Siempre Juntos... |Trilogía: En Las Buenas Y En Las Malas #2

—Nada obvio sus celos señor Park. —se mofó la castaña

—Mejor para mi —gruñó para si antes de sonreírle y cambiar de tema —Te va a gustar el repertorio, mis padres son amigos de María Vi'Oley y la invitaron a venir hoy.

—¿De verdad? Soy fan y se que es una pianista muy solicitada.

—Así es... Mis padres la conocieron hace unos años y son buenos amigos.

—Dion, querido... —su madre apareció con su respectiva copa de vino —Ven conmigo, hay alguien a quien debes ver.

—Madre...

—He dicho. —sentenció la oji verde

Dion miro a su esposa.

—Regreso en un momento, señorita.

—Claro, adelante.

—Te lo devuelvo en breve querida.

Entrelazando el brazo con el de su hijo, Ofelia se alejó con el hacia la multitud que empezaba a salir de la casa para ocupar lugares en el jardín

—Como bien dije, no podría estar con usted siempre.

Tina miró al primo de Dion.

—Su madre lo requería para algo personal. —aclaró

—Entiendo, si mi tía llama, no podemos negarnos...

—Dígame, ¿usted trabaja con Dion en Dominion?

El rubio sacudió la cabeza.

—No, tengo mi propia empresa.

—Oh... Es que creí haberlo visto antes.

El oji azul la miró con detenimiento.

—No, no la reconozco. Es la primera vez que la veo.

—Entiendo...

—Se le ha acabado el champán. ¿Gusta más?

Tina sacudió la cabeza.

—No, muchas gracias.

—Deme su copa, la llevaré dentro. —estiro la mano

—Gracias.

—¿Es casada?

Tina se tensó.

—Lo comento por el anillo, parece de bodas o compromiso, no sé distinguir.

—Casada. —sonrió forzadamente

—Es una lástima. —ella levantó una ceja —Supongo que llegue tarde —le guiño un ojo

—Muy tarde.

Tina dio un respingo y miro a Dion detrás de ella.

—El esposo de la señorita Buller me pidió que la cuidará personalmente.

—¿Celoso? —se mofo el rubí mirando a la oji aceituna

—Muy... celoso. —confesó el señor Park con seriedad

Tina apretó los labios para no reír.

—Con permiso. —William desapareció dentro de la casa

Dion Park tiene la mirada seria y profunda mientras ve a su primo alejarse. Cuando sus ojos miran a la castaña, el cuerpo entero de esta se enchina.

—Venga conmigo señorita Buller.

—¿A dónde...

—Tengo un asunto que tratar con usted. —hace un gesto con la mirada y le pide seguirlo.

Ambos se adentran en la mansión y suben hasta el segundo piso hacia una habitación.

—Pasa. —el oji miel le sostiene la puerta

Sin dudarlo, la castaña entra a la habitación y se asombra al ver que hay una cama, un ropero y un pequeño escritorio. Estaba amueblada como si alguien durmiera allí.

—¿De quién es la habitación? —pregunta —¿Qué haces? —se tensa y mira a Dion por encima del hombro.

—Abrazando a mi esposa, ¿hago mal?

Sonriendo, abre la boca para pedirle bajar de nuevo pero calla cuando le siente temblar levemente.

—¿Tienes una crisis?

—Tal vez... —Dion murmura y deja el mentón en su hombro

Rápidamente se da la vuelta y sostiene su rostro con las manos

—¿Hace cuánto te empezó?

—Aún no sé si fue antes o después de ver al mujeriego de mi primo coquetear con mi esposa.

—Entonces fue antes. —le beso la nariz

Las crisis de Dion eran cada vez menos frecuentes. Aunque no podían cantar victoria.

—Eres la tentación andando... ¿Lo sabías?

—¿Ah si? —la señora Park levanta una ceja —¿Qué tanto?

Dion la estruja contra su cuerpo, sacándole un suspiro.

—Lo suficiente como para estrenar esta habitación.

Tina observa el lugar.

—¿Es tuya? —pregunta con un ronroneo mientras se deja hacer

—Era mía mientras vivía aquí. Me llevé todo cuando me fui a estudiar al extranjero. —explica su esposo sin dejar de besar su cuello

—Es linda. —la castaña se muerde el labio inferior cuando Dion desliza las manos por debajo de su vestido —Dion... —susurra —La gente...

—¿Qué tiene?

—¿Cómo qué qué tiene? ¡Hay más de 50 personas ahí abajo!

—Entonces deberá gritar un poco más bajo, señora Park. —Dion la conduce hacia la cama

Tina sonríe y se deja recostar en el colchón .

—Necesito de mi colchón de calor o moriré...

