En esta apasionante novela, "María" Gómez, una joven y talentosa periodista, se encuentra con un misterioso hombre llamado Alejandro, cuya sonrisa enigmática la deja sin aliento. A medida que se conocen mejor, María descubre que Alejandro esconde un secreto que podría cambiar su vida para siempre
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El rastro
Alejandro comenzó a seguir el rastro de Rafael Morales, investigando sus movimientos y contactos. Descubrió que Rafael había estado en la ciudad el día del secuestro del bebé.
"Esto es demasiado coincidencia", pensó Alejandro.
Luego, encontró un número de teléfono asociado a Rafael. Alejandro lo llamó, pero nadie respondió.
"Debo encontrar a Rafael", se dijo.
Alejandro decidió visitar los lugares frecuentados por Rafael, esperando encontrar alguna pista. Después de horas de búsqueda, llegó a un bar en la zona este de la ciudad.
"¿Rafael Morales?", preguntó al bartender.
El hombre asintió.
"Estuvo aquí anoche", dijo. "Pero se fue temprano."
Alejandro se sintió frustrado.
"¿Sabe dónde vive?", preguntó.
El bartender negó con la cabeza.
"No", dijo.
De repente, un hombre se acercó a Alejandro.
"¿Usted es el que busca a Rafael?", preguntó.
Alejandro asintió.
"Sí", dijo.
"Yo sé dónde vive", dijo el hombre. "Pero no es gratis."
Alejandro sacó su billetera.
"¿Cuánto?", preguntó.
El hombre dijo
son 500 dolares
Alejandro sacó 500 dólares de su billetera y se los dio al hombre.
"¿Dónde vive Rafael?", preguntó.
El hombre sonrió y le dio una dirección.
"Es un edificio de apartamentos en la zona oeste", dijo. "Pero ten cuidado, Rafael no es alguien con quien se juega."
Alejandro asintió y se dirigió al edificio de apartamentos. Llegó allí y encontró el apartamento de Rafael.
Tocó la puerta y esperó. La puerta se abrió y Rafael Morales apareció frente a él.
"¿Qué quieres?", preguntó Rafael.
Alejandro se mantuvo firme.
"Quiero saber dónde está mi hijo", dijo.
Rafael se rió.
"No sé de qué hablas", dijo.
Alejandro se acercó a Rafael.
"No juegues conmigo", dijo. "Sé que estás involucrado en el secuestro de mi hijo."
Rafael sonrió.
"¿Y qué vas a hacer al respecto?", preguntó.
De repente, Alejandro escuchó un llanto proveniente del interior del apartamento.
"¿Qué es eso?", preguntó.
Rafael se puso nervioso.
"Nada", dijo.
Alejandro empujó a Rafael y entró en el apartamento.
El Descubrimiento
Alejandro empujó a Rafael y entró en el apartamento. El llanto provenía de una habitación en el fondo del pasillo. Alejandro se dirigió hacia allí con el corazón latiendo fuerte.
Al entrar en la habitación, vio a su hijo en una cuna, llorando. Alejandro se sintió aliviado y emocionado al mismo tiempo.
"Dios mío", dijo. "Estás aquí."
Se acercó a la cuna y tomó a su hijo en brazos. El bebé se calmó al sentir el abrazo de su padre.
"Mí hijo", dijo Alejandro, besando al bebé. "Te he encontrado."
Rafael entró en la habitación, enfurecido.
"No puedes hacer esto", dijo. "No puedes llevarse al niño."
Alejandro se levantó, sosteniendo a su hijo.
"Sí puedo", dijo. "Este es mi hijo y voy a protegerlo con mi vida."
Rafael se lanzó hacia Alejandro, pero este estaba preparado. Lo detuvo y lo inmovilizó.
"Llamaré a la policía", dijo Alejandro. "Y tú pagarás por lo que has hecho."
Rafael se debatió, pero Alejandro lo mantuvo sujeto hasta que llegó la policía.
"¿Estás bien?", preguntó un policía.
Alejandro asintió.
"Sí", dijo. "He encontrado a mi hijo."
El policía sonrió.
"Felicidades", dijo. "Lo llevaremos a la comisaría para hacer los trámites necesarios."
Alejandro asintió y siguió al policía con su hijo en brazos.
