— Puedo hacer cualquier cosa, excepto ser tu amante.
— Supuse que dirías eso. Pero no te preocupes, no quiero que seas mi amante. — Olga deja escapar un suspiro. — Quiero que seas mi esposa.
— ¿Qué? — Su voz sorprendida suena entre las cuatro paredes.
— Dijiste que puedes aceptar cualquier cosa. — Erick le da una mirada retadora.
— ¿Cuánto tiempo durará el matrimonio?
— Hasta que te enamores de mi. — Olga lo observa desconcertada.
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¿Me lo estás reclamando?
Las semanas transcurren y el matrimonio no parece tener cambios, Olga siempre madruga, cuida a su hija y en las noches cumple cómo esposa, Erick no tiene acercamientos con Lilia, a pesar de que ella siempre lo llama papá y le estira los brazos para que la abrace.
En invierno, la pequeña de ahora un año y 10 meses, se enferma de fiebre, no es la primera vez que le pasa, pero Olga como todas las madre se preocupa más de lo normal, Lilia pasa más de dos días con fiebre, en ese lapso de tiempo, Erick se acerca a ella, cuando su madre no está.
— Hola pequeña.
— Papá. — El se siente conmovido.
— Me encantaría ser tu papá. Pero por desgracia no lo soy.
— Papá. — Lilia le estira los brazos y Erick se anima a abrazarla por primera vez, Olga entra en el momento que el la tiene.
— ¿Qué haces con mi hija?
— Ella quería que la abrazara.
— Siempre quiere y nunca la abrazas. — Olga se la arrebata.
— ¿Me lo estás reclamando?
— No. No tengo por qué reclamar que seas indiferente con ella. Pero me molesta que la abraces cuándo no estoy.
— ¿Por qué?
— Por qué no estás acostumbrado, no quiero que la tires.
— No soy tan torpe.
— Cómo sea. Mantente lejos de mi hija. No quiero que ella se encariñé contigo.
— Es mi sobrina. No tiene nada de malo que me quiera.
— Tú no vas a estar presente toda su vida. En algún momento nos vamos a divorciar, y te vas a ir.
— La vendré a ver.
— ¿Ahora la quieres?
— Siempre la he querido.
— Se te ha notado mucho. — Comenta sarcástica.
— No me hables así. Quieras o no ella tiene mi sangre.
— Por desgracia lo sé.
— ¿Por qué te molesta tanto que esté cerca de Lilia?
— Ya te lo dije. No quiero que se encariñe contigo. Tú te vas a ir muy pronto.
— ¿Acaso ya me amas?
— Si. Te amo. Ya te puedes ir.
— Me estás mintiendo. — Erick agarra su brazo. — Te lo dije desde el principio, voy a saber si mientes.
— ¿Por qué no dejas de atormentarme? He pasado muchas noches contigo. Piensa que ya salde la deuda y desaparece de mi vida.
— No. No va ser así de fácil.
— ¿Por qué no admites que estás cansado de mi? Ve y has tu vida con la mujer que amas.
— No hay otra mujer.
— Consigue una.
— Ya tengo una. — Erick sale de la habitación. Dejando a Olga enojada.
— Ocho meses y no se arta de mi. — Ella suspira, no pensó que pasaría más de seis meses casada con el. Los viejos recuerdos vienen a su mente.
...Flashback....
A tres meses de terminar la universidad, Olga descubre que su madre está enferma de gravedad, Liliana necesita que la operen, y esa operación no es nada barata. Además, los médicos dan muy pocas esperanzas de vida. Ella molesta le pregunta a su madre si sabía sobre el tumor. Liliana le confirma sus sospechas, lo sabía desde hace tiempo, pero no le dijo nada para no arruinar su futuro.
— Mamá nada es más importante que tú. Tenías que decirme.
— Ya no tiene caso. De todos modos me voy a morir.
— No. No te puedes morir. Voy a conseguir el dinero para la operación.
— ¿Y cómo?
