Hace años, Ilán le mintió a su exmarido, Damon, diciéndole que el bebé que había dado a luz había muerto. Lo hizo por la profunda decepción que sentía hacia él, quien lo había abandonado en el momento más vulnerable, cuando estaba a punto de dar a luz.
Ahora, Ilán se ve obligado a enfrentarse nuevamente a Damon, ya que su hijo/a necesita desesperadamente un donante de médula ósea.
¿Cómo reaccionará Damon al descubrir que su hijo/a sigue vivo y está gravemente enfermo debido a la enfermedad que padece?
—Cásate conmigo otra vez, Ilán —dijo Damon, su voz impregnada de autoridad, mientras las feromonas alfa llenaban la habitación, abrumando a Ilán con una mezcla de tensión y deseo reprimido.
—Acepto... —respondió Ilán, conteniendo la respuesta instintiva de su cuerpo al poder que emanaba Damon—, pero después de que quede embarazado y dé a luz, nos separaremos.
El aire cargado de feromonas hizo que la atmósfera se volviera insoportable, incrementando la tensión entre ambos...
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14
Ilán sintió un escalofrío recorrerle la espalda al escuchar la propuesta de Damon. Las palabras del Alfa retumbaban en su mente, como si el aire de la habitación se hubiera vuelto más pesado. No podía creer lo que acababa de oír.
—¿Casarnos de nuevo? —murmuró Ilán, incrédulo, su voz teñida de sorpresa y algo de desprecio.
Damon lo miró intensamente, sus ojos brillando con determinación mientras las feromonas Alfa emanaban de su cuerpo, llenando la habitación con un aroma amaderado y dominante, una clara manifestación de su firmeza. Ilán, siendo Omega, sintió el impacto de esas feromonas, pero luchó por mantenerse firme. No permitiría que sus emociones fueran controladas.
—Casarnos para poder salvar a Gio —continuó Damon, sin apartar la vista—. Si tenemos otro hijo, su cordón umbilical podría proporcionarnos la sangre que necesitamos para salvarlo.
El corazón de Ilán dio un vuelco. ¿Otro hijo?. El Omega apretó los labios, su mente inundada de recuerdos amargos. La sola idea de volver a quedar embarazado de Damon le resultaba insoportable. Damon, el mismo hombre que había causado tanto dolor en su vida, ahora le pedía esto. Pero, al mismo tiempo, la imagen de Gio, su hijo, sufriendo en el hospital, lo desgarraba por dentro.
—No pienso volver a casarme contigo, Damon. Mucho menos tener otro hijo tuyo —escupió Ilán, poniéndose de pie abruptamente y alejándose de él.
El ambiente se cargó aún más con la tensión. Las feromonas de Ilán, de un dulce y angustiado aroma, se intensificaron. Damon, sin embargo, no cedió.
—Podemos casarnos solo hasta que el bebé nazca —dijo Damon con un tono firme, aunque más suave—. Si no quieres al bebé, yo me haré cargo de él.
Las palabras golpearon a Ilán, quien se detuvo en seco. ¿De verdad Damon estaba dispuesto a todo eso por Gio?. Apretó los puños con fuerza, luchando contra la maraña de emociones que lo invadían. ¿Cómo podía siquiera considerar una propuesta tan fría y calculada?. Pero Gio… Gio lo era todo. No podía dejar que su hijo siguiera sufriendo.
—¿De verdad vas a dejar que Gio sufra, esperando un donante que quizás nunca llegue? —insistió Damon, su voz baja pero directa, sus feromonas emanando poder y seguridad. Sabía que el tiempo corría, y ambos estaban desesperados por salvar a su hijo.
Ilán sintió que su corazón se rompía con cada palabra. Damon tenía razón, pero eso no lo hacía más fácil. ¿Qué debía hacer?. Sin decir una palabra más, se dirigió hacia la habitación donde Gio descansaba, ignorando deliberadamente la mirada de Damon que seguía fija en él.
Las semanas pasaron, y aunque la situación no había mejorado, Damon se mantuvo presente. Todos los días, el Alfa iba a la casa de Ilán para ver a Gio. Se había convertido en una presencia constante en sus vidas, hasta el punto de que Gio, al principio desconcertado, terminó aceptando a Damon como su padre, sin cuestionamientos. El vínculo entre ellos había crecido, y verlos juntos desgarraba a Ilán cada vez que los observaba desde la distancia.
Damon incluso había propuesto que Ilán cerrara su tienda de repostería para poder cuidar mejor a Gio. Ofreció hacerse cargo de todos los gastos, incluyendo los tratamientos médicos del niño, pero Ilán rechazó cualquier ayuda más allá de los costos médicos. Era su forma de mantener un poco de control en medio del caos.
Una tarde, mientras Damon estaba en la tienda de Ilán, jugando con Gio, volvió a tocar el tema.
—¿Has pensado en mi propuesta? —preguntó Damon, sin apartar la vista de su hijo, su voz tranquila pero cargada de intención.
Ilán se quedó en silencio, observando a Gio desde detrás del mostrador. Su hijo reía junto a Damon, y su corazón se encogió al pensar en cuánto había cambiado todo en tan poco tiempo.
—Cuanto más tardes en decidir, más tiempo tardará Gio en sanar —añadió Damon, su mirada intensa encontrando finalmente la de Ilán.
Ilán respiró hondo y se volvió hacia él, su expresión seria.
—Está bien —dijo, finalmente—. Nos casaremos… pero solo hasta que nazca el bebé. Después de eso, nos divorciaremos.
La sorpresa cruzó el rostro de Damon por un momento, pero rápidamente fue sustituida por una leve sonrisa. Asintió lentamente, sus feromonas relajándose un poco mientras procesaba las palabras de Ilán.
—Es irónico, ¿verdad? —comentó Ilán con amargura—. La primera vez nos casamos porque me quedé embarazado, y ahora lo hacemos para que me embaraces de nuevo. Y ambas veces terminaremos en divorcio.
Damon apretó los labios, guardando para sí sus verdaderos sentimientos. Aunque había aceptado las condiciones de Ilán, sabía que esta vez no iba a dejar que las cosas terminaran igual. No, no iba a perder a Ilán ni a Gio otra vez. Esta vez, haría todo lo posible por reconstruir lo que una vez rompió.
"Tal vez, pero esta vez no pienso dejarte ir" se dijo Damon en silencio, con una determinación que resonaba en cada fibra de su ser.
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