Dos Locos Emanorados

Lorena

— Buenas tardes, señorita, ¿cuál es el plan? — Me espera afuera de la universidad un Donato sonriente, me abre la puerta de la camioneta y subo.

— Llévame a verlo, pero antes necesito ir al centro comercial a cambiar mi atuendo. — Le digo yo aún más sonriente. Quería verme guapa para él, un atuendo digno de la futura esposa de un hombre como él.

— En marcha… — Me responde y arranca el auto. Con mi chófer nos hemos hecho muy buenos amigos, hasta donde sé es un hombre de confianza de Leonardo y también mío ahora, hablamos mucho y me aconseja de vez en cuando. Fuimos al centro comercial, donde compré algunas cosas incluyendo una linda lencería, ya estando lista nos fuimos a la empresa, muy nerviosa ya en frente de ese gran edificio bajé del auto. Donato me escolto hasta la recepción de presidencia, pues como era la primera vez que iba y nadie me conocía era difícil poder llegar hasta él sin ser anunciada, así que Donato me ayudó con todo para que la sorpresa fuera sorpresa. Llegando hasta la secretaria quien era muy bonita me sentí incómoda, pero no quería ni debía pensar mal. Me repetía confianza una y otra vez...

— Buenos días, ¿en que los puedo ayudar? — Nos recibe muy profesional, pero mirándome con recelo.

— Buenos días Lucía, vinimos a ver al presidente ¿Podrías dejarnos pasar? — Un amable Donato le responde.

— ¿Tiene cita la Srta.? — Busca entre los papeles de su escritorio y se detiene en un pequeño cuaderno que imagino es su agenda manual. No la dejo ni abrirla.

— No la tengo, ¿podrías solo decirle que Lorena está aquí? — Me acordé de las palabras de Leo cuando dijo que no debía bajar la cabeza, pues ahora era su mujer. Justo esa actitud tomé.

— Lo siento, pero sin cita no la puedo anunciar. — La chica se mantiene en su posición y entiendo que solo hace su trabajo, pero como me molesta.

— Te recomiendo que hagas lo que te dice, el Sr. puede no agradarle que le haya negado la entrada a su prometida… — Al escuchar las palabras de Donato se sorprendió, me miró y luego a él.

— Lo haré, pero te echaré toda la culpa, él hoy no está de buen ánimo. — No puedo creer, eso era mi culpa. Mi amor se enojaba conmigo y sus empleados pagaban los platos rotos

— Tranquila Lucía que para eso estoy aquí. Por favor anúnciame con él. — Ella lo hizo y un tierno hombre sonriente abrió la puerta, él estaba entre feliz, sorprendido y confundido, aun así se acercó y me beso.

— ¿Qué haces aquí princesa?, Donato, ¿todo bien? — Nos pregunta confundido, rodeando mi cintura.

— Todo muy bien Sr. con permiso. ¡Estaré abajo! — Le robe otro beso y lo jale a hasta su oficina no sin antes, dejar claro quién era yo a su secretaria. — Amor, podrías decirle a Lucía que la próxima vez me deje pasar sin problemas… — Leo le dio una mirada asesina a Lucia y en serio hice un esfuerzo para no reír.

— Ella es mi futura esposa Lucía, la próxima vez haz lo que ella dice por favor. ¡Que nadie nos moleste! — La chica quedó como un papel, Leonardo sí que puede ser intimidante cuando se lo propone. Entramos a su oficina abrazados y dándonos besos.

— Vine a llenarte de besos y más besos, ¿Quieres o estás muy enojado para eso? — Le digo Coqueta.

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Leonardo

Una excelente sorpresa me dio mi chica al presentarse en la empresa, después de la conversación que tuvimos por teléfono el estrés se apoderó de mí, tanto que mis empleados fueron los paganos, estaba acostumbrado a tenerlo todo, a planearlo, a dirigirlo, que el hecho de que ahora tenga que esperar el ritmo de alguien más es difícil, aparte Lorena tiene su carácter, no puedo simplemente imponer las cosas.

Después de recibirla entramos a la oficina, la guíe hasta uno de los sillones donde me senté primero y ella sobre mí. Se veía hermosa, se nota que se arregló para mí y eso me encanta, me encanta ser yo su motivo para todo.

