Frank un hombre mayor de 57 años cansado de huir de su pasado, decide hacer frente al asesino que lo acecha desde hace 20 años, con la única finalidad de evitar que su hijo Robert muera en manos del antagonista.
¿Pero realmente podrá proteger a su hijo de un hombre que lo único que quiere es venganza?
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VOLUMEN 2 UNA NUEVA HABILIDAD
Daniel se reincorpora lentamente, mirando sus manos con una mezcla de asombro y confusión. No puede creer lo que acaba de hacer. Las toneladas de agua que cayeron sobre ellos han desaparecido, y él es el responsable.
- ¿Qué me pasó? ¿Cómo hice eso? Esto es increíble... y un poco aterrador -dijo Daniel.
Estaba cubierto de polvo y agua, con rasguños y moretones en la cara y los brazos. Sus ojos estaban abiertos de par en par, reflejando su confusión y asombro.
El lugar estaba en ruinas. La explosión de la fábrica había derribado la cisterna y había dejado un gran cráter en el suelo. El agua se había esparcido por todas partes, y había formado un pequeño lago en el centro del cráter. El sol se estaba ocultando, y las primeras sombras de la noche empezaban a cubrir el lugar. Los escombros y los restos de la fábrica estaban esparcidos por todas partes, y el aire estaba lleno de polvo y humo.
- Daniel, ¿estás bien? Esto es muy extraño... ¿Qué le pasó a la cisterna? -preguntó Diego.
Diego estaba un poco más limpio que Daniel, pero también tenía algunos rasguños y moretones. Su expresión era de preocupación y cuidado.
- Estoy bien, creo -respondió Daniel-. ¿Qué me pasó, exactamente?
- Esto es increíble... Daniel, ¿cómo hiciste eso? ¿Tienes algún poder oculto? -preguntó Samanta.
Samanta estaba un poco más alejada de los chicos, observando la escena con una mezcla de sorpresa y curiosidad. Su cabello estaba despeinado y tenía algunos rasguños en la cara.
- No lo sé -respondió Daniel-. Simplemente sucedió.
Mientras hablaban, los gemelos se levantaron y empezaron a alejarse del lugar, mirando a Daniel con una mezcla de miedo y respeto.
- No queremos problemas con él. Vámonos de aquí -dijo Jerry.
- Este chico es peligroso... No queremos problemas con él -dijo George.
Los gemelos se fueron corriendo, dejando a Daniel y sus amigos solos en el lugar.
- Tengo que investigar qué fue lo que pasó -dijo Daniel-. ¿Cómo pude hacer eso?
- Tienes que ser más cuidadoso -dijo Samanta-. No sabemos qué otras cosas podrías hacer sin darte cuenta.
- Tienes razón -dijo Daniel-. Tengo que aprender a controlar esto.
- Estaremos aquí para ayudarte -dijo Diego-. Juntos podemos descubrir qué sucedió y cómo puedes controlar tus habilidades.
Mientras hablaban, el sol se estaba ocultando detrás de las montañas, y las sombras empezaban a cubrir el lugar. El aire se estaba enfriando, y un suave viento empezaba a soplar.
- Debemos irnos -dijo Samanta-. No queremos quedarnos aquí cuando oscurezca.
- Tienes razón -dijo Daniel-. Vamos.
Después de salir de la fábrica destruida, Daniel, Diego y Samanta se dirigieron hacia la parada de taxis más cercana. Estaban en silencio, cada uno sumido en sus propios pensamientos, y subieron al primer taxi que estaba disponible.
- ¿Qué pasó ahí adentro? -preguntó el taxista mientras arrancaba el auto.
- La fábrica se destruyó -respondió Daniel-. Pero estamos bien.
- ¡Eso es terrible! -exclamó el taxista-. ¿Qué causó la explosión?
- No lo sabemos -dijo Diego-. Pero estamos investigando.
- Bueno, espero que no hayan resultado heridos -dijo el taxista-. ¿Son ustedes estudiantes?
- Sí, somos estudiantes de preparatoria -respondió Samanta.
- Ah, genial -dijo el taxista-. ¿Qué les parece si les pongo un poco de música?
- Está bien -dijo Daniel.
El taxista encendió la radio y empezó a sonar una canción popular.
- Me encanta esta canción -dijo Samanta-. ¿Y a usted, taxista?
- Sí, es una de mis favoritas -respondió el taxista-. Me gusta escuchar música mientras conduzco.
