Olivia Lancaster siempre ha sido la hija perfecta: obediente, refinada y dispuesta a sacrificar su felicidad por el bienestar de su familia. Cuando una crisis financiera amenaza con destruir el imperio empresarial que su padre ha construido, Olivia accede a un matrimonio arreglado con Ethan Montgomery, el frío y misterioso magnate que podría salvarlos de la ruina.
Ethan no está interesado en el amor. Para él, el matrimonio es solo un acuerdo de negocios, una forma de asegurarse el control absoluto sobre la empresa de los Lancaster. Sin embargo, lo que comienza como una relación puramente contractual pronto se convierte en algo mucho más intenso. Olivia despierta en él un deseo que jamás imaginó sentir, un anhelo que desafía todas las reglas que se ha impuesto a sí mismo.
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Capitulo 23
Las luces de la ciudad brillaban a través de la ventana, pero Olivia no podía concentrarse en el paisaje. Se encontraba en su apartamento, el corazón latiéndole con fuerza mientras sostenía el teléfono en la mano. La conversación con Ethan no había salido como ella esperaba.
—Olivia, tienes que entender que esto no es solo un juego —había dicho Ethan, su voz cargada de frustración—. Las cosas son más complicadas de lo que piensas.
Ella había sentido que la distancia entre ellos se hacía más palpable, como si cada palabra pronunciada fuera un ladrillo en un muro que crecía entre ellos.
Ahora, mientras miraba las luces titilar, una sensación de vacío la envolvía. La traición que había descubierto la había dejado temblando, como si el mundo que había construido con Ethan estuviera desmoronándose a su alrededor.
Había llegado a la verdad a través de un mensaje accidental: un intercambio de palabras entre Ethan y Alex que revelaba secretos que ella nunca había imaginado. Era imposible ignorar lo que había leído: Ethan había estado involucrado en cosas que ella nunca habría aceptado. Negocios turbios, decisiones difíciles, y una lealtad que parecía más oscura de lo que había anticipado.
—¿Cómo pudiste? —susurró, sintiendo las lágrimas caer por sus mejillas. La traición la hería, cada gota era un recordatorio de que su amor no era tan puro como había creído.
Se sintió atrapada entre el dolor de la traición y la atracción que todavía sentía por él. En ese momento, todo se sentía irreal. Ethan había hecho sacrificios por ella, pero ahora estaba claro que también había cruzado líneas que ella no podía ignorar.
La puerta del apartamento se abrió de golpe, y la figura de Ethan apareció en el umbral. Su expresión estaba cargada de preocupación, pero Olivia no podía mirar sus ojos. Sabía que la verdad estaba a punto de salir a la luz, y no estaba lista para enfrentar las consecuencias.
—Olivia, ¿estás bien? Te he estado buscando —dijo, su voz resonando en el aire pesado de tensión.
Ella no respondió. En su lugar, se giró, enfrentando el reflejo de sí misma en el vidrio de la ventana. Quería que las cosas fueran simples, que el amor fuera suficiente, pero la realidad era más complicada.
—¿Qué ha pasado? —preguntó él, su tono convirtiéndose en un susurro, como si temiera que sus palabras pudieran romper el delicado equilibrio que quedaba entre ellos.
Finalmente, reunió el valor para mirarlo. Sus ojos estaban llenos de dolor, una mezcla de amor y temor que la desgarraba.
—Vi el mensaje, Ethan. ¿Por qué no me dijiste la verdad? —su voz temblaba, pero estaba decidida a no ceder ante la emoción.
La mirada de Ethan se oscureció, como si el peso de la traición que ella había descubierto lo hubiera golpeado de lleno.
—Olivia, yo…
—No, por favor —interrumpió, sintiendo el ardor de las lágrimas amenazando con desbordarse—. No puedo creer que me hayas ocultado algo tan importante. ¿Qué más me has escondido?
El silencio entre ellos se volvió ensordecedor, como un grito que resonaba en sus corazones. Ethan se acercó, pero Olivia retrocedió, el dolor de la traición atravesando su pecho como un cuchillo afilado.
