Rompí sueños e ilusiones por miedo al tiempo...¡tomé malas decisiones y terminé llorando lágrimas de sangre al reconocer la magnitud de lo que perdí!
Pero la buena providencia me da una nueva oportunidad.... ¿Podré curar su lastimado corazón, y formar la familia que desde antes debí haber iniciado con ella?
¡Los invito a leer mi historia!
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CAPÍTULO III COMO TODO COMENZÓ
MIRANDA ROSS
No les voy a mentir al decir que mi historia no es dolorosa, trágica y hasta patética desde mi óptica, más si les diré con firmeza que no soy una sufrida… lloré como no, lo hice cuando tuve que hacerlo, pues, para nadie puede ser fácil perder a sus padres y al poco tiempo, cuando piensas que estas superando la pena y has encontrado la luz al final del túnel, pierdes además al supuesto “Amor de tu vida…” caí, y desde muy alto, pero me levanté, y lo hice no solo por mí, sino por el ser más especial que como regalo a tanta tristeza y soledad recibí de parte de Dios…
Me llamo Miranda Ross. Tengo 33 años, soy médico pediatra, CEO y dueña de la clínica “Metropolitana Santa María” a los 22 años cuando estaba por culminar mi carrera de Medicina, mis padres fallecieron en un horrible accidente de tránsito cuando volvían de una comercial de tela en la que ambos trabajaban, fueron días muy duros, tanto que quise morir y que me enterraran con ellos.
Más sabía que eso no era lo que ellos querían para mí, entonces recordé cada uno de sus sacrificios para que yo cumpliera mi sueño de ser médico y me obligué a seguir adelante. A la par que estudiaba, también trabajaba como recepcionista en la sucursal de una empresa de importaciones muy importante en la ciudad. No era mucho lo que me correspondía hacer, más que tomar pedidos, recibir y anunciar a proveedores y atender por supuesto, cualquier cosa que requiriera levantar el teléfono.
Me iba excelente, no me podía quejar, pues trabajaba mis ocho horas en el turno de la tarde y me pagaban muy bien… lo más importante, era que mi horario de estudio cuadraba perfectamente. Me organicé tanto, que ninguna de las dos actividades interrumpía la otra. En mis tiempos libres comía libro como una loca, incluso a veces en la empresa, o en cualquier parte donde estuviera con tiempo disponible.
Siempre he sido dedicada, no voy a decir que soy una eminencia porque no es así, pero al ser dedicada como les digo, además de disciplinada y responsable, eso me ha ayudado a sacar buenas notas e ir cumpliendo con mi pensum de estudio, además de ser organizada en la vida.
Pero no siempre todo sale como uno lo desea ¿Verdad? siempre y es normal en la vida, se presentan imprevistos. Para mi uno de esos días, fue cuando mi auto tuvo una falla mecánica y me dejó botada en la nada, obligándome a caminar no sé cuantos kilómetros, la cuestión es que cuando llegué a la empresa con mi sonrisa acuesta, porque al mal tiempo buena cara siempre (entiéndase que estoy siendo sarcástica) al que menos pensaba ver y conocer al mismo tiempo, era a mi jefe, el verdadero, el dueño, el que nunca venía a esta sede, pero que justo ese día estaba, precisamente ese día, y tenía una horrible cara de gruñón, que en ese momento, no me permitió ver lo guapo que era… 😊y además me generó un muy mal presentimiento.
¡Definitivamente, ese no era mi día! Solo me bastó ver la mirada de angustia de mi superior inmediato y amigo Rubens para saber que estaba en problemas, y que ese hombre que estaba a su lado con cara de pocos amigos era mi jefe, jefe…
. – Buenas tardes Se… - Señor, pretendí decir, porque él no me dejó, al contrario, me interrumpió con un desagradable ladrido.
. – ¡Que cínica es usted! – Me aulló literalmente este tipo sorprendiéndome totalmente - Debería ser franca y decir mejor ¡Buenas noches!
