Daniel, un joven curioso, intenta robar un libro misterioso, pero todo sale mal y, en lugar de escapar, es transportado a Nova, un mundo maldito cubierto por agua. La única forma de regresar a su mundo es salvar Nova de la maldición, pero no será fácil. Enfrentará a poderosos enemigos y luchará por sobrevivir, mientras descubre secretos sobre el mundo y su propia tripulación. Con un futuro incierto, Daniel deberá encontrar una manera de romper la maldición y regresar a su hogar, antes de que sea demasiado tarde.
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Soy la leyenda parte: 2
La tarde comenzaba a teñir el cielo de tonos cálidos, mientras el barco se deslizaba suavemente sobre las aguas cristalinas. Daniel se encontraba en la cubierta, de pie, con las manos tensas a los costados y la mirada fija en el horizonte. Aunque parecía sereno, su mente era un torbellino de pensamientos. Había pasado la noche anterior meditando, conversando con el verdadero Steven en ese extraño espacio oscuro, y ahora estaba decidido a dominar el aura que pertenecía al cuerpo que ocupaba.
Doria, sin mucho que hacer, se había sentado en un barril cercano para observar a Daniel. Aunque intentaba parecer desinteresada, había algo en su mirada que delataba una mezcla de curiosidad y preocupación. Desde que se dio cuenta de que Steven no era Steven, sino Daniel, su actitud hacia él había cambiado drásticamente. Había pasado de mimada y amorosa, a alguien más reservada, casi protectora, aunque rara vez lo demostrara abiertamente.
Josh, por otro lado, estaba en su propio mundo, sentado en la cubierta con una pequeña llave en sus manos. Había encontrado la llave entre las pertenencias del verdadero Naou, y aunque no sabía exactamente para qué servía, estaba decidido a descifrar su propósito. Movía la llave entre sus dedos, murmurando para sí mismo mientras trataba de recordar si había escuchado algo sobre su función en las historias que Doria le contó sobró Naou
—¿Qué estás intentando hacer? —preguntó Doria finalmente, rompiendo el silencio.
Daniel no apartó la vista del horizonte. Había escuchado la pregunta, pero estaba demasiado concentrado en lo que estaba a punto de intentar.
—Quiero usar el aura —respondió finalmente, con un tono decidido.
Doria levantó una ceja, escéptica.
—¿Usar el aura? ¿Estás seguro de que estás listo para eso? El aura de Steven no es algo que puedas manejar fácilmente, especialmente si no es tuya —advirtió.
—No tengo otra opción —respondió Daniel, girándose para mirarla—. Si no aprendo a controlarla, no sobreviviremos en la Gran Ruta.
Doria suspiró, cruzando los brazos mientras lo observaba.
—Haz lo que quieras, pero no digas que no te lo advertí —dijo, acomodándose en el barril para ver qué ocurriría.
El intento de Daniel
Daniel cerró los ojos y respiró hondo, recordando las palabras de Steven: "El aura no es algo que puedas forzar. Es una extensión de quién eres. Si quieres dominarla, necesitas encontrar algo que te motive tanto como a mí me motiva ganar."
Trató de despejar su mente y enfocarse en una sola cosa, algo que lo hiciera feliz, algo que le diera fuerza. Al principio, su mente saltaba de un recuerdo a otro: momentos con su familia, risas con amigos, tardes tranquilas en casa. Pero ninguna de esas imágenes parecía ser suficiente. Su respiración se hizo más profunda mientras trataba de concentrarse.
Finalmente, una imagen clara se formó en su mente: él regresando a casa, cruzando la puerta y viendo a sus padres esperándolo con sonrisas cálidas. Ese pensamiento, tan simple pero tan poderoso, llenó su corazón de una calidez que no había sentido en mucho tiempo. La nostalgia lo envolvió, y con ella, una chispa de energía comenzó a surgir.
