Arie ha estado enamorada de Andy desde el día en que lo conoció. Pero él nunca lo ha sabido. Para Andy, ella es su mejor amiga, su confidente, la persona en la que más confía. Y aunque su relación es demasiado cercana, demasiado íntima, Andy sigue amando a Evelin, la madre de su hija.
A pesar de que Evelin tiene otra pareja, sigue teniendo un poder sobre él que Arie no puede romper. Mientras tanto, Arie se ve atrapada en un amor que la consume, en la dulzura de Andy que solo la hiere más, y en el cariño de Charlotte, la pequeña niña que siente como suya, aunque nunca lo será.
Ser parte de la vida de Andy la hace feliz, pero también la destruye un poco más cada día. ¿Hasta cuándo podrá soportarlo? ¿Podrá seguir amando en silencio sin que su corazón termine roto en pedazos?
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capítulo 23
Andy observaba con una sonrisa encantada cómo Arie comía. Le gustaba verla así, disfrutando de la comida que él mismo le había preparado. Era un momento simple, pero para él tenía un gran significado.
De repente, el timbre sonó nuevamente.
Andy suspiró con fastidio y rodó los ojos.
—Hoy parece ser el día oficial de visitas inesperadas —murmuró con sarcasmo mientras se levantaba.
Caminó hacia la puerta y, al abrirla, Evelin entró como si la casa le perteneciera. Ni siquiera esperó una invitación. Se metió de lleno en la sala, con una expresión de indignación y lista para soltar su discurso de siempre.
—¡Eres un egoísta, Andy! —espetó con tono dramático—. ¡No puedes pretender tener una familia con otra mujer mientras dejas a tu hija de lado!
Andy cerró la puerta con calma y se cruzó de brazos, apoyándose en el marco.
—Evelin, ¿tienes idea de lo ridícula que suenas? —preguntó con una media sonrisa llena de sarcasmo—. Primero, no te invité a entrar. Segundo, nadie está dejando a Charlotte de lado, excepto tú con todo este circo. Y tercero, si vas a seguir con estos delirios, te recomendaría que buscaras ayuda profesional.
Evelin lo fulminó con la mirada.
—¡No te burles de mí, Andy! ¡No permitiré que me quites a mi hija!
Andy dejó salir un suspiro y su expresión se tornó seria.
—Evelin, escúchame bien —dijo en un tono firme—. Si realmente quieres a nuestra hija, no la expongas a este tipo de conflictos innecesarios. Charlotte es feliz con ambos, pero tú estás empeñada en hacer de esto una guerra absurda.
Evelin abrió la boca para responder, pero Andy la interrumpió antes de que pudiera hacerlo.
—No me manipules con Charlotte —dijo con dureza—. Es una niña pequeña, inocente, que no tiene la culpa de nada. No voy a permitir que crezca en medio de discusiones sin sentido solo porque a su madre se le ocurrió que su ego es más importante que su bienestar.
Evelin apretó los labios con furia.
—Esto no ha terminado, Andy —gruñó, girándose para salir con el mismo dramatismo con el que había entrado.
Andy la vio irse sin moverse de su sitio. Cuando cerró la puerta, se quedó un momento en silencio, respirando profundamente para no perder la paciencia.
—¿Todo bien? —preguntó Arie desde la mesa, con una ceja arqueada.
Andy la miró y su expresión se suavizó.
—Sí, amor —respondió, volviendo a su lado—. Solo otro intento fallido de manipulación.
Arie suspiró y le tomó la mano con suavidad.
—Lo importante es que Charlotte te tiene a ti. Y que tú siempre harás lo mejor para ella.
Andy le dio un beso en la frente y sonrió.
—Y también te tengo a ti.
A pesar de todo el caos que Evelin intentaba crear, Andy se sentía más seguro que nunca. Arie estaba con él, y eso era suficiente para mantenerlo firme.
[...]
Narra Arie.
Para mí, lo que estaba haciendo Evelin era una completa estupidez. No podía entender cómo alguien podía ser tan egoísta, cómo podía usar a su propia hija como una herramienta para manipular a Andy. ¿De verdad era más importante su capricho que el bienestar de Charlotte? Me costaba creerlo.
Yo no tenía hijos, pero quería muchísimo a Charlotte y también a mi sobrino Liam. Para mí, los niños eran sagrados, intocables. Eran seres inocentes que merecían amor y protección, no ser arrastrados a un juego sucio de manipulaciones y chantajes.
Observé a Andy después de la discusión con Evelin. A pesar de su actitud tranquila y segura, sabía que esto le afectaba. Charlotte era su mundo, su prioridad, y Evelin estaba haciendo todo lo posible por convertir su relación con ella en una pesadilla.
Me acerqué a él y tomé su mano.
—No entiendo cómo puede hacerle esto a Charlotte —dije con frustración—. Es su propia hija. ¿Cómo puede ser tan cruel?
Andy suspiró y acarició mi mano con el pulgar.
—Porque no le importa Charlotte, solo le importa ganar —respondió con amargura—. Cree que si me complica la vida, voy a ceder y hacer lo que ella quiere.
Negué con la cabeza.
—Pero no lo hará, ¿cierto?
Andy me miró a los ojos y su expresión se suavizó.
—Por supuesto que no. Nunca permitiré que Charlotte sufra por esto.
Le di un beso en la mejilla y me apoyé en su pecho.
—Tienes razón —murmuré—. Y yo estaré aquí para recordártelo cada vez que lo necesites.
Sentí cómo su abrazo se apretaba un poco más alrededor de mí. Y en ese momento supe que, sin importar lo que Evelin intentara, nosotros enfrentaríamos esto juntos.