¿Pero qué le pasa a este? Solo vengo retrasada por poco más de 15 minutos, no hay derecho para que sea tan exagerado y menos me hable así… ¡y por supuesto no me iba a dejar, así sea el jefe, si es que lo es!
. – Disculpe señor, pero mi auto… - Me interrumpe el mal educado nuevamente haciéndome inflar los cachetes tipo Kiko.
. – ¡No me interesan sus excusas, no las tolero… su impuntualidad me genera pérdidas que no estoy dispuesto a permitir!
. – Señor… - Rubens quiso hablar, más este con su mirada intimidante lo calló en seco.
. – Señor, permítame explicarle que… - Si, definitivo, no es mala educación, por lo visto, ser grosero venia incorporado en su personalidad, era como algo natural en él… y volvió a dejarme con la palabra en la boca.
. – No creo que explicarme mejore la posición en la que está, usted ha abandonado su lugar de trabajo dejando de atender importantes llamadas que a priori pueden afectar la renta de esta empresa…
. – No es mi culpa – Lo interrumpí esta vez yo - Además le avise a Rubens con tiempo, y estoy segura que nada se ha perdido señor, no exagere… -
Después que dije eso me arrepentí al ver la cara de rabia combinada con sospecha que él puso…
. – Claro, ya entiendo, debo suponer que estas acostumbrada a esto, llamas a tu jefe inmediato a quien tuteas de paso, y este – Le echa una miradota de reproche a Rubens, que solo le queda bajar la suya, tonto, me choca que sea tan sumiso - En vez de exigir cumplir las reglas te deja llegar a la hora que se te da la gana ¿Porque…? - Nos mira interrogantes, buscando respuesta a la absurda conjetura que se hizo.
. – ¡Ya basta…! - Le hablé con firmeza, levantando un poco la voz, más bajando el tono al instante, tenía que recordar que él es el dueño y me podía poner de paticas en la calle si le doy otro motivo, carraspeo antes de continuar – ¡Las cosas no son así Señor, esta es la primera vez en todo un año que tengo una falta en mi trabajo, y usted no puede venir a acusarme de algo distinto, menos sin conocer las circunstancias o tener argumentos sólidos, solo he demorado en entrar dieciocho minutos y lo lamento de verdad, no volverá a ocurrir porque no fue mi intención!
Su semblante no mejoró al escucharme, lo que aplastaba cada vez más mis esperanzas…
. – ¡No, por supuesto que no volverá a ocurrir, porque usted saldrá por donde entró impuntualmente hace exactamente, 25 minutos!
Al escuchar eso, mis sentidos se pusieron en alerta máxima, y comencé a desvariar en mi mente¡ Por Dios, no puede ser! No puedo perder este trabajo… cierto que tengo ahorrado, pero todo eso se lo llevaría pagar la universidad, el derecho a grado y todo lo que implica continuar con mis planes, y dudo que pueda conseguir algo igual que cuadre con mi horario, no, no puedo aceptar esta decisión que impulsivamente él ha tomado… ¡me tocó entonces bajar la guardia y ser más dócil!
. – Por favor señor, le prometo que no volverá a suceder, yo…- Miro a Rubens para que aboque por mí, pero este sigue agazapado por las miradas fulminantes que este tipo le daba, literalmente, lo tenía aterrado – Le pido otra oportunidad por favor…
. – Y yo le agradezco que se retire de mi presencia y de mi empresa ahora mismo… - Me dijo el infeliz señalándome la puerta y nada conmovido por mi ruego ¿Cómo se puede ser tan cruel? – ¡Mañana puede pasar por su liquidación, y espero que para eso si sea puntual!
Suspiré y me resigné porque tampoco le iba a seguir rogando…
. – ¡Así será, imbécil! – le dije bajito, claro que vendré por mi dinero, no te voy a regalar un año de mi tiempo, me volteé para salir, pero él lo impidió tomándome del brazo…
. – Eres además de todo una insolente… - ¡Me reclamó molesto porque evidentemente escucho lo que dije!
