Enamorado De Sus Curvas

Luana

La luz de la mañana se filtraba a través de las ventanas de la pastelería, iluminando con calidez cada rincón del lugar. El aroma a pan recién horneado y a chocolate derretido llenaba el aire, creando una atmósfera acogedora que siempre me hacía sentir en casa. Mi madre, con su delantal de flores, estaba organizando los pasteles en la vitrina, mientras yo me afanaba en preparar una nueva tanda de galletas.

— ¡Luana! — me llamó mi madre, con una sonrisa en el rostro. — ¿Puedes traerme el glaseado de vainilla de la nevera?

Asentí y me dirigí a la nevera, sintiendo la frescura del aire al abrir la puerta. Mientras buscaba el glaseado, no podía evitar que mis pensamientos se desviasen hacia la cena que tendría con Logan esa noche. La idea de pasar tiempo a solas con él me llenaba de emoción y nerviosismo a la vez. ¿Qué me pondría? ¿Cómo debería actuar? Cada vez que había estado con él, había sentido una conexión especial, pero ahora, la ansiedad comenzaba a apoderarse de mí.

Cuando regresé con el glaseado, mi madre lo tomó con una sonrisa. — Gracias, cariño. Estoy tan emocionada por la cantidad de pedidos que tenemos hoy. Parece que el fin de semana va a estar lleno de trabajo.

— ¿Tienes más pedidos para las tartas de chocolate? — pregunté, recordando lo mucho que le gustaban a la gente.

— Sí, y también para las galletas decoradas. La gente se está preparando para el otoño, y los dulces son siempre un éxito. — Ella sonrió, contenta con la idea de que la pastelería estuviera ocupada.

Mientras seguíamos trabajando, el sonido de la campanita de la puerta me hizo levantar la vista. Era Daniela, entrando con su energía habitual.

— ¡Hola, chicas! — exclamó, con una sonrisa amplia. — Vengo a ver cómo va mi pedido.

— hola, Daniela— respondí, sintiéndome aliviada de verla. Siempre traía consigo una dosis de alegría. — Tu pedido está casi listo. Solo estamos terminando algunos detalles.

— ¡Perfecto! Estoy ansiosa por probarlos. — Se acercó a la vitrina y comenzó a mirar los pasteles. — ¡Todo se ve increíble! ¿Qué hay de nuevo?

Mi madre se unió a la conversación. — Estamos haciendo algunas galletas con especias para el otoño, y también tenemos un nuevo pastel de manzana que ha sido un éxito.

— No puedo esperar para probar eso — dijo Daniela, sus ojos brillando de emoción. Luego, giró su atención hacia mí. — Entonces, ¿cómo va todo con Logan?

Un ligero rubor se apoderó de mis mejillas al escuchar su nombre.

— Bueno, vamos a cenar esta noche — respondí, tratando de sonar casual, aunque mi corazón latía aceleradamente.

— Eso suena increíble — exclamó, con una sonrisa amplia. — ¿Dónde van?

— A un restaurante italiano. — La idea de la comida italiana siempre había sido un punto débil para mí. Me encantaba la pasta y, por supuesto, el tiramisú. — Pero estoy un poco nerviosa.

— ¿Nerviosa? ¿Por qué? — preguntó Daniela, frunciendo el ceño con curiosidad. — Ya haz salido con el otras ocasiones.

— Sí, claro, pero... — hice una pausa, buscando las palabras adecuadas. — No sé, es solo que me emociona. seremos de nuevo solo él y yo,quizás por eso estoy nerviosa.

— Eso es lo que hace que sea especial, Luana. Es una cita— dijo Daniela, dándome un ligero empujón. — Tienes que dejar de pensar en lo que podría salir mal y concentrarte en lo que podría salir bien.

— Lo sé, pero... — suspiré, sintiéndome un poco abrumada. — La última vez que estuve con un chico así, las cosas no salieron bien. No quiero que se repita.

— ¿Te refieres a la situación con Josh? — preguntó mi madre, alzando una ceja mientras decoraba un pastel. — Te entiendo, pero Logan es diferente. Te trata bien.

— Sí, lo sé. Es solo que... — me detuve, recordando la forma en que Logan me miraba, cómo me hacía sentir. — Siento que hay algo especial entre nosotros, pero también tengo miedo de que no sea suficiente.

