Seducida por un Mafioso

Cuando entramos al coche, me resultaba difícil concentrarme en conducir. Aclaré mi garganta, estaba ansioso por tenerla y este vestido me daría un acceso tan fácil, créeme, es difícil domar a un hombre excitado. Mantuve mis ojos en la carretera, pero noté cómo ella jugueteaba con ese collar, siempre lo hacía cuando estaba nerviosa o ansiosa, simplemente no sabía si era por mí o por ir a conocer a mi familia. Pero algo sé con certeza, estaba ansioso y ella era mi única respuesta.

Matteo: Mi madre insiste en conocerte, le he pedido el anillo de compromiso, así que hoy nos comprometeremos oficialmente.

Beatrice: ¿Y tengo opción?

Él frena bruscamente el coche.

Matteo: Escucha bien.

Apunta con el dedo hacia ella.

Si te atreves a hablarme así delante de cualquier persona, no me importará si somos familia, tu hermana terminará en un burdel, ¿o quieres renunciar a todo y quedarte en su lugar? Tú decides.

Beatrice: Lo siento.

Él continúa conduciendo.

Matteo: Como iba diciendo, mi madre quiere conocerte, sé amable con ella, muestra al menos que estás feliz por nuestro matrimonio.

Beatrice: Ella no lo sabe.

Matteo: Quiere que me case, al igual que mi padre. No digas nada sobre trabajar en un bar, pero sí puedes decir que tu padre tiene uno. Las mujeres no son bien vistas cuando trabajan en bares o clubes, sin importar si son limpias o no.

Beatrice: ¡Sí, señor!

Matteo: Y otra cosa, no mires a ningún otro hombre.

Beatrice: Entendido.

Pronto llegamos a una gran puerta, que se abre inmediatamente al ver a Matteo. Hay muchos hombres armados exageradamente aquí. Matteo estaciona el coche frente a la mansión, baja y abre la puerta para mí. Me ofrece su mano y yo acepto, sonriendo levemente. Espero estar dando una buena impresión si alguien nos está viendo. Un hombre se acerca a nosotros y dice algo al oído de Matteo, él no muestra ninguna reacción.

Haz lo que sea necesario -dice él.

Y vuelve su atención hacia mí. Subimos tres escalones, no sé por qué se giró para mirar hacia atrás, tal vez sea una manía, pero... El hombre que acababa de hablar con él me miró a los ojos, él soltó mi brazo y caminó tranquilamente hacia el hombre. No escuché mucho, sólo cuando dijo: respétame a mí y a mi futura esposa. Si vuelves a mirarla, yo... Después de un tiempo, le dio una bofetada al hombre. Miré al frente, asustada, no queriendo llevar la culpa de eso, aunque sabía que lo haría. Matteo llega a mi lado y vuelve a tomar mi brazo.

Matteo: ¿Viste lo que hiciste?

Beatrice: ¿Qué hice?

Matteo: Cállate, si te veo sonriendo a alguien...

Beatrice: No he sonreído a nadie, Matteo.

Ya en lo alto de la escalera, él sujeta su rostro obligándome a mirarlo.

Matteo: Eres mía, ¿entendiste?

Beatrice siente un escalofrío en el estómago solo por la forma en que él pronuncia esa frase y entonces la puerta se abre.

Lorenzo: ¡Buenas noches! Supongo que tú debes ser Beatrice.

Beatrice: ¿Y usted quién es?

Lorenzo: Lorenzo, tu futuro suegro. Mucho gusto.

Beatrice: El gusto es mío.

Lorenzo: Vamos, pasen.

Cuando entran, Beatrice mira a su alrededor encantada, pero no lo deja notar. Hay muchas obras de arte en las paredes, y a nadie le gusta eso más que a ella. Señala un cuadro.

Beatrice: ¿Es un Van Gogh?

Lorenzo: Sí, ¿te gusta el arte?

Ella habla sin apartar los ojos de la pintura.

Beatrice: Digamos que sí, es hermoso cómo utiliza los colores.

Lorenzo: Si quieres, será tuyo.

Ella lo mira sorprendida.

Beatrice: No, de ninguna manera.

Matteo está parado detrás de ellos observando todo.

Lorenzo: Te lo enviaré como regalo de bodas.

Beatrice sonríe ligeramente y vuelve a mirar el cuadro.

Matteo: ¡Vamos!

Beatrice: Sí, disculpen.

Lorenzo los lleva a una gran sala de estar, donde están Pietro, Antonieta, sus 2 sobrinos, uno con su esposa e hijos y el otro soltero, considerado un gran partido también. Cuando entran a la sala, Antonieta sonríe ampliamente al verla, se levanta y se acerca a ellos.

Antonieta: Bienvenida, qué hermosa eres.

Beatrice: Gracias, usted también luce hermosa.

Ella responde con una sonrisa sencilla y tierna.

Antonieta: Puedes llamarme Antonieta querida, ven, voy a presentarte a la familia.

