Matrimonio Por Conveniencia

El aire estaba cargado de tensión cuando Emma escuchó la puerta de la sala abrirse, y un escalofrío recorrió su espalda. Nicholas había estado ocupado en el estudio durante la última hora, y ella había decidido aprovechar ese tiempo para organizar su vida, pensando que quizás podría encontrar un momento de paz en medio de la tormenta que había envuelto su matrimonio.

Pero cuando vio a la mujer que había cruzado el umbral, su corazón se detuvo por un instante. La figura elegante y seductora que ahora estaba en su hogar era ninguna otra que Lara, la ex amante de Nicholas. Sus labios pintados de rojo carmesí se curvaron en una sonrisa que parecía estar llena de secretos y promesas, mientras sus ojos oscuros brillaban con una malicia apenas velada.

—Nicholas, cariño, he venido a verte —dijo Lara, su voz melodiosa y seductora resonando en la habitación, deslizándose como un veneno por el aire. Emma sintió que el calor del enfado comenzaba a acumularse en su pecho. ¿Qué estaba haciendo allí esta mujer? ¿No había suficiente caos en su vida?

Nicholas salió del estudio, su expresión cambiando al ver a Lara. Emma se sintió como si el suelo se deslizara bajo sus pies. No quería ser la mujer celosa, pero el hecho de que la ex amante de Nicholas apareciera en su casa era una provocación directa. Emma se forzó a recordar lo que había construido con Nicholas, pero las dudas comenzaron a infiltrarse en su mente.

—Lara —dijo Nicholas, su voz tensa—. No era el mejor momento.

—Oh, pero cariño, siempre es un buen momento para una charla entre amigos —respondió Lara, ignorando la tensión en la voz de Nicholas. Se giró hacia Emma, su mirada escudriñando, como si estuviera evaluando una competencia. —¿No es así, Emma?

Emma sintió cómo la ira se encendía en su interior, y se obligó a sonreír, aunque le costaba contener la rabia. —¿Qué es lo que quieres, Lara? —preguntó, manteniendo su tono lo más neutral posible.

—Solo estoy aquí para ver a Nicholas. Han pasado años, después de todo —dijo Lara, su tono entrecortado por un toque de desprecio oculto—. Pensé que tal vez podríamos recordar viejos tiempos.

Nicholas se movió un paso adelante, su mirada fija en Emma, como si quisiera transmitirle un mensaje silencioso. Ella podía ver la incomodidad en su rostro, pero también había una chispa de desafío en su mirada. Lara estaba tratando de recuperar el terreno perdido, y no iba a dejar que eso sucediera sin pelear.

—No creo que Nicholas quiera recordar nada contigo —dijo Emma, su voz firme. La idea de que esta mujer intentara seducirlo con mentiras la llenaba de furia.

—Oh, pero eso es donde te equivocas, querida —replicó Lara, acercándose más a Nicholas y tocando suavemente su brazo, como si eso pudiera reivindicar sus derechos sobre él—. Después de todo, siempre estuviste en su vida como un simple contrato. Yo soy el amor verdadero.

Las palabras de Lara fueron como un golpe bajo. Emma sintió que su corazón se aceleraba y, por un momento, la inseguridad la envolvió. ¿Era posible que lo que había entre ella y Nicholas no fuera suficiente para mantenerlo alejado de su pasado? Las tentaciones peligrosas eran una amenaza constante, y Lara lo sabía. Estaba jugando con fuego, y Emma se sentía atrapada.

Nicholas tomó una respiración profunda, y Emma vio cómo se tensaba. —No, Lara. Emma es más que un contrato para mí. Ella es mi esposa, y eso es lo que importa.

Emma sintió un impulso de gratitud al escuchar sus palabras, pero también sabía que esa declaración no sería suficiente para ahuyentar a Lara. Ella no se rendiría tan fácilmente.

—A veces, los hombres solo dicen lo que quieren oír. Tal vez deberías cuestionarte si realmente eres lo que él desea, Emma —dijo Lara, su tono insinuante. La sonrisa de Lara era arrogante, y Emma no podía evitar que sus manos temblaran.

Nicholas se volvió hacia Emma, su mirada cargada de urgencia. —No le des importancia a lo que dice. Mi vida está contigo.

Emma sintió una mezcla de alivio y determinación. Sabía que necesitaba confiar en él, pero la sombra de Lara seguía acechando. —Entonces, que se retire. No quiero su veneno en nuestra casa.

Lara arqueó una ceja, y la tensión en el aire se volvió casi palpable. —Oh, querida, no soy el veneno aquí. Solo soy un recordatorio de lo que podría ser. —Se acercó aún más, casi susurrándole a Emma—. Nicholas puede encontrar lo que desea en mí. Solo tienes que preguntarte si realmente puedes darle lo que necesita.

