Grettel es una mujer pobre, que se enamora de un hombre rico, al que conoció desde niños.
Ese amor desencadena una serie de maltratos, odio y situaciones en las que de pronto te obligan a decir, ¡ella o yo, tienes qué decidir!
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Grettel se defiende
Ya, doña Martha sí se va a quedar en el mismo edificio. Además, ¿para qué la quiere tener aquí si usted le hace la vida de cuadritos?, nunca la ha tratado bien, Romina no se pudo quedar callada.
¿Y a ti qué te importa?, no te metas. Eres una metiche, nadie está hablando contigo.
Pues yo me meto porque Grettel es mi amiga y no voy a permitir que nadie le haga daño.
Ash, no cabe duda que Dios las cría y ellas se juntan. Pero antes de que te vayas, ¿podrías ir a pagarle a don Rodrigo lo que nos dio de despensa ayer o más bien lo que te dio a ti?
Está bien, doña Martha, iré a pagarle.
Bueno ahí te lo encargo, yo ya estoy muy cansada para andar de aquí para allá.
Cuando Martha regresó a su casa se encontró con una gran sorpresa.
¿A qué horas se come en esta casa?
¡Memo, qué agradable sorpresa! Yo creí que nunca más te volvería a ver, ¿cómo te ha tratado la vida?
Regular. Fíjate que he tenido muchos problemas, pero los he sabido sortear bien.
Bueno, te invito a comer y ahí me vas platicando todo.
Memo era un hombre de mediana edad, siempre había estado enamorado de Martha, pero como no tenía nada que ofrecerle no se había atrevido a declararle su amor.
Martha había hecho tamales y le ofreció.
Ándale, Memo, come, no hice muchos, pero estoy seguro que con esto completarás.
Ay qué ricos, gracias, Martha. Oye ¿y dónde está Grettel?
Ay, no me hables de esa malagradecida se ha largado de la casa porque dice que la tengo harta. Yo que la he cuidado toda la vida.
Ay, Martha, si no te conociera pensaría que Grettel es una ingrata. Y no es por echarte en cara, Pero has tratado a esa muchacha con la punta del pie y te lo digo porque yo sé cómo eres. Es el tiempo de que cambias, Martha. Háblale con amor y cariño ella es buena y te entenderá.
Yo no estoy acostumbrada a esas cosas. Acuérdate que a mí nunca me fue bien en la vida, jamás conocí a mis padres. He vivido en esta pocilga, prácticamente, toda una vida.
Marthita, por Dios, ya no te quejes. Vive la vida, ya no andamos para estar peleándonos con nadie, por favor, cuando saques todo ese odio que sientes serás feliz, yo te lo aseguro.
Martha le hizo una seña para que siguiera comiendo.
Comieron en silencio, cada quien con sus propios pensamientos.
Cuando terminaron de comer Martha le preguntó: ¿Y dónde te estás quedando, dónde vives?
En un cuarto de un poquito más allá. Pero me queda cerca de tu casa podré venir a visitarte tanto como tú quieras.
Claro que sí, Memo, por mí puedes venir a visitarme todas las veces que tú desees.
Martha se le acercó demasiado, y él tragó saliva, se retiró muy sutilmente.
Bueno, Martha, gracias por la comida, vendré a verte mañana, ¿te parece?
Claro que sí, nos vemos mañana.
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Grettel fue con don Rodrigo a pagarle.
Hola, gatita, pásale, ¿a qué debo el honor de tu visita, hermosa?
Don Rodrigo, le voy a pedir que no me diga "gatita", le exijo respeto.
Está bien, Grettel, perdón, pasa.
Rodrigo la llevó muy sutilmente a la trastienda. Dejándole encargada la tienda a Pedro.
Ahora sí, Grettel dime, ¿a qué has venido? No me digas que lo has pensado mejor y si quieres casarte conmigo.
Está usted muy equivocado, don Rodrigo, solamente vine a pagarle.
No es necesario, todo lo que te di es cortesía de la casa, es un regalo, Grettel.
Ya le dije que yo no necesito ningún regalo de usted, acepte el dinero y san se acabó.
Grettel se dio la vuelta para irse, pero Rodrigo la detuvo de un brazo.
Espera Grettel. ¿A dónde vas con tanta prisa?
Suélteme don Rodrigo, no tiene derecho ni siquiera tocarme el brazo.
¿Te crees muy fina, verdad?, pero no eres más que una arrimada, no tienes ni siquiera dónde vivir.
Eso a usted no le importa, suélteme o empiezo a gritar.
Estamos atrás de la tienda, nadie te va a escuchar. Sabes que yo te amo, estoy dispuesto a casarme contigo en cuanto tú lo dispongas.
Jamás me casaré con usted, me da asco. ¿Acaso no se ha visto en un espejo? Es usted un viejo ridículo.
Y tú una doña nadie, no te vengas a dar baños de pureza, si yo he visto cómo te besas con ese "niño rico".
Eso es asunto mío, no se meta en lo que no le importa.
Grettel era una fiera que defendía su honor, jamás permitiría que nadie la sobajara.
Mucho menos ese viejo ridículo que decía "amarla"...
Rodrigo no la quería soltar...
De alguna manera me tienes que pagar todo lo que te he dado y que por cierto, ha sido mucho.
Don Rodrigo no se andaba por las ramas y empezó a besarla.
Grettel empezó a forcejear con él, no estaba dispuesta a ceder.
Pero el hombre tenía tanta fuerza que la pudo dominar.
Gretel volteaba la cara a uno y otro lado no quería que la besara le daba asco a ese hombre.
Rodrigo le detuvo la cara con la mano y le plantó un beso en la boca.
Grettel aprovechó el momento y le puso una cachetada sonora.
Inmediatamente, salió corriendo de ahí rumbo a su casa, la de Ana Luisa.
Rodrigo se quedó ahí sobándose la mejilla, estaba muy enojado.
Maldita escuincla, pero me las va a pagar. Ni crea que se va a salir con la suya.
Cuando salió de la trastienda y se acercó a Pedro, este al verlo se atacó de la risa.
Jajaja, Ay, don Rodrigo qué chin$$#* le han puesto. Eso le pasa por querer pasarse de listo con una muchacha inocente.
Sí claro, tan inocente como la madre Teresa de Calcuta. Imbécil no te metas en mis cosas. Y ahora lárgate a acomodar la bodega, ya en el acto.
Está bien, don Rodrigo, pero no se enoje conmigo yo no tengo la culpa.
Y se fue a la bodega, carcajeándose.