— Luana, cada relación es un riesgo — dijo Daniela con seriedad. — Pero si no te arriesgas, nunca sabrás lo que podría pasar. Además, Logan es un buen tipo. Tiene su vida en orden, y parece que realmente le gustas.

— ¿Y si no le gusto tanto como creo? — murmuré, sintiéndome vulnerable. — ¿Y si resulta que solo me ve como una amiga?

Daniela se cruzó de brazos, pensativa. — A veces, nuestros propios miedos nos limitan. Mira, solo ve a la cena y sé tú misma. Si hay química, lo sentirás. Y si no… bueno, al menos habrás intentado algo nuevo.

Mi madre, que había estado escuchando, sonrió. — Además, Luana, recuerda que las relaciones son una danza. Hay que darle tiempo y espacio para que se desarrollen. Si te esfuerzas por ser tú misma, las cosas fluirán.

— Tienes razón — dije, sintiéndome un poco más tranquila. — Solo tengo que disfrutar de la cena y no pensar demasiado.

— Exacto. Piensa en la comida y en qué divertido puede ser. ¿Tienes algo especial que ponerte? — preguntó Daniela, cambiando de tema rápidamente, como si supiera que necesitaba un giro en mi estado de ánimo.

— Sí, tengo un vestido que me gusta, algo sencillo pero elegante. — Sonreí al recordar la prenda que había elegido. Era un vestido gris claro que acentuaba mis curvas y me hacía sentir segura.

— ¡Perfecto! Te verás increíble, estoy segura. — Daniela sonrió, y su entusiasmo era contagioso.

Mientras hablábamos, el aroma de las galletas recién horneadas llenó la pastelería, y mi madre comenzó a colocar algunas en una bandeja. — Bueno, chicas, creo que es hora de que Daniela recoja su pedido. Luego, tenemos que comenzar a preparar las tartas para el fin de semana.

— ¡Sí! — exclamó Daniela, acercándose a la vitrina. — Estoy lista para llevarme esas delicias. Y Luana, recuerda que esta noche es solo para ti y Logan. Disfruta cada momento.

— Lo haré, lo prometo. — La idea de la cena comenzaba a parecerme menos aterradora y más emocionante.

Daniela se llevó su pedido y, antes de salir, me dio un abrazo. — Buena suerte. No te olvides de contarme todo después.

— Lo haré — respondí, sintiéndome un poco más ligera. La combinación de la charla con Daniela y el apoyo de mi madre me había dado un nuevo impulso.

Mientras ella se marchaba, volví a concentrarme en la pastelería. Mi madre y yo continuamos trabajando en los pedidos, pero mi mente seguía dando vueltas a la cita. ¿Qué diría Logan? ¿Cómo se sentiría él? La incertidumbre se mezclaba con la emoción, creando un torbellino de sentimientos en mi interior.

A medida que avanzaba la mañana, la pastelería se llenó de clientes, y el bullicio habitual me mantuvo ocupada. Pero a cada instante libre, mi mente se desvíaba hacia la noche. El restaurante italiano, las luces tenues, la posibilidad de una conversación íntima... todo parecía tan perfecto y, al mismo tiempo, tan aterrador.

Finalmente, cuando el ritmo de la mañana se calmó un poco, me senté en un rincón, tomando un sorbo de mi café. Mi madre se acercó, notando mi expresión pensativa.

— ¿Te sientes bien, cariño? — preguntó con ternura.

— Solo estoy pensando en la cena — respondí, sintiendo que podía ser honesta con ella.

— Es normal sentirse nerviosa. Pero recuerda, Luana, a veces las mejores cosas de la vida vienen con un poco de incertidumbre. No te aferres a tus miedos. Abre tu corazón y deja que las cosas fluyan.

Su consejo resonó en mí. Sabía que tenía razón. Era el momento de dejar de lado las dudas y abrazar lo que pudiera venir.

— Tienes razón, mamá. Gracias por siempre estar ahí.

— Siempre estaré aquí para ti, mi amor. — Me sonrió, y en ese momento, supe que podría contar con ella y su apoyo siempre.

Con determinación, decidí que esta cena sería un nuevo comienzo. Después de todo, Logan era un buen chico, y merecía que yo le diera una oportunidad. Así que, mientras me preparaba para el resto del día, la emoción comenzó a reemplazar a la ansiedad.

Era hora de enfrentar mis miedos y abrirme a la posibilidad de algo bello. La noche prometía ser especial, y yo estaba lista para vivirla al máximo.