— Lo siento, pero es nuestra boda, nuestro futuro del que estamos hablando y tú solo lo quieres dejar a la suerte sin darle importancia. — Le digo mientras le acaricio las piernas por encima de unas medias negras transparentes que trae puestas, su vestido ceñido al cuepo, corto, color negro, con medias y botas del mismo color, saco color piel, bolso negro, maquillaje sutil, hermosa, casual y elegante. Aprecio que tenga tan buen gusto, habiendo sido criada y privada de tantas cosas por su familia.

— Amor, no seas exagerado, no hay nada que yo quiera más que estar contigo en la plenitud de nuestro amor. Pero bueno, ya no hablemos de eso. Ya hablé con las chicas y mañana nos organizaremos. Ellas están contentas de ayudar, además un pajarito me dijo que mi suegra viene en unos días y me ayudará también, así que creo que todo estará listo para un día después de la graduación, ¿Te parece? — Una sonrisa enorme aparece en mi rostro.

— Siii, amor, no quiero que hagas esto nada más por complacerme quiero que tú también lo quieras. Le confirmo lo de mi madre y casi suplicando le digo lo demás, es importante que ella esté en mi misma sintonía. Ella ríe y lo que hace después, hace que se me seque la boca, por lo que aflojo el nudo de mi corbata y me acomodó en el sillón para ver el show.

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Lorena

— Siii, ya quiero estar bajo tu yugo. —Me levanté y empecé a quitar mi saco y luego el vestido. — Me has hecho adicta a ti. — Caminé otra vez hacia él y me senté de piernas abiertas en su regazo dándole besos en la cara y cuello.

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Leonardo

— Me vuelves loco gatita. Eres hermosa… — Amo estas muestras de cariño, mi mujer sí que sabe como ponerme feliz y alegrarme el día. Después de darnos amor fuimos almorzar cerca de la empresa, ya que debía volver para una reunión, nos encontramos con Andrés quien se nos unió y comimos entre risas y bromas. Donato regresó con mi chica a casa y yo me fui a trabajar.

Estaba más que feliz, definitivamente ella era lo que siempre había querido en una mujer, bella, tierna, con carácter, determinada, emprendedora. Es mi polo a tierra, ya estaba deseoso de presentarla a mis padres y para eso iba a organizar una cena. El Orden de los eventos iba a ser. Primero la cena, luego el aniversario de mis papás, la graduación, la boda y nuestra luna de miel. De antemano están todos invitados así que vayan preparando sus atuendos... estoy tan feliz que sin dudar tiraría la casa por la ventana.

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De los padres de Lorena no había sabido nada, mañana vería a Fabricio para lo de la inversión y aprovecharía para sacar el tema de su paternidad, quiero aprovechar esa información para que él le facilite las cosas a mi chica en casa y ella pueda preparar nuestra boda sin problemas. Si me convencía su versión de los hechos si es que me la daba o su respuesta a mis preguntas lo invitaría a la cena con mis padres, quizás la cosa con Lorena no sea tan grave como mi mente se lo está imaginando. Ya veríamos que pasa de lo que si está seguro era de querer proteger a Mi Mujer de lo que fuera sin importar qué o quién.

— Hola Galán. — Me saluda Andrés entrando a la oficina.

— Coméntame. — Voy al grano para no darle chance de molestar con sus pavadas.

— Ya todo está listo para la reunión con tu suegro, el informe del investigador llega a primera hora de mañana. — Las buenas noticias no se hacen esperar.

— ¿Te dio algún detalle? ¡Si sabes por favor Suéltalo! — Y con ellas mi ansiedad y necesidad de saberlo todo.

— Tranquilo, no me adelanto mucho. Él consiguió muestras de ADN y las mandó al laboratorio, los resultados salen en una semana. — Mas espera… maldita sea, debía tratar de saber más de parte de Fabricio en la reunión.

— Bien. Esperemos entonces, igual hablaré mañana con mi suegro del tema. No estaré tranquilo hasta descubrir toda la verdad. — Andres se despidió y entró lucía a leerme la agenda, pues tenía unas reuniones en la tarde.