—No quise que te involucraras en esto. Pensé que podría protegerte —dijo, su voz rasgada por la frustración—. Pero no sabía cómo decírtelo.
—¿Protegerme? —replicó, su voz llena de incredulidad—. Estás hablando de un mundo del que no tengo idea, y tú has tomado decisiones sin consultarme. No sé si puedo confiar en ti, Ethan.
Él pareció herido por sus palabras, pero no retrocedió. En cambio, su mirada se volvió más intensa, más desesperada.
—Sé que he cometido errores, pero lo hice por nosotros, por lo que estoy dispuesto a arriesgar. Nunca quise que esto nos separara —dijo, acercándose un paso más, su mano extendiéndose hacia ella.
Olivia sintió un tirón en su corazón, pero no podía permitir que el deseo la cegara. Tenía que ser racional, aunque su cuerpo anhelara estar cerca de él.
—No puedo seguir así —murmuró—. Cada vez que intento confiar en ti, el pasado vuelve a asomarse, y me hace cuestionar todo lo que hemos construido.
La desesperación en su voz era palpable, y las lágrimas finalmente comenzaron a caer, silenciosas y pesadas. Ethan, al ver su dolor, pareció desmoronarse.
—Lo siento, Olivia. Nunca quise lastimarte. Estoy dispuesto a hacer lo que sea necesario para demostrarte que mi amor por ti es real —declaró, sus ojos ardientes llenos de una pasión que ella había comenzado a dudar.
Olivia sintió un torrente de emociones en su interior. La pasión que había compartido con él la llamaba, pero el dolor de la traición la mantenía a raya. Era un juego peligroso, y cada movimiento podía llevarlos a una caída irremediable.
—Necesito tiempo —dijo finalmente, su voz apenas un susurro.
Ethan asintió lentamente, su rostro conteniendo una mezcla de resignación y entendimiento. Ella pudo ver la lucha en sus ojos, y aunque el deseo la consumía, sabía que el camino hacia adelante no sería fácil.
En ese momento, el amor que una vez había sido su refugio se convirtió en un campo de batalla. Ambos estaban atrapados entre las lágrimas de dolor y la pasión que los había unido, y ahora debían enfrentarse a sus miedos más profundos para descubrir si su amor podría sobrevivir a la tormenta que se avecinaba.
Olivia se sentó en el sofá, las manos temblorosas entrelazadas en su regazo. Cada palabra que había compartido con Ethan resonaba en su mente como ecos de una melodía trágica. La atmósfera del apartamento estaba cargada de tensión, una electricidad palpable que parecía estallar en el aire a su alrededor. Ethan se quedó de pie, mirando hacia ella con una mezcla de anhelo y angustia, como si estuviera luchando con un monstruo invisible.
—Te prometo que te lo explicaré todo —dijo él, su voz rasgada por la desesperación—. Pero necesito que me escuches, Olivia. Necesito que entiendas por qué hice lo que hice.
Ella cerró los ojos, sintiendo el peso de sus palabras. Había una parte de ella que quería creerle, que quería lanzarse de nuevo a sus brazos y olvidar todo lo que había descubierto, pero la otra parte, la que había sido herida, se resistía.
—¿Cómo puedo confiar en ti? —preguntó, su voz casi un susurro, llena de inseguridad—. ¿Qué más me has ocultado? ¿Cuántas mentiras más hay en nuestra relación?
Ethan avanzó, su mirada intensa fija en ella. Se arrodilló a su lado, su rostro a la altura del de Olivia, y ella sintió que su corazón latía más rápido. La cercanía la atraía, pero también la aterraba.
—Nunca quise mentirte. Todo lo que he hecho, lo he hecho para protegerte. Mi vida no es fácil, Olivia. He tenido que tomar decisiones difíciles —confesó, su voz vibrante de emoción—. Pero lo que siento por ti es real.