—Entonces no pierda tiempo, señor Park. —estirando los brazos, la trigueña invita al oji miel a fundirse con ella

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—¡La cena! —Tina se sienta y mira a la ventana que da hacia el jardín

Dion se sienta a su lado y recorriendo su cabello, besa su hombro.

—A juzgar por la hora... La fiesta ya debió haber terminado.

La trigueña le mira con miedo.

—No diste las palabras de bienvenida, tus padres te van a matar.

—Tranquila. Vamos a dormir, ellos lo entenderán...

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—¡No lo entiendo! —el grito de Ofelia Palmer estremecen a la castaña —¡Pero que insolente me saliste! —la mujer camina de un lado a otro por la sala —¡Mira que desaparecer en la cena de aniversario de tus padres!

Tina trago saliva con fuerza mientras movía los dedos con nerviosismo.

Dion asiente.

—Estoy apenado, pero tenía algo urgente que hacer.

—¿Qué es más urgente que tus padres? —sisea la mujer de cabello dorado antes de bufar con fastidio —¿No vas a decir nada querido?

El hombre a su lado, yase sentado en un sofá mientras lee el periódico y toma café

—¿Qué deseas que le diga? —pregunta sin despegar la mirada de su lectura —No puedo castigarlo, sin embargo, no puedo negar que fue de mala educación no estar presente. —le mira —Sobre todo cuando se lo prometiste a tu madre.

—Lo siento, pero tenía que...

—¿Qué hace está señorita aquí? —la mujer se fija en la castaña

—A ese tema iba ahora mismo... El motivo por el que no estuve para dar el discurso fue porque Tina y yo...

—Son novios. —dicen al unísono sus padres

Dion y Tina los miran perplejos.

—¿Cómo... —balbucea el oji miel

Su madre se ríe.

—No nací ayer querido. No te vemos en meses y de pronto llegas a la fiesta de aniversario de tus padres con una bella mujer, ¿me creo que es por trabajo?

—A casa no se trae a cualquier persona. —remata su padre antes de beber más café aún sin mirarlos

Dion sonríe y asiente.

—Tienes toda la razón padre y por eso tengo el gozo de anunciarles que Tina Buller no solo es mi novia, es mi esposa.

La castaña contiene el aliento al mismo tiempo que la madre de Dion lo hace y su padre baja el periódico para mirarlos con los ojos cuadrados.

—Yo... —mira enojada a Dion ante la noticia sin anestesia, aunque no sabe muy bien que decir —Lamento lo de ano...

—¡AAAAAAAAH! —el grito de la madre de Dion erizan la piel de la trigueña —¡Pero que noticia! —chilla y se acerca a ella —¿Es cierto eso? —le toma de las manos —¿Estás casada con mi hijo?

—Acabo de decir... —empieza Dion

—SSSH. —su madre le mira —Cállate que luego hablamos contigo jovencito. ¿Cómo te fuiste a casar sin decirnos? —le riñe y mira de nuevo a su nuera con una sonrisa —¡Pero que hermosa eres y que hermosa noticia!

—Ah... Muchas gracias señora...

—¡No no! —sacude la mano —¡Eres mi nuera! —la abraza con fuerza —¡Dime suegra! —sacude la cabeza —No no, dime mamá.

—Madre. —le advierte Dion

—Sssh... Tú te callas. —le regaña y sonríe ampliamente, separando las manos para contemplar a la castaña —¿Cómo es que fuiste a casarte con este malcriado?

Dion rueda los ojos y Tina no puedo evitar reírse.

—¿No dirás nada querido? —Ofelia mira a su esposo

El señor Park se levanta y se acerca a Tina, ahí ella nota que es más alto incluso que Dion.

—Bienvenida a la familia querida... —la abraza —Dime suegro o padre.

—Ah... Un gusto señor... Suegro... Eh... Perdón, esto es nuevo para mi.

Los señores Park, sonríen embobados.

—No te culpare si decides dejar a mi hijo.

—Yo también los amo padres. —bufa Dion levantando los brazos al cielo —Lamento no estar ayer para el discurso y en la cena, tuve un asunto que tratar con mi esposa.

—¡Entonces entendemos perfectamente! ¿No es así querido? —su esposo asiente —¡Es un honor que formes parte de la familia! —chilla de emoción su... ¿Suegra? —Al fin tendré con quien platicar y salir de compras.

—Ah... —balbucea

—Sobre eso, nadie debe saber que estamos casados.

—¿Por qué? —se alarma la oji verde

—Pido unas disculpas —Tina les sonríe apenada —Es que aun no me siento lista para tanta atención. Y cuando lo este... Yo misma lo diré a los medios.

Ambos adultos mayores asienten.

