invitaba a pasar la noche con él no era para solo "dormir juntitos".
—¿Te estoy poniendo nervioso?
—No, no, no, en lo absoluto —Gustavo apretó sus labios y comenzó a mover sus manos erróneamente. Era un mal mentiroso, y la burlona, pero extremadamente linda sonrisa de Jhosep se lo dejó muy en claro.
—Te ves tenso.
—Vale, sí, estoy un poquito nervioso.
—¿Te pongo nervioso?
—Jhosep.
El mayor sonrió e inclinándose completamente hacia él le robó un beso. Jhosep le gustaba, era uno de los chicos más guapos que habían visto sus ojos, compartían gustos similares, era entretenido, divertido, le gustaba, pero esperaba una reacción diferente al besarle. Se sentía bien, era un beso intenso y pasional, pero más allá de las reacciones físicas no había absolutamente nada. Nada de nada.
—Tavito. —El rubio separó levemente sus labios y entrelazó una de sus manos con la suya—. El otro fin de semana tengo que viajar a Cartagena, ¿me acompañas?
—Oh. —El otro fin de semana, viajar, alejarse de todo y quedar a solas junto a él—. Claro, claro, yo te acompaño—. No es que le tuviese miedo a Jhosep ni nada de eso, solo que estaba algo asustado, algo le decía que en esa relación quemaría varias etapas de su vida y no sabía si aún estaba preparado para hacerlo.
____
—Santi, la última vez que estuve acá vi una tablet, ¿dónde está? Necesito buscar algo en internet.
—Está en la primera gaveta de mi closet.
—¿No es ahí donde guardas tu ropa interior?
—¡No me juzgues! —El moreno le gritó con una enorme sonrisa—. No es que haya mucho espacio por aquí.
Santiago se sentía realmente feliz, Fernando estaba cumpliendo de sobra con lo prometido, habían estado varias veces juntos, las conversaciones nunca cesaban y estaban aprendieron un poco más el uno del otro, se dieron cuenta de que su convivencia juntos sería un verdadero caos por lo despreocupado que él era y lo maniático que era el mayor, aunque también se divertían mucho, Fernando mostró real interés en hacer las cosas que a él le gustaban y cuando le preguntó el por qué lo hacía el mayor le respondió con un: "Porque me gusta verte feliz" que dibujó una estúpida sonrisa en su cara.
Fernando hizo el desayuno y el almuerzo y como él se había comprometido a cocinar pidió hacer la cena especial de la noche, la que culminaría otro día espectacular y marcaría la despedida del mayor. Algo aburrido, Santiago dejó de enrollar el jamón y el pollo, y cerró sus ojos tratando de imaginar su vida viviendo cada día momentos como los experimentados esos domingos, pero la realidad le abofeteó bien fuerte y sin ningún tipo de consideración le gritó que no se llenara de falsas ilusiones.
—Santi. ¿Qué es hot twink? —Las mejillas del menor se sobrecalentaron en un par de segundos, y moviendo sus fuertes piernas como si estuviese en plena maratón llegó hasta la cama, donde el mayor se encontraba, trató de quitarle su tablet, pero el castaño se negó a entregársela.
—Fernando, devuélvemela, hazme el favor.
—Eres un pervertido.
—¡No soy un pervertido!
—¿Te gusta tocarte mucho? —Y si sus mejillas antes ardían ahora quemaban, Santiago estaba caído, Fernando había descubierto uno de sus "oscuros" secretos y se estaba aprovechando de esto para ponerlo en una situación terriblemente vergonzosa.
—No voy a responder eso.
—¿Te has tocado pensando en mí? —Santiago abrió ampliamente sus ojos, y sus labios apenas y alcanzaron a tartamudear algo que ni él entendía. ¿Cómo se atrevía a preguntarle tal cosa así de repente?—. Te has quedado callado, eso significa que sí has hecho cochinadas pensando en mí.
—¡Claro que no!
—Ven un momento, veamos hot twinkys juntos.
—¡Fernando! —Santiago gruñó por la vergüenza pero al ver el semblante relajado del castaño él también comenzó a tranquilizarse, se hizo un espacio en la cama y recargando su cabeza en el brazo del castaño comenzaron a mirar la tablet juntos. Afortunadamente, solo habían muebles a la vista—. ¿Piensas remodelar?
—Más o menos —Fernando comenzó a pasar imagen por imagen y Santiago entretuvo su mirada al igual que él—. Ayúdame a escoger uno.
—Ese juego es lindo.
—¿No es demasiado grande?
—Es casi igual al que tienes.
—Pero la sala de mi casa es más grande que ésta.
Santiago se quedó frío en un principio, pero haciéndose el desentendido se separó del mayor solo para mirarle fijamente a los ojos. —¿Eso es para mí?
—Sí.
—¿No es demasiado costoso?
—Estoy trabajando, puedo pagarlo.
—Ese no es el punto.
—Somos novios ¿no es así? —Santiago se quedó aún más frío al escuchar aquel "novios" escapando de su boca, Fernando se estaba encargando de darle una mejor forma a "eso" que tenían—. Los novios por lo general se regalan cosas.
—Pero me parece demasiado, yo no sé si pueda conseguir igualar un regalo como este.
—Créeme, sí que tienes con qué regalarme cosas mejores que estas. —Fernando le miró de soslayo y sonrió coqueto—. Además quiero consentirte ¿vas a matarme la ilusión?
felicitaciones por el gran trabajo que hiciste en está linda novela
Un extra más, logran tener un hijo?