Una maldita casualidad me hizo acabar casada con el tío de quién juraba amarme. Todos me mintieron, me usaron y me manipularon a su antojo. Ahora serán ellos los que deban pagar por su osadía.
Fui una ingenua, alguien que creyó ciegamente en todos pero luego me di cuenta de que nada es lo que parece. El demonio se oculta detrás de las más hermosas y pacíficas personas.
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Capítulo 4 DESHONRA
...VALENTINA SIERRA...
Escucho como se abre la puerta del cuarto, murmullos, gritos e incluso un llanto histérico. Abro los ojos confundida por el alboroto y me veo en un cuarto que no conozco, en una cama que no es la mía, con mi ropa rota y además las sábanas manchadas de sangre pero quién está a mi lado con solo su boxer puesto es Dorian Cervantes, el tío de mi novio.
-¡ASÍ ME AMABAS Y TE ACUESTAS CON MI TÍO, ERES UNA MALDITA ZORRA!- gritó Iván y me miró con absoluto desprecio
-¡¿ESA ES LA EDUCACIÓN QUE TE BRINDAMOS?!- mi madre se acercó a mi y me abofeteó con fuerza
-Si me tocas no te la vas a acabar conmigo- Advirtió quien estaba a mi lado cuando mi padre se acercó con la clara intención de golpearlo
-Tienes que responder por lo que hiciste- mi madre le reclama, ¿Responder?
Oh no no no, no puede ser lo que pienso. No, por Dios, no. Yo tengo que hacer mi vida con Iván, todo ésto tiene que tener una explicación razonable.
Comienzo a llorar histérica, me aferré a las sábanas como si mi vida dependiera de ello. No pueden quererme casar con él, por Dios, ¿Es que están locos? No lo soporto y me odia, me hará la vida de cuadritos, prefiero irme a vivir al último rincón del mundo antes que aceptar éste destino.
-Prefiero estar vestido para la conversación, si quieres que tu mujer me vea sin ropa se quedan o sino cierran la puerta al salir para darme privacidad- los miró amenazante y se retiraron dejando la puerta cerrada y a mí adentro con el demonio
Me aferré más a las sábanas intentando envolverme con ellas y en lo posible desaparecer. La mirada de éste hombre es más oscura que nunca y sus ojos están inyectados de sangre.
-Ahora me dices por qué mierda te metiste a mi cama- sujeta mi barbilla con fuerza
-No lo recuerdo, es confuso- intento recordar y se me parte la cabeza
-¿Confuso? tu querida familia quiere una fuerte suma por ti y además casarme contigo- ¿De que estaba hablando? No, eso no podía ser
Mis padres prácticamente me estaban vendiendo por ésta deshonra. No sabía si estaba más decepcionada de ellos, de mi, de este tipo.
Me levanté cubriéndome y quise ir al baño, sentía dolor en la zona baja de mi abdomen y al llegar al baño y sentarme para hacer pis éste salió rojo, me había bajado la menstruación. Por Dios, ¿Algo más podía sucederme a mi?
Escuché un portazo y luego gente en el cuarto.
-¿Alguien puede ayudarme?- pregunté más que avergonzada, ¿Que más podría sucederme?
-Señorita le trajimos ropa, ¿Necesita algo más?- preguntó la voz del otro lado quien asumí era del personal de servicio
-Toallas sanitarias por favor-queria que la tierra me tragara completa
-Ya mismo, dijo el señor que lo espere aquí mismo
-¿En el baño? ¿Está loco?
-En la habitación señorita- cachetada mental por imbécil que soy
-De ninguna manera- abrí la puerta, recibí las toallas, me coloqué una junto a la ropa que me trajo la mujer a la cual no le ví más que la mano
Bajé sin saber dónde podría estar éste hombre pero si creen que voy a casarme están todos locos de remate. Venderé todas mis cosas si así me escapo de mi destino estúpido.
Además no sentía nada distinto en mi cuerpo, no sentía dolor en mi intimidad. Tampoco siento dolor en mis piernas o cadera, nada de nada como dijeron mis amigas que sucede después de la lrimera vez.
Lo malo es que ví a ese idiota con marcas en su cuello y pecho, entre eso y las manchas de sangre en el sitio donde yo estaba acostada y es obvio que pensarán que tuvimos una noche de pasión pero eso se que no sucedió ni sucederá, ¿Es que están locos? Ese hombre y yo jamás.
Intento salir de la casa pero un hombre está en la puerta de entrada custodiando.
-Permiso- pido amablemente pero se para frente a mi
-No- intento moverlo pero parece un armario y para colmo clavado al piso, ancho, fuerte y alto como la puerta o tal vez centímetros más
-¿Cómo dice?- lo miré indignada
-Son órdenes del señor
-Tu señor poco me importa, me voy de aquí- ese hombre intimidante al entender que intentaría huir me sujetó a la fuerza
-Suélteme,¿Quien se cree que es?- chillé pero me ignoró y me encerró en una habitación
Grité, esperé que alguien me soltara, eso era maltrato porque me estaban reteniendo allí, eso era absurdo.
Cuando el llegó a la habitación yo fui a golpearlo, se veía fusioso pero yo de todos modos quería desquitar mi enojo, aunque no me lo permitió porque detuvo mi mano en el aire.