- ¿Van a alguna parte en particular o simplemente necesitan que los lleve a algún lugar? -preguntó el taxista.
- Sí, por favor -dijo Daniel-. Llévanos a la calle Juárez, número 456, en el barrio de las Flores. La casa es la tercera a la derecha después del parque.
- Bueno, entonces no tardaremos mucho -dijo el taxista-. ¿Quieren que les recomiende algún lugar para comer cerca de aquí?
- No, gracias -dijo Diego-. Creo que estamos bien.
- Está bien -dijo el taxista-. Ahí vamos. Tomaremos la avenida principal y luego doblaremos a la derecha en la calle de los Ángeles.
Después de un rato, llegaron a la mansión de Daniel. Era una casa grande y hermosa, con un jardín lleno de flores y árboles. La fachada era de estilo colonial, con paredes de piedra blanca y ventanas de madera oscura. La puerta principal era de madera maciza y tenía un gran picaporte de bronce en forma de león.
La madre de Daniel los esperaba en la entrada, con una expresión de preocupación en su rostro.
- Hola, cariño -dijo-. ¿Qué tal?
- Hola, mamá -respondió Daniel-. Bien, ¿y tú?
- Bien, gracias -dijo su madre-. ¿Cómo estuvo la investigación sobre el cambio climático que me dijiste que ibas a hacer con tus amigos?
La mansión tenía un amplio vestíbulo con una escalera de caracol que subía al piso superior. Las paredes estaban adornadas con cuadros de paisajes y retratos de familiares. El suelo era de mármol blanco y negro, y había una gran alfombra roja en el centro del vestíbulo.
- Pasen, pasen -dijo la madre de Daniel-. Vengan a sentarse en la sala.
La sala era un lugar acogedor con un gran sofá de cuero marrón y dos sillones de terciopelo verde. Había una chimenea de piedra en una de las paredes, y una gran ventana que daba al jardín.
- Siéntense, por favor -dijo la madre de Daniel-. ¿Quieren algo de beber?
- Sí, por favor -dijo Daniel-. Un vaso de agua, por favor.
- Claro, cariño -dijo su madre-. ¿Y ustedes, Diego y Samanta? ¿Quieren algo de beber?
- Un vaso de agua, por favor -dijo Diego-.
- Lo mismo -dijo Samanta-.
La madre de Daniel se levantó y fue a la cocina a buscar los vasos de agua.
- Bueno, cuéntenme más sobre su investigación -dijo la madre de Daniel-. ¿Qué han descubierto hasta ahora?
- Bueno, hemos estado investigando sobre el cambio climático y sus efectos en el medio ambiente -dijo Daniel-. Hemos estado leyendo artículos y viendo documentales sobre el tema.
- Eso es muy interesante -dijo su madre-. ¿Y qué han descubierto?
- Hemos descubierto que el cambio climático es un tema muy serio y que debemos tomar medidas para reducir nuestros impactos en el medio ambiente -dijo Daniel-. Hemos aprendido sobre la importancia de reducir nuestras emisiones de carbono y de usar energías renovables.
- Eso es muy importante -dijo su madre-. Me alegra que estén tomando esto en serio.
Mientras la madre de Daniel hablaba, los tres amigos se miraban nerviosos entre sí. Daniel y Samanta habían mentido sobre su investigación y no querían que la madre de Daniel se enterara de que habían ido a una fábrica.
"Espero que no nos pregunte más", pensó Daniel.
"Sí, esto es un desastre", pensó Samanta. "No deberíamos haber mentido".
Diego, por su parte, estaba pensando en cómo salir de esta situación. "Debemos mantener la calma y no decir nada", se dijo a sí mismo.
La madre de Daniel siguió hablando, sin darse cuenta de los nervios de los tres amigos.
- Ah, Daniel, no te olvides de que esta noche vamos al panteón -dijo la madre de Daniel-. Lo habíamos acordado, ¿recuerdas?
- Ah, sí... claro... -dijo Daniel, intentando sonar convincente.
- ¿Y qué hay de nosotros? -preguntó Samanta-. ¿También vamos?
La madre de Daniel se dio cuenta de que Samanta y Diego estaban incluidos en la conversación y sonrió.
- Por supuesto, chicos -dijo-. La invitación es para los tres. Será un momento emocional, pero es importante que estén allí para apoyarme.
Los tres amigos se miraron entre sí, nerviosos. No habían esperado que la invitación fuera para todos ellos.
