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Lo Que Debía Permanecer Oculto

Lo Que Debía Permanecer Oculto

Status: Terminada
Genre:Romance / Época / Fantasía épica / Edad media / Completas
Popularitas:897
Nilai: 5
nombre de autor: MIS HISTORIAS

Kaela Norwyn nunca buscó la verdad. Pero la verdad la encontró a ella.
Tras la muerte de su madre, Kaela inicia un viaje hacia lo desconocido, acompañada por un joven soldado llamado Lioran, comprometido a protegerla… y a proteger lo poco que queda de un apellido que muchos creían extinto. Lo que comienza como un viaje de descubrimiento personal, pronto se transforma en una carrera por la supervivencia: antiguos enemigos han regresado, y no todos respiran.
Perseguidos por seres que alguna vez estuvieron muertos —y no por decisión propia—, Kaela y Lioran desentrañan un legado marcado por pactos silenciosos, invocaciones prohibidas y una familia que hizo lo impensable para mantener a salvo aquello que debía permanecer oculto.
Entre la lealtad feroz de un abuelo que nunca se rindió, el instinto protector de un perro que gruñe antes de que el peligro se acerque, y el amor contenido de un joven

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Capitulo 23

El murmullo de los invitados se apagó cuando Eldran se levantó en el altar. Con solemnidad, levantó una mano para imponer silencio. La brisa agitaba suavemente los estandartes rojos y negros de los Norwyn, y la música de cuerdas llenaba el aire con un eco solemne.

Kaela y Lioran avanzaron juntos por el pasillo, bajo la mirada de todos. Ella sostenía su ramo con las manos temblorosas, pero su sonrisa brillaba más que cualquier joya. Él, en cambio, mantenía el porte firme, aunque sus ojos se ablandaban cada vez que miraba a Kaela.

Niebla caminaba tras ellos, despacio, con la seriedad de un guardián ancestral. Nadie había pensado en detenerlo; al parecer, hasta los sirvientes lo habían aceptado como parte oficial de la procesión.

“Al fin…” pensaba el San Bernardo mientras observaba todo con un aire casi solemne. “Tanto drama, tanto llanto, tanto gruñido de mi parte… y hoy por fin se hace oficial. Mi humana y su caballero. Ojalá no se les ocurra volver a besarse en el cuello delante de mí.”

Un grupo de invitados sonrió al verlo pasar, y Niebla infló el pecho.

“Sí, sí, admírenme. Soy el héroe de esta historia. Sin mí, este compromiso no habría llegado tan lejos. Yo mantuve a raya al muchacho… hasta que aprendió a comportarse.”

Kaela y Lioran llegaron al altar. Eldran los miró con una mezcla de orgullo y seriedad.

—Hoy, ante todos los aquí presentes, declaro el compromiso oficial de Kaela Norwyn y Lioran de Vanthar.

El público aplaudió con entusiasmo. Darel, por supuesto, agitó un pañuelo blanco como si estuviera en plena obra de teatro.

—¡Bravo, mi musa! —exclamó, con lágrimas exageradas—. ¡Y bravo, mi caballero celoso con cara de estatua!

Algunos invitados rieron suavemente. Lioran, por su parte, lo fulminó con los ojos, lo que solo provocó que Darel se inclinara en una reverencia burlona.

Niebla observó la escena y suspiró para sí.

“¿Ven? Si yo no gruñera cada vez que Lioran se le pega demasiado, este compromiso habría terminado en tragedia. Pero ahora… se ven felices. Supongo que le daré un respiro… por hoy.”

Kaela y Lioran se miraron a los ojos mientras Eldran colocaba sus manos una sobre la otra. En ese instante, el mundo se redujo a ellos dos: su promesa, su unión, su futuro.

—¿Aceptas este compromiso, Kaela? —preguntó Eldran con voz solemne.

—Sí —respondió ella, con voz clara, aunque temblorosa de emoción.

—¿Y tú, Lioran?

—Sí, con todo mi ser.

