Maximiliano Smith, el último soltero de los Insoportables descendientes, nos contará su historia de amor. Después de una relación fallida y una hija, encontrará a la mujer que haga latir su corazón.
Solo que ella, será un alma indomable y él deberá luchar para penetrar esa dura coraza, si quiere el premio mayor. "el corazón de su amada".
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CAPÍTULO 8
Los dos terminaron de desayunar y Malena subió a su habitación. Necesitaba prepararse para el combate, conocía muy bien a Fabián y sabía que él no tendría piedad de ella.
Una hora más pasó y los dos se encontraban listos para enfrentarse.
La pelea comenzó y Fabián no se atrevía a golpear a Malena. Él estaba enojado, pero no como para lastimarla.
Malena si dio todo y logró golpearlo en la boca y le hizo sangrar el labio. Ella tenía la imagen de el besando a la zorra y esto la hacía atacarlo con todas sus fuerzas.
Fabián debía reconocer que ella era muy fuerte y rápida. Pero él no podía dejarse golpear delante de sus hombres sin castigarla.
Entonces le dio un par de golpes y le rompió el labio.
Malena volvió a atacarlo, pero está vez con más furia. Fabián se acercó a ella y la atrapó entre sus brazos. Él tuvo que emplear mucha fuerza para contenerla.
Entonces la levantó como un costal de papas y se la llevó a la habitación.
Malena lo golpeaba y lo maldecía, pero Fabián no la dejó ir hasta que la arrojó en la cama y se acostó sobre ella. Aprisionándola contra su cuerpo y el colchón y mirándola fijamente a los ojos.
—¿Qué demonios te pasa? ¿Por qué te comportas así? —le preguntaba Fabián ligeramente agitado, por luchar con ella.
—Déjame idiota, me das asco. No te acerques.
—Respondeme, por favor Malena no soy un adivino.
—Será ahora, porque cuando me querías, siempre podías leer mi mente. Ahora como andas con esas zorras, no te interesa nada de mí.
Con esas palabras, Fabián entendió perfectamente lo que le ocurría. Esta mañana tenía la sensación de ser observado, ahora entendía quien lo estaba espiando.
—Malena, yo te amo más que a mi vida. Tu no te imaginas lo difícil que es para mí. Verte, abrazarte, besarte y no poder amarte. No puedo hacerte mía.
—Claro porque soy una niña. Fabián yo también te amo y no es fácil para mí, saber que estás con otra mujer. Mientras dices amarme, eso es contradictorio. Yo te amo y no me imagino a otro hombre que no seas tú, tocando mi cuerpo y besando mis labios.
—Tienes razón mi pequeña. Te prometo o no, más bien te juro que no volveré a hacerlo. Voy a respetar nuestro amor y jamás volveré a tocar a otra mujer que no seas tú.
—¿Lo juras? —le preguntó Malena, mirándolo fijamente a los ojos.
—Te lo juro, mi amor. —le respondió Fabián y terminó de acercarse a ella y pego sus labios contra los de ella y comenzaron a besarse.
Los besos comenzaron a subir de intensidad y Fabian se alejó de ella.
Él estaba notablemente excitado y no quería romper la promesa que le hizo a su padre. Cuando le confesó que le encantaba su hijastra y que la quería para él.
Flavio se alegró por la noticia y le hizo prometerle, que no la tocaría hasta que ella fuese mayor de edad y que se ganaría su corazón primero.
Pero Flavio no tomó en cuenta, que Malena se fuese a convertir en este mujerón y que haría vibrar el cuerpo de su hijo, solo con un beso.
Fabián volvió a tomarla entre sus brazos y volvió a besarla. Pero está vez, invadía su boca con su ágil lengua y mordía sus labios.
—Te amo Malena. Nunca lo dudes. —le susurró al oído, antes de levantarse y salir de la habitación.
Fabián salió de la habitación de Malena y se encontró con su madre en el camino.
—Madre, no molestes a Malena, ella está descansando.
—¿Cómo la llamaste? —le preguntó Denisse, que aparentaba estar totalmente lúcida en ese momento.
—Milena, mami Milena. Me equivoqué.
—No puedes equivocarte, porque Malena es el nombre de tu media hermana y los hermanos no pueden amarse.
Fabián sintió su mundo derrumbarse y se acercó a su madre.
—¿De dónde sacaste eso?
—Me lo dijo, esa maldita mujer. Mónica. Ella vino un día con la niña y me pidió dinero a cambio de no decirle a tu padre que esa niña era su hija.
—Eso debe ser mentira, mamá. ¿Cómo puedes creerle a esa mujer?
Denisse comenzó a agitar las manos frente a él, con desesperación.
—No, no, no mintió. Yo fui con ella y con la niña. Llevamos el cepillo de peinarse de tu padre y yo pagué la prueba. El laboratorio era de un amigo mío. No hubo mentiras. Yo tengo, yo tengo, yo tengo el papel que lo dice.
Fabián podía sentir que su madre estaba a punto de colapsar, pero él estaba peor.
Entonces la tomó por los hombros y le preguntó
—¿Dónde está ese papel?
Denisse se soltó de sus brazos y corrió a su habitación. Ahí buscó en su viejo joyero, abrió un compartimiento secreto y sacó una hoja.
Fabián la arrancó de sus manos el papel lo leyó y ahí estaba la verdad. Esa maldita verdad que lo alejaba del amor de su vida para siempre.
Fabián ese día se encerró en el despacho y se anunció indispuesto, para el almuerzo y para la cena.
Malena está ansiosa, sabía que él estaba huyendo de ella y de el deseo, que ardía entre ellos cuando estaban cerca, pero con esta actitud Fabián la lastimaba mucho.
Entonces, ella sin pensarlo entró al despacho y lo encontró sentado, con una foto de su padre en la mano y un vaso de whisky en el otro.
—No debes estar aquí Malena. Ve a tu habitación. Por favor.
—No, quiero estar contigo. Fabián por favor no me rechaces.
— Malena ¿Conociste a tu padre? —le preguntó Fabián tratando de entender. ¿Por qué su padre, nunca se enteró de que Malena, era su hija?
Malena se sintió confundida, pero hablar de eso, era mejor eso a que la echara de su lado.
Entonces ella comenzó a contarle lo maravilloso que habían sido sus primeros años de vida y después con tristeza le contó. Como su padre de un día a otro, la comenzó a ver con desprecio y se marchó de su lado para nunca más volver.
Fabián estaba devastado. Todo encajaba perfectamente. Su supuesto padre, la despreció cuando se enteró que ella, no era su hija.
—Maldita Mónica —susurró Fabián al recordar las últimas palabras de la maldita mujer.
"Ama a Malena y arderás en el infierno, pero ustedes se lo merecen"
—¡¡Mil veces maldita!! —gritó Fabián, pero está vez arrojó el vaso contra la pared.