En una sociedad machista nuestra protagonista, Johanna Mendieta deberá elegir entre el amor y cumplir las expectativas de la sociedad. Conocerá a un hombre que le demostrará qué para el amor no hay edad.
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Capítulo 9
En verdad esperaba que Enrique firmase la demanda y terminar con esto de una vez. Me ha dejado claro que no quiere divorciarse y deberé recurrir al divorcio incausado.
Estoy tan inmersa en mis pensamientos que no me doy cuenta de lo que sucede a mi alrededor. Desde que tenemos más personal mi carga de trabajo ha disminuido considerablemente.
- Johanna- me llama Romina.
- Discúlpame Romina, no te escuché entrar.
- Antonio pregunta por ti.
- No, por favor. Ahora no.
- ¿Quieres que le diga que estás ocupada?
- Sí, por favor. En estos momentos tengo cosas importantes que resolver.
Romina sale de la oficina y aprovecho para llamar a mi abogada y pedirle que ponga en marcha el divorcio incausado. No pienso seguir esperando a que Enrique se convenza.
Comprendo lo que esto significa; habrá problemas, discusiones y situaciones desagradables. Hablaré con mis hijos hoy por la tarde y solo espero que ellos comprendan.
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Pasé por la cafetería está mañana con la intención de ver a Johanna y hablar con ella; sin embargo, me informaron que estaba ocupada.
Desde aquella noche en que nos reunimos en su casa he intentado darle su espacio. Estoy seguro de que ambos sentimos atracción hacia el otro.
El hecho de que siga casada es un gran impedimento, no me permitirá acercarme mientras eso siga siendo así.
No soy la clase de hombre que juega con las mujeres, quiero encontrar a esa persona especial con quien compartir mi vida.
Algo me dice que esa mujer puede ser Johanna. Debo confesar que nunca me había sentido tan atraído por una mujer que fuese mayor que yo y mucho menos que tuviera hijos.
La diferencia de edad no es significativa y estoy seguro que podría tener una buena relación con sus hijos.
El problema es que percibo de ella demasiados prejuicios y eso será un desafío.
Llego a la oficina y Dani me llama a su oficina.
- ¿Pudiste ver a mi amiga?
- No, estaba ocupada.
- Eso me suena más a pretexto. Seguro algo sucedió con Enrique.
- Me doy cuenta de que se niega a aceptar el fin de su relación.
- Enrique es un manipulador y estoy segura de que no le da el divorcio por cuestiones muy ajenas al amor.
- Tú los conoces de mucho tiempo, ¿piensas que Johanna aún lo ama?
- Definitivamente, no. Ella dejó de amarlo hace mucho. Es más, yo tengo serias dudas de que lo que en algún momento sintió por él haya sido amor verdadero.
- ¿Por qué lo dices?
- Se casaron muy jóvenes y mi amiga era una romántica sin remedio. Además ella quedó embarazada y lo lógico era que se casarán. Ups, ya hablé de más- reconoce avergonzada.
- No te preocupes, jamás le mencionaria nada a Johanna.
- Más te vale o mi vida corre peligro.
Ambos nos reímos, me despido y voy a mi oficina a continuar con mi trabajo.
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Decido esperar a que Enrique traiga a los niños de la escuela y una vez que están conmigo los llevo a comer a casa.
Necesito estar en un lugar tranquilo y privado para hablar con ellos sobre el divorcio.
Espero a que terminemos los alimentos y comienzo la difícil conversación.
- Niños, hay algo importante que quiero hablar con ustedes.
- ¿De qué se trata, mamá?- cuestiona Mariela.
- He decidido comenzar los trámites de divorcio.
- ¡¿Qué?!- responden al unísono.
- Mamá, papá te quiere. Quiere que volvamos a vivir juntos como familia.
- Hija, ustedes saben que llevamos varios años separados y no creo que nuestras diferencias puedan resolverse. Es mejor finalizar esto.
- No, mamá. Yo no quiero que papá y tú se divorcien. Quiero que volvamos a vivir todos juntos- dice Luisito.
- Niños, entiendan la situación. Su papá y yo ya no sentimos el amor que debe de haber en un matrimonio.
- ¡Eso no es verdad!- grita Mariela- eres tú quien ya no lo ama. No quiero seguir escuchándote, quiero irme a casa de papá.
- Yo también- la secunda Luisito.
- No voy a tolerar ese comportamiento de su parte, tienen de que entender que esta decisión nos corresponde a su padre y a mí.
- Querrás decir que te corresponde a ti, porque yo sé muy bien que mi papá no quiere divorciarse.
