La joven, cuyo corazón había sido destrozado por la crueldad de aquellos que una vez habían sido sus seres queridos, ahora caminaba por un sendero de venganza. Había perdido todo: su hogar, su familia, su inocencia. La amargura y el dolor habían dado paso a una sed de justicia, que la impulsaba a buscar a aquellos que le habían arrebatado todo. Sin embargo, el destino, que parecía tener un plan propio para ella, nuevamente la pondría a prueba. La joven se encontraría cara a cara con su pasado, y debería enfrentar las sombras que la habían perseguido durante tanto tiempo. ¿Podría encontrar la fuerza para perdonar y seguir adelante, o la venganza la consumiría por completo? Eso solo el tiempo lo diría.
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capítulo 18
Elizabeth alzó la vista, y su corazón se detuvo. Frente a ella, el príncipe Narón, futuro rey del reino de Occidente, emergía como una figura imponente. Su estatura y estructura física era intimidante y su presencia parecía llenar todo el espacio.
Con mano firme, Narón tomó la mano temblorosa de Elizabeth y la guió hacia el final del camino, donde aguardaba el Cardenal. La ceremonia comenzaba, y Elizabeth sentía su corazón latir con ansiedad.
"¿Cómo podré estar al lado de un hombre tan temido?", pensó Elizabeth, mientras Narón la miraba con una intensidad que la hacía sentir vulnerable.
La ceremonia avanzaba, y Elizabeth se sentía abrumada por la solemnidad del momento. Su vida estaba a punto de cambiar para siempre, unida a un hombre que inspiraba respeto y miedo.
“Rey del occidente Narón de Evans ¿Acepta amar, respetar y cuidar como esposa a la señorita Elizabeth Luna?” Narón siente de mal gusto prometer ciertas cosas que no podrá cumplir. “Acepto.”
“¿Señorita Elizabeth Luna acepta amar, respetar y cuidar como esposo a su majestad el rey Narón de Evans?”
".... "
Elizabeth mira a su padre y Narón está a punto de una cólera "¿Por qué demonios tarda tanto en contestar? " se dijo así mismo. La miró de reojo y ruega por el bien de ambos que conteste de una maldita vez.
“Acepto”
La tranquilidad vuelve, se pone frente a ella y levanta esa fina tela que cubría su rostro y al hacerlo queda cautivado, Elizabeth parece un indefenso y hermoso cordero.
La multitud aplaudió mientras Narón y Elizabeth se presentaban como marido y mujer. Sin embargo, bajo la sonrisa forzada, Elizabeth parecía aterrada. Narón la sostuvo firmemente, pero mantenía una mirada helada.
En el banquete, los nobles cuchicheaban, "¿Quién es esa chica? No está a la altura de su majestad."
"Mi familia es la más destacada, podría haber elegido a mi hija." "Hay algo más detrás de esto..."
Elizabeth se ruborizó, incómoda.
De repente, Amalia irrumpió, sollozando y se enfrentó a Narón, golpeando su pecho con desesperación. "¿Cómo pudo casarse con ella?", exclamó, su voz resonando en la sala. La multitud se volvió hacia la escena, sorprendida. Narón respondió con firmeza, "¡Silencio! Sabías que lo nuestro no puede ser". Amalia se rebeló, apretando los puños y clamando, "¡Mis sentimientos importan! ¡No puedes abandonarme así!". Narón la tomó del brazo y la llevó hacia el jardín, alejándola de la multitud que murmuraba cada vez más. Mientras tanto, Elizabeth se sentía al borde del colapso, preguntándose angustiada, "¿Qué más me puede pasar?".
Henry luchaba contra sus captores, desesperado por proclamar su inocencia.
"¡Soy inocente! ¡No soy ladrón! ¡Déjenme ir!", gritaba.
Lo sujetaron y arrojaron al calabozo, donde se golpeaba la cabeza contra los garrotes en un gesto de desesperación.
"Elizabeth, por favor, perdóname", suplicaba.
De rodillas, miraba la luz lunar que se filtraba por la ventana y rogaba a los dioses:
"Díganle que no le he fallado, jamás lo haría. Aquí todo es invierno sin ella. Cada segundo, siento el frío de su ausencia, la amo. ¡Que me perdone!"
Henry se tapó el rostro para contener el llanto, su corazón destrozado por la separación y la injusticia. Su alma clamaba por la libertad y el perdón de Elizabeth. "Saldré de aquí e iré por tí"
El reencuentro con su amado está muy próximo