Emma sintió que la ira y el dolor la consumían. Tenía que demostrarle a Nicholas que ella era lo que él necesitaba. Enfrentaría a Lara, y no dejaría que se interpusiera entre ellos.

—Lara, tu tiempo aquí se acabó. Nicholas y yo tenemos una vida que construir —dijo Emma, con voz firme, sintiendo que la fuerza crecía dentro de ella.

Nicholas sonrió, admirando su valentía. —Exactamente. Te agradezco por venir, Lara, pero creo que es hora de que te vayas.

La mirada de Lara era una tormenta de emociones, pero finalmente dio un paso atrás, su expresión desvaneciéndose en una mezcla de rabia y decepción. —Está bien, pero recuerda, Emma, siempre estoy a una llamada de distancia.

Mientras Lara se marchaba, Emma sintió un alivio mezclado con una nueva determinación. Sabía que la tentación siempre estaría presente, pero estaba dispuesta a luchar por su amor, por su matrimonio. Ya no permitiría que las sombras del pasado amenazaran su futuro. Nicholas era suyo, y lo defendería a toda costa.

La puerta se cerró detrás de Lara con un golpe sordo, y la tensión en la habitación pareció desvanecerse, aunque Emma sabía que la batalla no había terminado. Se volvió hacia Nicholas, su corazón latiendo con fuerza, sintiendo el eco de sus palabras resonar en su mente. “Ella no es una amenaza, soy yo quien debo probarme a mí misma.”

Nicholas se acercó, sus ojos fijos en ella con una mezcla de preocupación y admiración. —Lo siento, Emma. No quería que tuvieras que enfrentar eso. —Su voz era grave, como si estuviera procesando todo lo que acababa de ocurrir.

Emma inhaló profundamente, intentando reunir la confianza que había sentido al enfrentarse a Lara. —No voy a permitir que su veneno se interponga entre nosotros. No después de todo lo que hemos pasado. —Las palabras salieron de su boca más fuertes de lo que había anticipado, pero su determinación la impulsaba.

Nicholas asintió, un destello de aprobación brillando en sus ojos. —Eres más fuerte de lo que crees. Pero quiero que sepas que estoy aquí para ti, y que no tienes que enfrentarte a esto sola.

—Lo sé, y eso significa todo para mí. Pero también necesito que demuestres que nuestra relación es más que un simple acuerdo. Que realmente estamos construyendo algo juntos —respondió ella, sintiendo cómo las inseguridades comenzaban a desvanecerse.

Nicholas se acercó un paso más, sus ojos fijos en ella, llenos de intensidad. —Tienes razón. Este matrimonio debe ser más que un contrato, y estoy dispuesto a hacerlo realidad. Quiero que sepas que cada día a tu lado me hace querer luchar más por nosotros.

Emma sintió que el calor se acumulaba en su pecho al escuchar sus palabras. Un destello de esperanza la atravesó. —¿Y si lo que necesitamos es un nuevo comienzo? —sugirió, una chispa de audacia en su voz. —Quizás deberíamos planear algo que nos ayude a conectar de una manera más profunda.

—¿Cómo qué? —preguntó Nicholas, con una curiosidad palpable, acercándose aún más.

—Tal vez un viaje, solo nosotros dos. Un lugar donde podamos dejar atrás todo el ruido y enfocarnos en lo que realmente importa: nosotros. —La idea comenzó a tomar forma en su mente, y la emoción creció a medida que visualizaba momentos compartidos en un ambiente diferente, lejos de las distracciones y la presión.

Nicholas sonrió, una sonrisa que iluminó su rostro y la llenó de calidez. —Me parece perfecto. Podría ser justo lo que necesitamos para redescubrirnos. Un tiempo para nosotros, sin interrupciones.

—Sí —dijo Emma, sintiendo que su corazón se llenaba de una nueva energía—. Un lugar donde no haya sombras del pasado y podamos construir nuestro futuro juntos.

—Entonces lo haremos. Te prometo que no solo seré tu esposo en este contrato, sino el compañero que mereces. No dejaré que el pasado defina nuestro futuro —dijo Nicholas, su voz firme y decidida.

Emma se sintió impulsada a dar un paso hacia él, y en un momento de vulnerabilidad compartida, lo hizo. Se lanzó a sus brazos, sintiendo su calor y la seguridad que emanaba de él. Fue un abrazo que contenía promesas, un pacto silencioso entre ellos.

—Te necesito a mi lado, Nicholas. En cada paso de este camino —susurró Emma, sintiendo que finalmente comenzaban a construir un verdadero vínculo.

—Y estaré aquí, Emma. Siempre.

Mientras se separaban, un brillo de determinación iluminaba los ojos de Nicholas. Ella sabía que enfrentaría desafíos en el futuro, pero en ese momento, había encontrado la fuerza que necesitaba. Con un renovado sentido de propósito, Emma sintió que el amor que compartían podría superar cualquier obstáculo, y que cada día juntos sería una nueva oportunidad para redefinir su historia.