Intentos desesperados para recibir amor fue lo que condenó a la joven señorita Vertron y un intento de asesinato fue el motivo de su ruina, de su muerte y del dolor más profundo que pudo recibir; la realidad de que no fue amada por nadie. Pero... ¿La muerte fue el final para la que era Villana para todos?
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Lejos... Lejos de aquí.
El día tan esperado por Anya Vertron finalmente había llegado. Los días habían pasado velozmente, tan fugaces e inesperadamente tranquilos.
Las maletas ya estaban preparadas y estaban siendo Ilevadas al carruaje por los sirvientes. Eran muy pocas para decir que ella se quedaría años allá, pero eso no le tomó mucha importancia la familia Vertron.
El día estaba muy ajetreado. La servidumbre iba de aquí para allá, ocupados con los preparativos del viaje de la hija mayor de la familia. Muchos de ellos pensaban que Anya Vertron se había pasado con este apurado viaje, que era una niña muy mimada por el Duque.
—¡Por fin! Me iré lejos... lejos de aquí.— Exclamó Anya con un suspiro.
Miró por última vez su habitación opaca y se dio la vuelta para marcharse. Se negó a mirar hacia atrás, no deseó ver más la jaula de su sufrimiento e ilusión; su perdición en aquellos días.
Cuando salió de las puertas frías del ducado, observó a la familia que fingía maravillosamente que le importaba. A excepción de Alice que no estaba allí, pues seguramente Alice no se había despertado a estas horas ni siquiera para despedir a su hermana a quien no vería por unos cuantos años.
La Villana bajó las últimas gradas con su frente en alto y con su semblante serio. —Me despido, Duque y Duquesa.— Habló Anya mientras hacía una leve reverencia ante los que una vez consideró "Padres" y a los que mendigó amor con desesperación.
—Esperaré noticias de ti, Anya. Que tengas un buen viaje...— Despidió el Duque Edgar a su hija. Extrañamente, parecía un padre en este momento, por desgracia, Anya no parecía su hija y ni siquiera se dio cuenta.
—Adiós... joven Theo.— Se despidió sonriendo la pequeña niña mientras estrechaba su mano como remplazo de un abrazo.
Habían muchos ojos para actuar muy cercanos, casi nadie sabía que se trataban como hermanos. Por eso su despedida no fue tan deseada como querían, pero sin duda alguna fue más afectuosa que con la de los duques.
Anya subió al carruaje con la ayuda de su caballero quien luego cerró la puerta y pronto, la carroza empezó a andar. El deseado viaje había dado inicio con el trote de los caballos.
La pequeña niña de cabellos plateados observaba por la ventana como se alejaba cada vez más de la Mansión Vertron, era una increíble vista para ella que la ponía nerviosa al pensar que esto podría ser un sueño.
—Adiós..— Murmuró por lo bajo.
...PERSPECTIVA DE ANYA VERTRON...
Suspiré varias veces mientras observaba por la ventana un camino que poco a poco se volvía desconocido. Seguramente lo normal sería tener miedo, pero no era así para mí; me sentía tranquila.
Me he despedido de todos los que debía. Terminé con todo de forma plácida; me he ido tranquilamente y sin dificultades. E incluso me despedí de mi prometido por medio de una carta. Quería hacerlo de forma inmediata, pero recordé que aún no han creado los teléfonos y no me complacía ir personalmente a esa casa.
Tenía la otra opción de decirle en el colegio, pero no quería cuando el joven Arian estaba tan rodeado de los y las jóvenes señoritas que admiraban el hecho de que había ganado la competencia que recuerdo que Alice mencionó que no participaría. Seguramente la mala informaron, ella también se veía muy arrepentida por no haber asistido.
Creo... que en estos momentos, debió haberle llegado la carta. Le dejé en claro: que no tenía la obligación de esperar y que era libre de buscar otra prometida, alguien que ame.
—... Descansaré un poco.— Dije mientras mis pesados parpados se cerraban.
Lamentablemente, mi descanso no duró mucho. El carruaje se detuvo bruscamente y el sonido de los caballos relinchando se escuchó.
—Señorita, ¡Hay Bandidos!—
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^^^___Mansión Calixto___^^^
Por otro lado, en la Mansión Calixto. El joven Arian yacía ocupado en su escritorio mientras hacía el trabajo que le correspondía como heredero.
Había estado tan ocupado, que no había podido ir personalmente a visitar a su prometida en el día de su cumpleaños y aunque le había enviado un presente, no estaba satisfecho.
—¿Qué estará haciendo la Señorita Anya? Seguramente estará en el colegio a estas horas...— Se preguntó mientras tomaba un descanso.
—"Aunque no estuve conforme con el compromiso desde un principio, cuando la conocí, cambié rápidamente de opinión. Es tan bella, pero.. ¿Por qué no sonreirá? y... ¿Por qué es tan distante...?"— Pensaba Arian mientras observaba una pila de cartas que le habían llegado.
Tomó una que le llamó la atención, pues tenía el sello de la familia Vertron. —"Espero que no sea de la Señorita Ali..."— Imploró.
La abrió inmediatamente cuando se dio cuenta del nombre de Anya Vertron escrito elegantemente en el sobre.
Nomas terminó de leerla, el joven de cabellos negros salió apresuradamente de la Mansión. Ordenó que le prepararan un caballo y casi de inmediato se lo trajeron.
El caballo galopeó tan veloz como pudo y llegó hasta la residencia del duque de Vertron como su cabalgador deseó. Arian había llegado tarde, su prometida ya se había ido y él ya no pudo alcanzarla...
—Hasta pronto, mi prometida. Te esperaré en tu ausencia...—
aburrida
Alguien que me responda porfa