En la mágica isla de Santorini, Dylan Fletcher y su esposa Helena sufren un trágico accidente al caer su automóvil al mar, dejando a Dylan ciego y con las gemelas de un año, Marina y Meredith, huérfanas de madre. La joven sirena Bellerose, que había presenciado el accidente, logra salvar a las niñas y a Dylan, pero al regresar por Helena, esta se ahoga.
Diez años después, las gemelas, al ver a su padre consumido por la tristeza, piden un deseo en su décimo cumpleaños: una madre dulce para ellas y una esposa digna para su padre. Como resultado de su deseo, Bellerose se convierte en humana, adquiriendo piernas y perdiendo su capacidad de respirar bajo el agua. Encontrada por una pareja de pescadores, se integra en la comunidad de Santorini sin recordar su vida anterior.
Con el tiempo, Bellerose, Dylan y sus hijas gemelas se cruzarán de nuevo, dando paso a una historia de amor, segundas oportunidades y la magia de los deseos cumplidos.
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¿Donde está la novia?
El fondo del mar brilla con una majestuosidad nunca antes vista, una fiesta de colores y luces inunda cada rincón del reino. Las algas fosforescentes flotan formando delicados arcos y cortinas naturales, mientras corales de tonos rosados, púrpuras y dorados han sido organizados cuidadosamente alrededor del gran altar donde está destinado a llevarse a cabo el matrimonio de la princesa Bellerose con Mirael. Peces luminosos nadan en círculos decorando el escenario con sus destellos, mientras criaturas marinas traídas de todas partes del océano se reúnen para ser testigos de la ceremonia.
El padre de Mirael, inquieto, observa con desconfianza cada movimiento en la celebración. Sospecha que algo podría ir mal. Con pasos firmes, decide acercarse a los aposentos de la princesa para asegurarse de que ella esté lista y no haya ninguna sorpresa de último momento. Cuando está por llegar, Lyra aparece en su camino, tratando de bloquear la entrada con evidente nerviosismo.
—No puedes entrar —insiste Lyra, con un tono firme pero tembloroso—. La princesa necesita su espacio antes de la ceremonia. Es una tradición.
El padre de Mirael, sin paciencia, la empuja con brusquedad, lanzándola a un lado mientras murmura en voz baja que no permitirá que ningún capricho arruine el evento más importante de la historia del reino.
Abre la puerta con fuerza, pero en la habitación solo encuentra el vacío. La cama perfectamente arreglada y el tocado de Bellerose abandonado sobre un cofre revelan lo que temía: la princesa ha huido. Furioso, lanza un grito de alarma y rápidamente ordena a la guardia que comience una búsqueda exhaustiva.
—¡Necesito que me traigan a la novia!—grita su padre—¡Mi hija no será una traidora!
Los soldados y sirenas patrullan las aguas con destellos de luz, peinando cada rincón del reino en busca de Bellerose. La noticia de la desaparición de la princesa se extiende rápidamente y llega a oídos del rey Thalassor y la reina Nerida, quienes, devastados y enojados, exigen que se rastree cada corriente y cueva submarina hasta dar con ella.
Finalmente, las tropas reciben una pista: un grupo de peces ha visto a la princesa nadando velozmente hacia las corrientes de las Bermudas, la zona más peligrosa y turbulenta del océano.
Mientras tanto, en la superficie, Dylan y las gemelas celebran su cumpleaños en la cubierta de un hermoso yate, decorado en su honor. Luces delicadas iluminan el ambiente, y un gran pastel espera ser cortado. La celebración es alegre, pero las gemelas tienen una mezcla de emociones; aunque rodeadas de amigos y familia, ambas sienten un pequeño vacío en su corazón, un anhelo que ni siquiera ellas pueden explicar.
Justo antes de que den las diez de la noche, las dos hermanas se toman de las manos y, con los ojos cerrados, hacen un deseo:
—Queremos una madre que nos ame tanto como nos amaba nuestra mamá y una esposa hermosa y digna para nuestro papá.
