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El Despertar Del CEO Al Amor

El Despertar Del CEO Al Amor

Status: Terminada
Genre:Romance / Yaoi / CEO / Matrimonio contratado / Triángulo amoroso / Completas
Popularitas:83
Nilai: 5
nombre de autor: Edna Garcia

Ethan Vieira vivía en un mundo oscuro, atrapado entre el miedo y la negación de su propia sexualidad.
Al conocer a Valquíria, una mujer dulce e inteligente, surge una amistad inesperada… y un acuerdo entre ellos: un matrimonio de conveniencia para aliviar la presión de sus padres, que sueñan con ver a Ethan casado y con un nieto.

Valquíria, con su ternura, apoya a Ethan a descubrirse a sí mismo.
Entonces conoce a Sebastián, el hombre que despierta en él deseos que nunca se había atrevido a admitir.
Entre secretos y confesiones, Ethan se entrega a una pasión prohibida… hasta que Valquíria queda embarazada, y todo cambia.

Ahora, el CEO que vivía lleno de dudas debe elegir entre Sebastián, el deseo que lo liberó, y Valquíria, el amor que lo transformó.
Este libro aborda el autoconocimiento, la aceptación y el amor en todas sus formas.

NovelToon tiene autorización de Edna Garcia para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 23

Sebastian entró en la habitación de Ethan.

—Después de ese beso, no voy a poder dormir. —Ethan dejaba fluir las palabras mirando a los ojos de Sebastian.

—Yo, también creo que para mí sería imposible, no consigo olvidar ese beso.

—Quédate conmigo esta noche, lo necesito.

Sebastian se acercó a Ethan, y el beso que vino a continuación fue devastador, lleno de furia y deseo.

Sebastian y Ethan fueron desvistiéndose, en el corazón de ambos aún existía aquel sentimiento de culpa.

Pero ambos querían vivir aquel momento, querían liberarse.

—Sebastian, en mis sueños más locos, era un hombre igual a ti, que venía en mi pensamiento.

—¿Cómo así?

—Moreno bronceado, cuerpo atlético, he deseado este momento contigo desde que te conocí. —Ethan hablaba, sujetando las dos manos de Sebastian, y observando su cuerpo.

—Ethan, esta es mi primera vez con un hombre, así como siempre soñé, pero nunca lo puse en práctica.

—Sabes, aún me estoy sintiendo culpable, pero ya que llegamos hasta aquí, vamos a vivir este momento.

Sebastian arrastró a Ethan hasta la cama, los dos se acostaron, lado a lado.

Sebastian fue quien tomó la iniciativa, cuando los labios de él aún besaban a Ethan.

Aquella noche ellos se liberaron, al menos entre ellos.

Allí, ambos fueron activos y pasivos, intentando experimentar todo tipo de placer que aquella noche pudiera proporcionar a ambos.

Ellos durmieron juntos, Sebastian fue quien despertó primero.

Se levantó, se duchó y fue para su habitación.

Después de casi una hora fue que Ethan despertó, pensó en todo lo que había acontecido.

A pesar de los placeres experimentados, la sensación de vergüenza, culpa ahora era bien mayor.

El avión aterrizó en São Paulo bajo un cielo nublado.

Ethan mantuvo los ojos cerrados durante el desembarque.

No era el cansancio físico que lo atingía— era el peso invisible de algo que no sabía cómo enfrentar.

Durante todo el vuelo, evitara mirar para Sebastian.

Las pocas palabras trocadas fueron frías, casi mecánicas.

La leveza de Lisboa se había transformado en silencio, y el beso, la noche que tuvieron, era para haber liberado su corazón, pero ahora lo aprisiona aún más.

Enquanto atravesaban el recibidor, Ethan se preguntaba, en una mezcla de miedo y arrepentimiento:

“¿Por qué dejé eso acontecer?”

En el coche, el sonido del motor llenó el vacío.

Sebastian, en el banco del conductor, dirigía con la mirada fija en la carretera.

Por dentro, sentía el mismo conflicto — la duda si había cruzado una línea que jamás podría ser deshecha.

Ethan miraba por la ventana, viendo la ciudad volver a su ritmo frenético.

Cada edificio, cada outdoor, cada luz parecía recordarle de quien él era — o, por lo menos, de quien debería ser.

Aquella noche, ya en casa, Ethan entró en el escritorio y cerró la puerta con llave.

La lluvia fina caía del lado de fuera, y el sonido de las gotas en el vidrio parecía hacer eco dentro de él.

Pasó las manos en el rostro, exhausto, y murmuró para sí mismo:

—Eso no podría haber acontecido…

Pero el corazón insistía en contrariar la razón.

Porque, en el fondo, él sabía que aquel momento en Lisboa no fuera un error — fuera verdadero.

Y era exactamente eso que lo aterrorizaba.

Cuando oyó pasos leves aproximándose, intentó recomponerse.

Valquíria apareció en la puerta, con una mirada calma, pero atenta.

—¿Está todo bien?

Ethan forzó una sonrisa.

—Solo cansado.

Ella se aproximó, posando una taza de té en la mesa.

—¿Cansado… o confuso?

Él levantó la mirada, sorprendido.

Valquíria se sentó frente a él, sin prisa.

—Yo te conozco, Ethan.

Él desvió la mirada, incapaz de sostener la de ella.

—Aconteció algo en el viaje — murmuró, por fin.

—¿Con Sebastian? — preguntó ella, directo, pero sin juzgamiento.

Ethan respiró hondo, el nudo en la garganta apretando.

—Yo… no sé lo que me dio. — Pasó la mano por los cabellos. — Fue todo tan natural, tan rápido… y, al mismo tiempo, tan errado.

Valquíria lo observó en silencio, con ternura.

—¿Errado por qué, Ethan?

—Porque yo no puedo sentir eso. — La voz de él tembló. — Porque no fui criado para eso. Porque todo lo que viví, todo lo que conquisté, sería destruido si alguien supiese.

Ella lo dejó hablar, dejando el silencio acoger cada palabra.

—¿Y lo que siente ahora? — preguntó, con dulzura.

Ethan la miró, los ojos mareados.

—Vergüenza. Culpa. Y, al mismo tiempo… no sé si valió la pena.

Valquíria respiró hondo y respondió, con calma:

—El problema es que usted aún está intentando entender si lo que vivió fue pecado o apenas amor.

Él bajó la cabeza, emocionado.

—No sé si consigo lidiar con eso, Valquíria.

—Usted no precisa decidir ahora. — Ella colocó la mano sobre la de él. — Solo no intente apagar lo que aconteció. Fingir que nada existió solo va a machucarte más.

Ethan quedó en silencio, el corazón apretado.

—Yo solo quería ser normal.

—Usted ya es — dijo ella, con firmeza. — Solo no del modo que el mundo quiere.

Esas palabras lo atingieron con fuerza.

Por un momento, sintió voluntad de llorar — no de tristeza, sino de alivio.

Valquíria se levantó y lo miró con cariño.

—Vaya a dormir, Ethan. Mañana tal vez el peso sea menor.

Cuando ella salió, él permaneció allí, solo en la oscuridad, mirando la propia imagen reflejada en la ventana.

El hombre que veía era el mismo de siempre — pero, por dentro, todo había cambiado.

Y, en el silencio de la noche, Ethan percibió que el mayor enemigo que precisaría enfrentar no era el preconcepto de los otros.

Era su propio miedo.

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