Una Madrastra Reencarnada

Al llegar a la mansión del duque Aldridge, Eleanor y Robin descubrieron que las habitaciones destinadas a los invitados estaban ya preparadas… pero solo habia una para el matrimonio Cavendish.

ella intentó disimular su nerviosismo con una sonrisa torpe.

Eleanor: Supongo que… no es tan grave..

Robin la miró, con una calma que no ocultaba del todo la tensión que sentia.

Archiduque: No, no lo es. Despues de todo, somos marido y mujer.

El resto del dia pasó entre paseos por los jardines y conversaciones entre ellos.. Pero al caer la noche, cuando las luces se atenuaron y el palacio quedó en silencio, la realidad de aquella habitación compartida los alcanzó.

Eleanor se quedó junto a la ventana, con el corazón acelerado.

Robin, ya sin la armadura de la formalidad, se acercó despacio.

Archiduque: No tiene que sentirse incómoda.. Puedo dormir en el sillón si lo prefiere.. además no es la primera vez que compartimos habitacion

Ella negó lentamente, girandose hacia el.

Eleanor: No es incomodidad, Robin… es miedo de no poder fingir mas.

El archiduque la miró, sin entender del todo, hasta que ella dio un paso al frente y apoyó su mano sobre su pecho.

Eleanor: He pasado tanto tiempo luchando contra lo que siento… y ya no quiero hacerlo.

Robin atrapó su mano con delicadeza.

Archiduque: Entonces no lo haga.

El silencio que siguió fue distinto a todos los anteriores.

Sus miradas se encontraron, y todo lo no dicho.. la confianza, el deseo, el cariño, la protección mutua.. estalló en un solo instante.

No hubo palabras, solo la certeza de que por fin podian pertenecer el uno al otro sin miedo.

Eleanor apoyó la frente en su pecho, y el la rodeó con los brazos, con una ternura que temblaba entre el amor y la necesidad.

Archiduque: No tiene que temer.. No espero nada que usted no quiera dar.

Ella giro, sorprendida por el tono de su voz. No era la del hombre firme y contenido que conocia, sino la de alguien que hablaba con el alma desnuda..

Eleanor: No tengo miedo de usted… tengo miedo de sentir tanto.

Robin sonrio apenas, una sonrisa fragil, distinta a las que usaba en los salones o frente a los nobles..

Archiduque: Entonces sienta. Y deje que sea yo quien tema perderla.

Eleanor dio un paso hacia él, y cuando su mano rozo la de él, el mundo parecio detenerse.

Robin la tomo con cuidado, como si temiera romper algo precioso.

Su tacto era calido, seguro, y cuando la acerco, la abrazo con una dulzura que ella nunca habia conocido..

No hubo prisa.

Solo miradas, suspiros y la respiracion compartida.

El beso llego lento, tembloroso, cargado de promesas que no necesitaban palabras.

Eleanor cerro los ojos y se dejo llevar, sintiendo que todo el peso del miedo se disolvia en esa cercania..

Robin la acaricio con respeto, con una ternura que lo sorprendio a el mismo. Habia pasado tantos años conteniendo su vida, sus emociones, sus deseos… que no sabia cuan profundamente podia amar hasta esa noche.

Cada gesto suyo era una pregunta, cada caricia una respuesta.

Eleanor, entre sus brazos, entendio que aquel hombre que el mundo llamaba frio y distante era, en verdad, un alma llena de cuidado..

Y Robin comprendio que esa mujer que habia llegado como un torbellino era, en realidad, su calma..

No fue una noche de pasion desbordada, sino de amor contenido, de respiraciones que se buscaban y se encontraban una y otra vez, hasta que el cansancio los reclamo y quedaron dormidos, unidos, en silencio.

Antes de cerrar los ojos, Robin la miro una ultima vez, y susurro contra su frente..

Archiduque: Por primera vez en mucho tiempo, no temo al mañana.

Eleanor sonrio, medio dormida, y murmuró..

Eleanor: Mientras este conmigo, no habra nada que temer.

Y asi, entre la luz de la luna y el calor de su abrazo, se durmieron juntos por primera vez, no como archiduque y archiduquesa, sino como dos corazones que finalmente se habian encontrado.

La mañana llegó con un aire suave y el perfume de las flores del jardin colandose por la ventana.

Eleanor despertó tarde, aun enredada entre las sábanas, con el cuerpo adolorido y una sonrisa que no podia disimular.

Cuando intentó incorporarse, soltó un leve quejido.

Eleanor: Ay… creo que monté un caballo salvaje en sueños..

mientras intentaba estirarse.

Robin, ya vestido, la miró desde la silla con una sonrisa traviesa.

archiduque: No recuerdo haber visto ningun caballo, pero si que fue una noche… intensa.

Eleanor: jajaja asi es..

archiduque: Por supuesto.. Aunque deberia descansar un poco más. No todos los dias una archiduquesa salva reinos y… se desvela tan heroicamente.

Ella lo miró, sonrojada hasta las orejas.

Archiduque: además ayer estuve muy contenido por ser su primera vez..

Ella lo miró sorprendia y sonrojada

[¡dios santo! y cuando no se contenga!]

A la hora del desayuno, Roland ya los esperaba en la mesa, ordenando el pan con una precisión exagerada.

Eleanor llegó despacio, caminando con algo de rigidez.

El niño la miró, frunciendo el ceño.

Roland: Madrastra, ¿le duele la espalda?

Ella casi se atraganta con el té.

Eleanor: ¿Eh? ¡No! Claro que no… es que dormi… mal, si, mal. Muy mal.

Roland la observó curioso.

Roland: Entonces le diré al doctor que revise su colchón.

Robin bajó la cabeza, ocultando una sonrisa.

Archiduque: No creo que sea necesario, Roland. Estoy seguro de que su madrastra estará mejor mañana.

Roland: Pero parece que le cuesta sentarse..

Ella roja como un tomate agitó las manos.

Eleanor: ¡Estoy bien! De verdad, estoy perfectamente bien.

Robin la miró con los ojos llenos de diversión.

Archiduque: Tal vez deberia acompañarla a descansar después del desayuno..

Ella lo miró con fingida furia, pero no pudo evitar sonreir.

Y Roland, sin entender del todo, asintió satisfecho.

Roland: Si, padre, cuidela. Siempre la hace sonreir.

El archiduque sostuvo la mirada de Eleanor, y por un instante, el mundo se redujo a ese cruce de sonrisas cómplices.