Al unísono, su deseo parece liberar una ola de energía poderosa que se conecta con las profundidades. En el mismo instante, en el mundo marino, Bellerose, huyendo a toda velocidad, siente cómo su corazón late más fuerte. Las aguas alrededor de ella comienzan a agitarse y oscurecerse mientras la energía de aquel deseo profundo se manifiesta en una tormenta imponente.
Grandes olas sacuden la superficie del océano, y el yate de Dylan comienza a balancearse violentamente, alarmando a los invitados. Dylan, con el corazón en vilo, toma a sus hijas en sus brazos para mantenerlas a salvo mientras el viento y el agua golpean furiosamente la embarcación. Las gemelas miran al océano y, con asombro, sienten que algo poderoso y mágico se ha desatado, como si sus deseos hubieran despertado fuerzas incontrolables en el mar.
Mientras tanto, bajo el agua, los soldados y las sirenas de la guardia real interceptan a Bellerose en la peligrosa corriente de las Bermudas, bloqueando su camino. Los tritones y las sirenas rodean a la princesa, tratando de detenerla y llevándola de regreso al reino mientras las aguas continúan agitándose a su alrededor. Pero la magia que ahora inunda el océano parece imparable, como si el deseo de las gemelas hubiese roto cualquier barrera, conectándolas con Bellerose de una manera que desafía toda lógica.
Sin otra opción, Bellerose, exhausta y sin salida, se detiene, mientras la tormenta ruge tanto en la superficie como en las profundidades, simbolizando un anhelo y un amor que trasciende el mundo humano y el reino marino.
En el fondo del océano, justo cuando la ceremonia está a punto de reanudarse, un torbellino de agua se forma abruptamente alrededor de Bellerose. Su fuerza es tan potente que todos los asistentes retroceden, sorprendidos y aterrados ante el fenómeno inesperado. Bellerose intenta resistir, pero la corriente la envuelve rápidamente, arrastrándola sin piedad. La princesa siente cómo la fuerza del torbellino la eleva con rapidez, como si el océano mismo estuviera escuchando su anhelo de libertad.
La poderosa corriente la empuja hacia la superficie, y en medio del caos, un dolor intenso se apodera de su cuerpo. Siente una extraña transformación en sus piernas; su cola se desvanece, dando paso a dos extremidades que nunca había conocido. El agua sigue girando a su alrededor, envolviéndola en una burbuja de energía hasta que, finalmente, su cuerpo es arrojado fuera del océano.
Con la fuerza de las olas, Bellerose queda inconsciente y es llevada suavemente a la orilla, recostada sobre la arena húmeda de la playa. La tormenta, tan repentina como había comenzado, empieza a calmarse. Las nubes se disipan y el mar vuelve a un estado de calma profunda, dejando solo rastros de espuma en la arena.
En el yate, la celebración continúa. La música suena, las luces iluminan el mar tranquilo y los invitados no perciben el extraordinario suceso que acaba de ocurrir bajo las aguas. Dylan, aún junto a las gemelas, siente una extraña paz que lo envuelve, como si el peso que había sentido antes comenzara a disiparse. Las niñas, ajenas a lo sucedido, siguen mirando el cielo con una sonrisa, convencidas de que su deseo ha sido escuchado.
Mientras tanto, en la playa, Bellerose yace sobre la arena, su nuevo cuerpo humano vulnerable y frágil en comparación con la vida que conocía en las profundidades del océano. Las olas la tocan suavemente, como si el océano aún se despidiera de ella, y las primeras luces del amanecer comienzan a acariciar su piel.
Inconsciente y desorientada, Bellerose se encuentra en un lugar desconocido, pero el destino ha marcado un nuevo camino para ella. Sin saberlo, ha sido llevada a la superficie, en una playa en la que viven cerca las gemelas y su enigmático padre, Dylan.
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