Antes de que ella pudiera responder, es jaloneada por la mano.

Antonieta: Él es Pietro, el hermano de Matteo, tu cuñado. Esta es Garcia, su esposa Brenda y sus monstruos Alex y Alana. Y finalmente, este es Alessandro, el sobrino más mujeriego que he tenido.

Alessandro se levanta y besa la mano de Beatrice, haciendo que ella automáticamente mire a Matteo, quien la fulmina con la mirada. Ella tira suavemente de la mano y le da una sonrisa desconcertada.

Alessandro: Estoy seguro de que mi primo ya te ha puesto un collar, ¿verdad?

Beatrice: Él no necesita ponerme ningún collar, después de todo no soy una mascota.

Alessandro: Por ahora.

La cena está servida — la empleada aparece anunciando.

Matteo camina hacia mí y pone su mano en mi espalda, guiándome hacia el comedor. Él está serio, no me mira ni por un segundo. Yo permanezco en silencio. Todos ya están sentados a la mesa, su padre se ha sentado en el extremo, a la derecha Matteo, a continuación yo, Pietro y Brenda, a la izquierda Antonieta, Alessandro y Garcia. Los niños están con la niñera. Estar frente a Alessandro me molesta mucho, no sé cómo actuar, tengo miedo de hacer o decir algo incorrecto.

Antonieta: Entonces, Beatrice, ¿cómo se conocieron?

Beatrice: Perdón.

Antonieta: Tú y mi hijo, ¿cómo se conocieron?

Beatrice: ¡Ah! A través de mi padre. Matteo y él son amigos, una noche él fue a mi casa y desde entonces no nos hemos separado.

Matteo aún no la mira.

Antonieta: Y tú, ¿a qué te dedicas?

Beatrice: Pinto, siempre he estudiado arte, es una herencia que me dejó mi madre. Incluso gané una beca para estudiar en Francia.

Antonieta: ¡Wow, tenemos muchas obras de arte aquí, te las mostraré todas! ¿Y tu padre?

Beatrice: ¿Qué pasa con él?

Antonieta: ¡Debe estar muy orgulloso de ti!

Beatrice: Sí, digamos que sí.

Antonieta: Seguro que sí, criar a una hija sola.

Beatrice: En parte, sí me crió solo. Pero cuando cumplí 5 años, se volvió a casar y me dio una madrastra y una hermana, Sofia. Supongo que él pensó que una nueva madre superaría a la anterior.

Antonieta: Lo cual no es cierto.

Beatrice: ¡Exacto! Crecí escuchando a la gente decir lo buena que era ella. Fue el primer y único amor de mi padre, prometió cuidar de mí antes de que ella muriera en el parto. Bueno, se esforzó mucho por cumplir su promesa.

Antonieta: Sí, querida. Lo siento mucho.

Matteo la mira, entendiendo por qué su padre dijo que solo tenía una hija.

Beatrice: Pero ya pasó, este no es el momento más agradable para hablar de eso.

Él da un sorbo a su bebida.

Alessandro: ¿Entonces, realmente se van a casar?

Matteo: Dirígete a mí cuando hables, no a ella.

Alessandro: ¿Por qué estás enojado? Es solo una pregunta.

Matteo: Si sigues mirándola así, te juro...

Lorenzo: Tranquilos, chicos.

Beatrice: ¿Puedo ir al baño?

Antonieta: Claro, querida. Está al final de ese pasillo a la derecha.

Beatrice: Con permiso.

Ella camina rápidamente y en grandes zancadas.

En la sala, Matteo no aparta los ojos de Alessandro.

Alessandro: ¿Qué estás mirando? Sabes que ella me elegiría a mí si la dejara elegir, ¿verdad, primo?

Él mete un guisante en su boca y sonríe maliciosamente.

Matteo: Levántate y sal de aquí ahora.

Lo dice calmadamente.

Alessandro: Vamos, solo estoy bromeando.

Matteo se levanta y da la vuelta a la mesa, levantando a Alessandro del cuello.

Matteo: Te dije que salieras.

Lo arroja al suelo.

Alessandro: ¿Dónde está tu sentido del humor?

Matteo: SA-L DE AQUÍ.

Alessandro se levanta y se dirige a la salida con una sonrisa repugnante en la cara.

Matteo: Dame el anillo, mamá.

Antonieta: Pero...

Matteo: Tú querías conocerla, ya la conociste, ahora dame el anillo.

Antonieta se lo entrega a su hijo.

Matteo: Déjame, nos vamos.

(Nadie dice nada)

En el baño, Beatrice intenta respirar. Se mira en el espejo por última vez, suspira y sale, de regreso al comedor. Al acercarse, ve que Matteo ya está de pie. Siente que algo está mal. Él se acerca y la toma de la mano, llevándola fuera de la casa sin siquiera despedirse. El camino de vuelta se hace en total silencio.

Continuará...