De repente, Daniel sintió una presión en su pecho, como si algo estuviera despertando dentro de él. Una ligera brisa comenzó a girar a su alrededor, levantando su cabello y sus ropas. Abrió los ojos, pero ya no eran los mismos. Un destello rojo brillaba en ellos, intenso y vivo, como un fuego recién encendido.
—¡¿Qué... qué está pasando?! —exclamó Doria, poniéndose de pie de un salto.
El aire a su alrededor se volvió pesado, casi sofocante. Una energía roja comenzó a emanar del cuerpo de Daniel, formando un aura intensa que lo rodeaba por completo. La cubierta del barco crujió bajo la presión, y los objetos pequeños que estaban cerca comenzaron a temblar.
—Eso no es el aura de Steven... —murmuró Doria, retrocediendo un paso.
La energía roja no solo era poderosa, sino que también tenía una cualidad abrasadora. Doria sintió que le faltaba el aire, como si la fuerza misma del aura estuviera exprimiendo el oxígeno a su alrededor. Intentó acercarse a Daniel, pero cada paso era más difícil que el anterior.
—¡Daniel! ¡Apaga eso! —gritó, tratando de que su voz atravesara la densa atmósfera.
Pero Daniel no podía escucharla. Estaba completamente inmerso en la energía que fluía a través de él. Sentía su cuerpo ligero, como si flotara, y al mismo tiempo más fuerte que nunca. Su cabello, antes oscuro, ahora se había teñido de un rojo brillante, reflejo de la intensidad del aura que lo rodeaba.
El impacto del aura roja
Mientras Daniel se esforzaba por controlar la energía, Josh levantó la vista de la llave, alarmado por lo que estaba ocurriendo.
—¿Qué demonios está pasando aquí? —preguntó, mirando a Doria.
—¡Es Daniel! Está intentando usar el aura, pero esto... esto no es normal. —respondió Doria, sin apartar la vista de Daniel.
La intensidad del aura seguía aumentando, y el barco comenzó a balancearse peligrosamente. Incluso el cielo parecía responder a la energía, con nubes oscuras formándose en el horizonte. Doria sintió que su cuerpo no podía soportar más, y cayó de rodillas, jadeando.
Finalmente, como si un interruptor se hubiera activado, Daniel cerró los ojos y tomó una profunda bocanada de aire. La energía roja comenzó a disiparse lentamente, y el aire volvió a ser respirable. Su cabello recuperó su color original, y el aura desapareció por completo.
Doria se desplomó en el suelo, agotada, mientras Josh corría hacia ella para ayudarla.
—¿Estás bien? —preguntó Josh, mirando a Doria con preocupación.
—Sí... pero eso fue... increíblemente intenso. —respondió, todavía tratando de recuperar el aliento.
Daniel, por su parte, cayó de rodillas, con las manos apoyadas en el suelo. Estaba agotado, pero también emocionado. Había logrado usar el aura, aunque no era lo que esperaba.
—¿Qué fue eso? —preguntó Doria, mirándolo con una mezcla de asombro y temor.
—No lo sé... —respondió Daniel, jadeando—. Pero no era el aura de Steven. Esto es diferente. Es... mío.
Doria lo observó en silencio, procesando lo que acababa de ocurrir. Aunque todavía tenía muchas preguntas, una cosa era clara: Daniel no era simplemente un intruso en el cuerpo de Steven. Había algo único en él, algo que podría cambiar el curso de su viaje por la Gran Ruta.
Un nuevo comienzo
Esa tarde, mientras el barco continuaba su viaje, Daniel se retiró a un rincón para reflexionar sobre lo ocurrido. Había descubierto un poder dentro de sí mismo que no comprendía por completo, pero que sabía que podría ser la clave para enfrentar los desafíos que tenía por delante.
Por su parte, Doria y Josh intercambiaron miradas significativas. Ambos sabían que lo que habían presenciado no era normal, y aunque aún no entendían el alcance de lo que significaba, había una verdad innegable: Daniel estaba cambiando, y con él, también lo haría su destino.