— Ya se me ocurrirá algo. — Promete Olga, deja a su madre en el hospital y se va al trabajo, lugar donde pide un préstamo, por desgracia se lo niegan. Ella sale muy triste, sin esperanza.
— ¿Entonces necesitas dinero? — Olga levanta la vista para encontrarse con el malcriado de antes.
— Con permiso. — Erick se interpone en su camino.
— Te hice una pregunta. Contéstame.
— Si. Si lo necesito.
— ¿Cuánto?
— ¿Por qué? ¿Me lo va prestar?
— Si haces lo que quiero, si.
— ¿Y que quiere? — Erick se ríe.
— ¿Tú que imaginas?
— No tengo tiempo para acertijos. Dígame lo que quiere.
— Una noche.
— ¿Perdón?
— Pasa una noche conmigo. — Olga lo observa con rabia. — No creo que sea un gran sacrificio para ti.
— Usted no es la octava maravilla del mundo.
— ¿Eso es un no?
— Así es. — Ella se va muy molesta. Regresa al hospital y habla con su madre. Le pide que tenga paciencia, pondrá a la venta el terreno que su tío le dejo. Si madre le pide que no sacrifique lo único que tiene, pero Olga insiste. Pasan los días y al no recibir una oferta, decide ir nuevamente con su jefe, le cuenta que necesita el dinero para salvar la vida de su madre, tal vez así el se apiade de ella. Las cosas no resultan cómo Olga quiere, el hombre en lugar de apiadarse, quiere aprovecharse de la situación, le ofrece darle el dinero a cambio de lo mismo que Erick le pidió.
Olga lo maldice y sale de la oficina molesta. Ella no entiende por qué los hombres son todos iguales.
— Por fortuna mi padre no era así. — Dice ella recordando al buen hombre que la crío sus primeros 11 años de vida. — Si tú estuvieras yo no pasaría por ésto.
— ¿Quién? — De nuevo Erick aparece de la nada.
— No le importa. — Contesta ella enojada.
— ¿Cuánto dinero necesitas? — Olga lo observa, tal vez si le dice una cantidad elevada deje de molestarla.
— Un millón de pesos.
— Sales muy cara. Espero que valga la pena.
— ¿Qué está queriendo decir?
— Mi oferta sigue en pie. Te doy ese dinero.
— ¿Corta los billetes de los árboles acaso?
— No creó que eso te importe.
— Tiene razón. No me importa.
— ¿Para que quieres tanto dinero? — Olga no creé que el sea diferente a su jefe. Aunque le diga que su madre está muriendo no se apiadará de ella, seguro todavía buscaría aprovecharse de su situación, y hasta le ofrecería menos de lo que pidió.
— Lo necesito y punto.
— ¿Cuándo podemos ir al hotel? — Erick ya está dando por hecho que se va acostar con ella. Algo que la molesta mucho y decide seguirle el juego.
— Primero quiero el dinero.
— No hermosa. Primero pasamos una noche juntos.
— ¿Y cómo se que me dará ese dinero?
— ¿Y cómo se que vas a ir al hotel?
— No lo sabe. Si quiere algo debe arriesgarse. — Olga no está dispuesta a pasar la noche con el y menos sin una garantía.
— Está bien. Dame tu número de cuenta. Te mandaré la mitad, y la otra mitad después. — Olga se siente insegura, está jugando con fuego, teme quemarse. Aunque no se cree del todo que el le va depositar lo que dijo. — ¿Ahora cuál es el problema? — Pregunta desesperado.
— No tengo mi tarjeta aquí. — Erick le arrebata el celular y le pide que ponga su contraseña. Ella lo hace y este se mete a contactos para agendar su número. Luego se llama y registra el número de ella.
— Llámame cuando lo tengas. — Olga se queda parada sin decir nada, luego revisa su teléfono y se molesta al ver cómo se registró. Sin dudar cambia el nombre a idiota.
— Eso te queda mejor.
felicidades autora