- Tú eres aún muy joven hija y hay cosas que aún no comprendes.
- En eso te equivocas mamá. Lo entiendo perfectamente, acaso crees que no recuerdo como fueron las cosas. Papá siempre fue amoroso y detallista contigo y ha sido un padre excelente. Todo se vino abajo por tu depresión, te olvidaste de nosotros, vivías sumergida en tu tristeza. Por eso papá acepto la separación, quiso darte tiempo para recuperarte y ahora que estás bien simplemente quieres deshacerte de él
- Eso no es verdad, Mariela. Te repito que hay cosas que no comprendes.
- Ni me interesa comprender.
Ambos suben corriendo las escaleras, estoy segura que Mariela ya debe de estar hablando con su papá.
Minutos después recibo una llamada de Enrique.
📲 Ya debes de estar contenta, los niños están muy alterados y me pidieron que vaya a buscarlos.
📲 Y supongo que vas a seguir el juego.
📲 No estoy jugando Johanna, los niños no quieren que nos divorciemos.
📲 Resulta que esa decisión no les compete a ellos.
📲 Más no puedes evitar que les afecte, mira como están.
📲 Esto no me hará cambiar de opinión, quiero el divorcio.
📲 Voy por mis hijos, es claro que no se puede hablar contigo.
Me deja con la palabra en la boca, me siento tan frustrada. Minutos después veo bajar a mis hijos con sus mochilas y una maleta cada uno.
- Hijos, por favor.
- Nos vamos con papá, si quieres divorciarte de él preferimos no seguir viviendo contigo- dice Mariela.
- Yo pienso lo mismo que mi hermana.
- Está bien, ya son grandes y si quieren vivir con su papá pueden hacerlo. Espero poder verlos algunos días de la semana. Los voy a extrañar, saben que pueden llamarme a cualquier hora.
Escucho el auto de Enrique estacionar afuera de la casa y los niños salen de inmediato. Camino detrás de ellos.
- No te preocupes, estarán bien conmigo.
- Lo sé, adiós niños.
Suben al auto y ambos me ignoran. No voy a mentir, se me rompe el corazón al verlos marcharse, más no estoy dispuesta a ceder ante este chantaje.
Entiendo que va a ser difícil para ellos asimilar mi decisión, pero sé que es lo mejor para todos.
Cierro la puerta detrás de mí y mis ojos se llenan de lágrimas, amo a mis hijos con todo mi corazón y lo que menos quiero es lastimarlos.
Apago las luces y subo a mi habitación, me recuesto en la cama a llorar. Necesito sacar todo lo que siento, no puedo permitir que esto me derrumbe.
Me quedo dormida llorando, despierto en la madrugada. Aún llevo la ropa del día anterior, me levanto a ponerme una pijama y vuelvo a mi cama. Por suerte puedo volver a conciliar el sueño.
Mi alarma suena a la misma hora, estoy a punto de levantarme y recuerdo que estoy sola. No debo de preparar a los niños para ir a la escuela, por lo que decido dormir un rato más.
Después de tomar una ducha y arreglarme salgo rumbo a la cafetería. Al llegar recibo un mensaje de Enrique en donde me dice que los niños están bien y ya los dejó en el colegio. Me limito a agradecerle.
Al mediodía me reúno con mi abogada para chequear la demanda de divorcio incausado, la cual apruebo y será presentada mañana en el Juzgado.
Después veo a mi mamá en su oficina y le explico lo que está sucediendo.
- Sabes que tienes todo mi apoyo, hija. También creo que los niños están haciendo un berrinche y en algún momento comprenderán que es lo mejor.
- Me duele mucho que no estén conmigo, mamá. Debiste escuchar lo que me dijo Mariela, creo que está muy resentida conmigo.
- Es una adolescente, hablaron sus hormonas.
- Quizá tenga razón, con mi depresión los descuide a todos.
- No hagas esto Johanna, estabas enferma y necesitabas tiempo para recuperarte. No fue culpa tuya.
- Espero que pronto entren en razón y vuelvan a la casa.
- Así será, Enrique es un buen padre pero jamás se ha hecho responsable de ellos las 24 horas. No va a ser fácil para él.
- ¿Crees qué me estoy equivocando al divorciarme de él?
- No, creo que es la decisión más acertada. Para mí es claro que ya no lo amas y no puedes permanecer en un matrimonio sin amor.
- En cuanto sea notificado las cosas se van a complicar.
- Lo sé y te apoyo. Estoy para ti, nunca lo dudes.
- Gracias, mamá. Debo volver al trabajo.
Nos despedimos y regreso a la cafetería, ya me espera ahí Daniela.