Las palabras de Ethan eran como un bálsamo, pero la herida seguía abierta. La traición había calado hondo, y aunque su cuerpo deseaba acercarse a él, su mente luchaba por mantenerse firme. Se sentía atrapada entre el amor que una vez sintió y la desconfianza que había comenzado a crecer como una sombra oscura.
—¿Protegerme de qué, Ethan? —su voz se elevó, llena de dolor y frustración—. ¿De tus propios secretos? No puedo ser parte de algo así.
Ethan se quedó en silencio, sus ojos revelando la tormenta interna que lo consumía. Finalmente, se levantó, frustrado, y comenzó a andar por la habitación. Cada paso parecía un intento de liberar la tensión que lo ahogaba.
—Hay cosas que no puedo cambiar, cosas de las que no me siento orgulloso —dijo, su tono grave—. Pero nunca he dejado que eso interfiera en lo que siento por ti. Estoy aquí, dispuesto a luchar por nosotros, aunque eso signifique enfrentar mi pasado.
Olivia lo observó, sintiendo el tirón de su corazón. Había un destello de vulnerabilidad en su rostro, una sinceridad que la hacía cuestionar todo lo que había asumido. Tal vez había algo más en la historia de Ethan, algo que aún no había descubierto.
—¿Por qué no me lo dijiste antes? —preguntó, intentando mantener la calma, aunque su voz temblaba—. Podríamos haber enfrentado esto juntos.
Él se detuvo, dándose la vuelta para mirarla.
—Porque tenía miedo —admitió, su voz suave pero cargada de dolor—. Tenía miedo de perderte. Mi pasado es un monstruo que no puedo controlar, y no quería arrastrarte a este mundo oscuro.
La sinceridad de su confesión la tocó profundamente. Era un dilema que ella conocía demasiado bien. ¿Cuánto estaban dispuestos a sacrificar por amor? ¿Hasta dónde estaban dispuestos a llegar para proteger a la persona que amaban?
Olivia sintió una lágrima caer por su mejilla, y la limpió con la mano. A pesar de todo el dolor, el deseo seguía ardiendo entre ellos, una llama que no podía ser ignorada.
—Tal vez podríamos encontrar una forma de sanar esto —sugirió, sintiendo que su corazón se abría lentamente hacia él—. Pero necesito saber que estás dispuesto a dejar tu pasado atrás.
Ethan se acercó lentamente, como si temiera que un movimiento brusco pudiera romper el frágil hilo que los unía.
—Estoy dispuesto a hacerlo —prometió, su voz firme—. Por ti, haré lo que sea necesario.
Olivia tragó saliva, sintiendo que la esperanza comenzaba a florecer en su pecho. Pero aún había muchas sombras que enfrentar.
—Entonces, empecemos a ser honestos el uno con el otro —dijo, su tono decidido—. No más secretos, Ethan. Lo que hemos construido merece ser real, pero necesitamos construirlo sobre la verdad.
La determinación en su voz resonó en el corazón de Ethan. Él asintió, una chispa de luz en sus ojos oscuros.
—De acuerdo —respondió, su tono más ligero—. No más secretos. Estoy contigo, Olivia. Y esta vez, no dejaré que el pasado nos defina.
Ella sintió el calor de su mano al tomar la suya, y en ese momento, comprendió que la batalla que se avecinaba no sería fácil, pero estaban listos para luchar juntos. Enfrentarían las tormentas que vendrían, con la esperanza de encontrar un camino hacia la luz, un camino donde el amor pudiera prevalecer sobre el dolor y la desconfianza.
Así, entre lágrimas de dolor y promesas de pasión, Olivia se dio cuenta de que, aunque el camino sería complicado, estaba dispuesta a seguirlo, porque el amor que compartían era un fuego que no podía apagarse.
ADEMÁS QUIERO REITERAR, QUE ESTA MUUUUUUY BIEN ESCRITA. GRACIASSSSSSS A LA AUTORA POR ESTA HISTORIA Y FELICITACIONES