—Por nuestra parte no se sabrá nada. —le guiña un ojo su suegra

...[...]...

Todo lo que quedo del fin de semana, Tina se lo paso en casa de sus suegros. Dion inventó una loca historia de amor que ambos padres se creyeron, además, la señora Ofelia se ofreció a organizar la boda religiosa, ya que solo estaban casados por el civil. Tina no tuvo herramientas para decirle que no así que acepto con la condición de que sería algo pequeño y privado, muy privado.

—¿Todo bien? Pareces agobiada.

Tina levantó la mirada hacía su amiga.

—No es fácil lidiar con el señor Park y... Bueno, la responsabilidad que tengo encima me agobia ciertamente.

—Debemos salir a relajarnos. ¿Qué dices?

—Tina, Andrea.

Ambas se levantan de un salto cuando el señor Figueroa entra a la habitación.

—Buenos días, señor.

—Preparen sus maletas, van a viajar hoy mismo.

—¿Qué...

—¡De acuerdo señor! —cuando su jefe se va, la rubia mira a su amiga —¿No es genial? Ya te van considerando para más reportajes...

—Es que... No lo puedo creer. —sonríe la castaña

—Pues empieza a asimilarlo... Iré con Javier a averiguar a donde vamos. ¿De acuerdo?

—Sí.

.

.

.

Suiza.

Yolanda había tomado sus vacaciones, así que Tina y Andrea estaban cubriendo los reportajes que ella debía hacer. Y aún siendo reemplazos, era una oportunidad única para ganar experiencia y terreno dentro de la empresa.

Iniciarían en Suiza y luego irían a Singapur, en ambos lugares cubrirían el reportaje de una novela. Seguirían a la actriz Katherine Dolores por una semana y documentarían su día a día en el rodaje.

Habían hablado con el manager de la actriz: Jerry, y se habían comprometido a no interferir en su trabajo siempre y cuando ella les diera un reportaje antes de su participación en Suiza y Singapur, además, uno en medio de cambios de escena y al terminar su parte.

—Tina, te presento al doctor que estará pendiente de que Katherine lleve bien su embarazo durante el rodaje. —sonrió la rubia

La actriz de 30 años estaba por segunda vez embarazada y la novela justamente requería de una mujer así y no dudaron en contratarla, sin embargo, su embarazo se fue haciendo más complicado a lo largo del rodaje y a últimos episodios, la producción buscaba cuidar de la actriz así que contrataron al mejor ginecólogo para ello.

—Él es el doctor Park, doctor privado de la actriz Dolores y fue llamado para cuidarla en este proceso.

Tina, saludo a su suegro.

—Un gusto doctor, si tiene tiempo, no nos vendría bien una entrevista corta con usted.

—Claro, con gusto les apoyaré en lo que necesiten. Ahora, si me permiten, debo ir con mi paciente.

Cuando la copia mayor de Dion se aleja, Andrea chilla de emoción y sacude a su amiga con fuerza.

—¿¡No es genial!? Hemos conocido al padre de Dion en persona... Además, ¡lo vamos a entrevistar! Se dice que es el mejor ginecólogo y muchas famosas acuden a él o lo contratan para que viaje con ellas a rodajes de películas o novelas.

Tina sonrió con afecto.

—Bueno, siempre es bueno tener un doctor cerca.

Y eso le recordaba que tenía que avisarle a Dion donde estaba.

—Si, por cierto, muero de hambre... ¿Te traigo algo antes de la primera entrevista con la señora Katherine?

Tina y Andrea se turnarían con las entrevistas siendo la castaña quien comenzaría.

—Te lo agradecería, esperaré a que Jerry salga de su camerino para preguntarle si podemos entrar.

—Bien, ahora regreso.

La rubia se alejó en busca de algo para comer mientras el celular de la castaña empezaba a hacer ruido. Al sacarlo, sonrió.

Más invocado, imposible.

—Buenas tardes, esposa mía, ¿qué desea almorzar hoy?

Tina sonrió.

—Buenas noches, esposo mío, lamento decirle que no podré almorzar con usted hoy, ni mañana, ni pasado, al menos por una semana.

Se produjo un silencio del otro lado y Tina miro su celular con rareza.

—¿Sigues ahí?

—Apenas... —se escuchó un balbuceo —¿Dónde... Estás..? —tartamudeo el señor Park —¿Tan mal te trato que has huido de casa?

La trigueña rompió en risa.

—Oh si, el señor Park es todo un maltratador así que decidí irme de casa.

—Chistosa. —se escuchó el refunfuño del otro lado —¿Estás bien? ¿No necesitas de un salvador?

—No te preocupes, si algo me pasa, puedo confiar en que mi suegro me va a salvar.

—¿Eh?

Tina sonrió.