PATRITHA

**Capítulo 23: El Dragón de Fuego Morado**

El rugido resonaba en toda la cueva, sacudiendo las paredes cubiertas de gemas, cuando Patrick, Samantha y Ariana vieron aparecer al temido dragón. Era una criatura imponente, de escamas negras como la noche, con ojos rojos que brillaban con una furia contenida. Cada paso que daba hacia ellos hacía temblar el suelo, y su mirada no era más que una mezcla de molestia y desprecio hacia los intrusos.

"¿Cómo se atreven, asquerosos humanos, a entrar en mi morada?", gruñó el dragón, su voz profunda y resonante, como si la cueva misma hablara a través de él. Una columna de humo morado se elevaba de sus fauces, marcando la furia que ardía en su interior.

Patrick, con la espada lista, dio un paso adelante, tratando de mantener la calma ante la imponente criatura. "¡No estamos aquí para hacerte daño! Sólo queremos saber por qué has atacado a la aldea de Datta."

El dragón, sin molestarse en escuchar las palabras de Patrick, dejó escapar un rugido ensordecedor. Sin advertencia, abrió sus enormes fauces y disparó una ráfaga de fuego de color morado, que envolvió todo a su paso en una tormenta abrasadora.

"¡Cuidado!" gritó Samantha, empujando a Ariana fuera del camino mientras rodaba en la dirección opuesta para evitar el fuego.

La batalla comenzó con una intensidad feroz. Patrick, sin perder el tiempo, cargó hacia el dragón, utilizando su espada para desviar parte de las llamas. Cada choque de su espada contra el fuego morado provocaba chispas y ondas de energía que iluminaban la cueva aún más. Mientras tanto, Ariana se levantó rápidamente, con su arco encantado en mano. Los ojos de la joven se llenaron de determinación, y, con un rápido movimiento, tensó la cuerda del arco. Una flecha brilló con un leve destello azul, lanzándose hacia el dragón.

La flecha impactó contra las escamas del dragón, pero apenas hizo mella. "¡No es suficiente!" exclamó Ariana, frustrada, pero no se detuvo. Volvió a tensar su arco, lanzando flechas en rápida sucesión, buscando cualquier punto débil que pudiera existir en la criatura.

Samantha, por su parte, desató sus habilidades demoníacas. Sus ojos se volvieron más intensos, y su cuerpo comenzó a emitir una energía rojo oscuro. Sus manos, envueltas en esa energía, tomaron sus dagas y las lanzó con precisión, apuntando a las articulaciones del dragón, buscando desestabilizarlo. Pero incluso con sus habilidades, el dragón parecía imbatible.

"¡Ese monstruo es más fuerte de lo que parece!" gritó Samantha, esquivando por poco otra ráfaga de fuego.

Patrick, sudando y respirando con dificultad por el calor, continuó bloqueando y atacando, pero cada golpe que daba parecía inútil contra las gruesas escamas negras del dragón. El dragón, molesto por los ataques de los humanos, batió sus alas con fuerza, levantando un vendaval de viento y polvo que casi los derriba.

Ariana, en medio de la confusión, observó algo que la dejó atónita. "Samantha…" murmuró, mientras disparaba otra flecha. "Tienes… tienes cuernos…" Sus ojos se fijaron en la forma demoníaca de Samantha. Era la primera vez que Ariana notaba los rasgos oscuros y sobrenaturales de su compañera de batalla.

Samantha, sin desviar la mirada del dragón, gruñó, "No te distraigas ahora. No importa lo que veas, ¡concéntrate en sobrevivir!"

El dragón, aprovechando la breve distracción de Ariana, soltó otra ráfaga de fuego morado, obligándolos a retroceder aún más. Patrick gritó, "¡Samantha! ¡Cubre a Ariana!" mientras intentaba cortar una de las patas delanteras del dragón, solo para que este lo empujara hacia atrás con un golpe de su cola.

La lucha continuó, cada vez más desesperada. Aunque las fuerzas combinadas de Patrick, Samantha y Ariana lograban esquivar y contraatacar, el dragón parecía invulnerable a sus ataques directos. Sin embargo, cada movimiento del dragón dejaba pequeños indicios de cansancio, y Samantha, siempre atenta a los detalles, lo notó.

"¡Su energía se está debilitando!" gritó, su mirada aguda. "No es invencible, ¡sólo tenemos que aguantar un poco más!"

Ariana, sin dejarse intimidar, siguió disparando flechas encantadas, tratando de golpear los puntos débiles que Samantha indicaba. Patrick, agotado pero determinado, desató un último golpe poderoso con su espada, envolviéndola en la misma energía que el dragón emanaba, logrando cortar una de las escamas del dragón.

El dragón rugió con furia, pero también con dolor. Patrick, respirando con dificultad, sonrió. "¡Lo tenemos! ¡Sigue atacando!"

Con un último esfuerzo, el equipo continuó su asalto, obligando al dragón a retroceder lentamente. Aunque la criatura era poderosa, la estrategia, determinación y trabajo en equipo de Patrick, Samantha y Ariana comenzaron a inclinar la balanza.

El dragón, aunque aún furioso, comenzó a reconocer que estaba perdiendo terreno.