Dos personas, que por destino se unen, un amor destinado a no ser, traición y venganza, muerte y pasión, desencadenado por El Desencuentro.
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Cap. 19 Es por eso que vine, Sara
Esa tarde, Leonel Soto se encuentra en su departamento, Mauricio indicó que Greco necesitaba estar solo, tenía algo importante que atender, el timbre sonó y él terminaba de cocinar, cuando fue a abrir, ahí estaba Susi, con una mirada triste y una sonrisa amarga, Soto sabe que ella necesita un lugar seguro solitario para sacar su dolor, un dolor que no conoce y ella se niega a contar.
Leonel Soto
—Hola Leo, solo quería saber si me puedo quedar un ratito —dijo mientras que Soto la abraza y la lleva a su recámara, ella solo se acurruca en la enorme cama y su llanto se desboca en cuanto siente a su amigo cubrirla con una manta ligera y suave.
Soto salió de ahí con el corazón apretado, ella solo llora durante horas y se duerme, pero va a buscar una forma de ayudar a esa rubia obstinada.
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Mientras tanto, en la repostería de Silvia, Sara se encuentra ahí, recogiendo algunas cosas para ella, iría a ver a Bianca quién debería estar en el departamento, pero sin que ellas puedan imaginarlo, la campanilla sonó indicando el ingreso de un cliente, pero cuando voltearon ambas se pusieron alerta, Ariel Job entraba al lugar mirándolas a ambas con cara fría y sin emociones.
—Vaya, mira, el prometido del siglo nos viene a visitar, ¿cómo es que su majestad ha encontrado esta humilde repostería? ¿Acaso su amada prometida tiene algún antojito? ¿Está embarazada antes del matrimonio?, cómo te metiste en su cama mientras Bianca estaba secuestrada, seguramente no tardarían mucho en encargar —dijo Sara, mientras que Ariel se queda callado y sin decir nada.
Ariel solo dio un suspiro y decidió decir lo que quería a esas dos brujas.
—Vengo a decirles que en un mes me voy a casar con Fátima, y no quiero que arruinen mi matrimonio, si es que quieren venganza de Fátima, ni se les ocurra hacer un escándalo — dijo mirando de soslayo a Sara quien es la más revoltosa.
—JA…, ahora vienes para cuidar tu amada boda, debes estar muy preocupado por tu querida novia —dijo Sara, mientras que Ariel la fulmina con la mirada.
—No es así, no sabes lo que pasó en aquella época, pero no estoy aquí para control y menos para victimizarse, pero si te digo, que si quieres verla destruida, déjame casarme con ella, déjame que me case con esa maldita — dijo Ariel apretando los dientes mientras que Silvia levanta las cejas y Sara entrecierra los ojos con sospecha.
—¿Si me envían a cubrir tu apestosa boda, deberé estar ahí, insinúas que debo mantener un bajo perfil? —dijo ella mientras lo miraba con desdén.
—Es por eso que vine, Sara, sé qué harás algo para ridiculizar la boda, lo que quiero es que esa maldita sienta que ha ganado, que tiene el matrimonio que siempre quiso, que le quitó a Bianca todo lo que era de ella, pero lo que le tengo preparado es algo que la va a bajar al infierno, quiero que esos malditos de sus padres la entreguen sin restricciones y no se pongan a la defensiva —dijo Ariel hablando casi dirigiéndose a Sara, sabe que es la más revoltosa.
Ambas solo se quedaron calladas por un momento sin saber qué decir, pero Ariel aclaró las cosas por tener su cooperación. —Piénsenlo, si quieren, enviaré imágenes sobre las penas que va a pasar esa mujer en mis manos, les daré un dispositivo móvil para que tengan noticias, este es mi número, si quieren coordinar esto, llámenme — dijo dejando su tarjeta personal y se fue así como vino.
Ambas se miraron un poco desconcertadas y debían hablar de esto con Bianca, además, tenerlo ahí es ya de por sí es un peligro para su amiga, así que deberán tomar más precauciones.
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Mientras tanto, en el departamento de Greco, Bianca entra con cara de confusión, el camino no había sido nada cómodo, ella solo guardaba silencio, no quería hablar cosas con Mauricio manejando sin saber que es un gran aliado.
—Bien, quiero saber tu nombre, todo este lujo es de alguien acomodado y no de un ermitaño con una pequeña cabaña, ¿quién eres? —dijo ella un poco fría pero embargada de emociones.
—Bien, mi nombre es Greco Argirakis, soy el CEO de MIREOGRECIA, es mi propia empresa, aunque mi familia tiene su propia corporación, yo quise hacer mi propio emporio —dijo mientras que Bianca siente que su mente está trabajando a mil por hora, “ese nombre, ese nombre…”, pensaba ella, hasta que encontró la relación y casi se cae de la impresión. —Greco… Argi…, Argirakis?, eres el tipo guapísimo que todas querían tener, pero te casaste con tu amor de la infancia?, pero ¿cómo es que tú…, la cabaña…? —Bianca se sentó en un sillón, pero cuando Greco se quiso acercar, ella se alejó un poco.
Greco dio un suspiro, sabe que ella es una buena niña, no se metería con un hombre casado y menos destruiría un hogar.
—Bianca, sé que las cosas se ven mal para nosotros, pero si quieres que lo intentemos, déjame explicarte ¿bueno? — dijo Greco sentándose en un sillón frente a ella para no incomodarla.
Ella bajó la cabeza, ahora sabe quién es, y todos seguían su maravilloso matrimonio de cerca, incluso sobre su hijo, que él había desaparecido por la pena de la pérdida de su hermano gemelo, nada más lejos de la realidad.
—¿Tu familia está aquí? —susurró ella con un poco de aflicción.
—No, ellos viven en la casa de mis padres —dijo él mirando sus reacciones, puede ver su angustia y su corazón adolorido.
—¿Estuviste con tu esposa? —dijo ella tratando de tragarse sus lágrimas, está sensible y el embarazo no ayuda.
—Sí, la vi, fui a la casa de mis padres —dijo Greco, pero cuando estaba por comenzar a aclarar, ella se paró de repente y con la voz quebrada se declaró totalmente devastada por sus emociones.
—No quiero saber más, no me busques, no quiero estar en esta situación, por favor solo aléjate — dijo mientras sé dirigía a la puerta, pero Greco la atrapó delicadamente mientras sonríe, eso quería ver también, ella también siente cosas intensa por él, también tiene muchos sentimientos muy intensos por él al igual que él la quiere a ella.