. – ¡Suéltame! – le exigí halando mi brazo con fuerza para soltarme de su agarre – ¿Y tú qué crees que eres? ¿El todo poderoso? Cómo puedes despedir a las personas, así como así sin saber la necesidad o la dificultad por la que están pasando…
. – ¿Así como así? ¡Ja! Tu sí que eres increíble, eres una irresponsable e impuntual… y nada productiva para mi empresa ¡Claro, que se puede esperar de una chiquilla impetuosa e inmadura!
Lo miré con furia ¿Cómo se atreve a juzgarme así, si apenas me está conociendo hoy?
. – Tu a mí no me conoces imbécil… – Esta vez si se lo dije en voz alta, ya sabía por su actitud que ni esperanza de recuperar mi trabajo me quedaba, pero que carajos, no iba a dejar que él me humillara – ¡Eres un caprichoso e insensible al que le queda muy grande el título de jefe, ojalá te vayas a la quiebra!
Así como terminé de hablar salí de rápido de ese lugar sin mirar atrás, molesta y derrotada a la vez… pero bueno, ni modo, debía seguir adelante, no me dejé derrotar por ese impase, aunque así me sentía. Solo esperaba poder conseguir un nuevo empleo, yo estaba segura que ni siguiera una carta de recomendación me dará el cretino.
Ya que tenía la tarde libre, decidí aprovechar el tiempo, entré en una librería y compré unas cuantas hojas de vida que llené allí mismo, al terminar salí y caminé de local en local ofreciendo mi servicio y dejando mi hoja de presentación por si se presentaba algo más adelante, que ruego no sea mucho tiempo el que deba esperar para que me contacten.
No tuve suerte de concretar algo ese día, y esperaba en Dios que el día siguiente fuera diferente… entonces recordé mi auto, busque el número del mecánico que siempre lo revisaba y lo llamé para que me ayudara, enviándole la ubicación y me encaminé para allá. Decidí caminar porque lo necesitaba, estaba segura que eso me ayudaría a calmar la rabia e impotencia que sentía.
Paso a paso llegué hasta donde estaba mi auto, aún no había presencia del mecánico por lo que lo abrí y me senté a esperarlo ¿Qué otra cosa podía hacer en el medio de la nada? Saqué de mi morral, mi libro de anatomía que siempre me acompaña y comencé a leer, cuando el mecánico llegó le expliqué lo que había pasado y él se puso en lo suyo, mientras yo continue en lo mío.
Estaba tan concentrada leyendo, que no le di importancia al auto negro con vidrios polarizados que pasó lentamente en la dirección contraria, si noté que se frenó más de la cuenta al pasar por mi lado, más no retiré la vista de mi lectura. Total, si no va a sumar que tampoco reste…
Cuando todo por fin estuvo listo, le pagué al señor e imprudentemente di la vuelta en U para volver a casa… si estuvo mal, lo sé, pero estaba tan agotada y ansiosa por llegar a casa, darme un baño y relajarme en las cuatro paredes que me acompañaban en ella… que manejar hasta el distribuidor para poder retornar, en ese momento era demasiado para mí…
Ya allí en la soledad de mi vivienda, pero donde seguía sintiendo la presencia de mis padres, me dispuse a preparar algo para comer, y en ese proceso, vinieron a mi imágenes del espantoso jefe que no sabía que tenía… que chévere era antes cuando no sabía que existía ese pesado y amargado hombre…
¡Es increíble la poco empatía que tiene ese troglodita con sus empleados! Pobre Rubens, supuse que al día siguiente sabría de él, si lo despidió, espero que no, capaz y también me echa la culpa, debí llamarlo, aunque lo intenté tomando el celular, luego lo pensé mejor, y lo coloqué nuevamente en la mesa, no tenía ganas de hablar ahora y menos de lo que pasó, además si lo había despedido ¿Qué se supone le iba a decir para consolarlo?
¡Me fui a dormir, pensando que al día siguiente definitivamente y decretado, seria otro día con mejores oportunidades!
Gracias 🫂 gracias 🫂 gracias 🫂