Los aplausos resonaron. Algunos lanzaron flores al aire. Kaela se inclinó ligeramente hacia Lioran, y él, respetuoso, depositó un beso suave en su frente.

Niebla ladeó la cabeza, satisfecho.

“Eso está bien. Frente está permitido. El cuello… sigue siendo territorio prohibido.”

La risa de Kaela brotó espontánea al ver cómo Niebla los observaba con ese aire de juez incorruptible.

—Creo que incluso Niebla aprueba —susurró ella.

—Por esta vez —murmuró Lioran, lanzándole al perro una mirada casi desafiante.

El San Bernardo bufó y se echó con solemnidad justo al pie del altar, como si marcara su lugar en la ceremonia.

**

Pero entre la multitud que celebraba, el intruso encapuchado permanecía inmóvil. Sus ojos no se apartaban de Kaela. Apretaba el amuleto con el símbolo del Ojo Oscuro bajo su manto, sintiendo cómo ardía en su mano.

“Rían, celebren… crean que están a salvo. Pronto entenderán que nada puede protegerlos. Ni santuarios, ni promesas, ni perros guardianes.”

Y mientras las risas y aplausos llenaban el aire, en la

**

Mientras en los jardines de la mansión Norwyn las campanas aún resonaban celebrando el compromiso de Kaela y Lioran, en otro lugar, muy lejos, una sombra se reunía con otras.

El intruso que había observado la ceremonia caminaba ahora por un estrecho sendero de roca, oculto en las entrañas de la montaña. Antorchas encendidas iluminaban paredes cubiertas de símbolos antiguos: círculos, espirales y ojos tallados en piedra, todos apuntando hacia un altar ennegrecido por el tiempo.

Allí lo esperaban otros, encapuchados, susurros entrelazados como un murmullo venenoso.

—¿La viste? —preguntó uno, con voz áspera.

—Sí. Está viva —respondió el intruso, dejando caer la capucha—. La nieta de Eldran… la última sangre de Norwyn.

Un silencio cargado llenó la caverna.

—Creímos que la sangre había desaparecido —dijo otro, con furia contenida—. Que el linaje había muerto con la madre.

El intruso apretó el amuleto con el símbolo del Ojo Oscuro y lo levantó hacia la luz temblorosa.

—Estábamos equivocados. La bendición aún fluye en ella. Y si no la detenemos, su unión con ese caballero podría debilitarnos.

**

El Ojo Oscuro había nacido siglos atrás, cuando hombres y mujeres, en su arrogancia, abrieron lo que jamás debía abrirse. Buscando respuestas más allá de la vida y la muerte, convocaron sombras que prometían poder a cambio de obediencia.

De aquel pacto impío surgió un velo: una grieta entre lo visible y lo oculto. Y de esa grieta emergió el Ojo, un poder que podía ver incluso donde la luz no llegaba. Con el tiempo, los seguidores lo convirtieron en culto, construyendo altares secretos, derramando sangre inocente, quebrando familias enteras.

Los santuarios creados por la Iglesia y sellados con la sangre Norwyn habían frenado su avance. Pero ahora, con tantos destruidos, el Ojo volvía a extenderse como una plaga.

**

El líder de los encapuchados, de voz grave y profunda, dio un paso al frente.

—Kaela Norwyn no debe llegar a portar la bendición de su linaje. Si su sangre se une en amor y sacrificio, podría debilitarnos más de lo que imaginan.

Los demás asintieron, golpeando el suelo con los bastones ennegrecidos.

—Entonces, ¿cuándo actuaremos? —preguntó el intruso.

El líder alzó la mirada hacia las runas talladas sobre el altar.

—Pronto. El Ojo nos muestra que su celebración nos dará la oportunidad perfecta. Cuando baje la guardia, cuando crea que está a salvo… entonces caerá.

El intruso sonrió, con un destello cruel en los ojos.

—Que así sea.

Y en lo profundo de la montaña, las sombras parecieron respirar, como si el Ojo mismo se abriera un poco más, esperando el momento para reclamar lo que debía permanecer oculto.

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