Después de cenar, la madre de Daniel, Elena, les recordó a los tres amigos que era hora de ir al panteón. "Vámonos, chicos. No queremos llegar tarde", dijo mientras se levantaba de la mesa.
Los tres amigos se levantaron y la siguieron hacia la puerta de la casa. Mientras caminaban hacia el coche, Daniel y Samanta hablaban sobre el cambio climático y sus efectos en el medio ambiente. Diego, por su parte, estaba callado, pensando en la investigación que habían hecho en la fábrica.
Cuando llegaron al coche, Elena les pidió que se subieran. "Vámonos, chicos. El tráfico puede ser pesado", dijo.
Mientras conducían, el tráfico era pesado, como había predicho Elena, no podía evitar sentir una mezcla de emociones. Estaba contenta de que su hijo Daniel y sus amigos Samanta y Diego estuvieran acompañándola en este día tan especial, pero también sentía una gran tristeza al recordar a su esposo Robert.
"Es bueno que los jóvenes estén aquí para apoyarme", pensó Elena. "Daniel siempre ha sido un buen hijo, y es lindo ver que sus amigos también están dispuestos a acompañarme en este momento difícil".
Mientras tanto, Daniel estaba pensando en su padre y en lo mucho que lo extrañaba. "Ojalá papá estuviera aquí para verme crecer", pensó. "Pero sé que está en un lugar mejor, y que siempre estará conmigo en espíritu".
Samanta y Diego también estaban pensando en sus propias cosas. Samanta estaba reflexionando sobre la importancia de la familia y la amistad, mientras que Diego estaba pensando en la investigación que habían hecho en la fábrica y en lo que habían descubierto.
Cuando llegaron al panteón, Elena se detuvo y miró a los tres amigos. "Este es el lugar donde descansa mi querido esposo", dijo Elena, su voz llena de emoción. "Robert fue un hombre increíble, siempre dispuesto a ayudar a los demás y a hacer que el mundo fuera un lugar mejor".
Los tres amigos se miraron entre sí, intrigados por la historia que Elena estaba a punto de contar.
"Robert y yo nos conocimos en la universidad", continuó Elena. "Estudiábamos para ser maestros, él se especializaba en ciencias y yo en letras. Nos enamoramos rápidamente y nos casamos poco después de graduarnos".
Elena hizo una pausa, sonriendo al recordar los buenos momentos que había compartido con Robert.
"Robert siempre fue un apasionado de la enseñanza", dijo. "Le encantaba explicar conceptos difíciles de manera sencilla y siempre estaba dispuesto a ayudar a sus estudiantes. Fue un maestro excelente y todos lo respetaban".
Los tres amigos escuchaban atentamente, imaginando a Robert como un maestro dedicado y apasionado.
"Después de varios años de matrimonio, Robert y yo decidimos tener un hijo", continuó Elena. "Daniel nació un día de primavera y fue el momento más feliz de nuestras vidas. Robert siempre fue un padre dedicado y amoroso, y Daniel siempre lo adoró".
Elena hizo otra pausa, esta vez para limpiar una lágrima que había caído por su mejilla.
"Desafortunadamente, Robert murió en un accidente trágico hace unos años", dijo Elena, su voz llena de emoción. "Estábamos en San Francisco, California, en lo que fue nuestro hogar durante muchos años. Hubo un enfrentamiento entre un hombre que quería hacernos daño y Robert se enfrentó a él para que yo y Daniel pudiéramos escapar. Después de que el enfrentamiento terminó, el FBI me contactó para contarme la terrible noticia de que Robert había muerto".
Los tres amigos se miraron entre sí, conmovidos por la historia de Elena. Daniel bajó la cabeza, recordando a su padre y lo mucho que lo extrañaba.
"Es importante recordar a los seres queridos que ya no están con nosotros", dijo Elena, su voz llena de emoción. "Robert siempre será parte de nosotros, y siempre lo recordaremos con amor y cariño".
En ese momento, Elena se levantó y se acercó a la tumba de Robert. Los tres amigos la siguieron y se quedaron en silencio por un momento, recordando a Robert y lo mucho que había significado para ellos.
Después de un rato, Elena habló de nuevo. "Robert fue un hombre increíble", dijo. "Siempre estuvo dispuesto a ayudar a los demás y a hacer que el mundo fuera un lugar mejor. Lo extraño mucho, pero sé que siempre estará conmigo en espíritu".
Daniel asintió con la cabeza, recordando a su padre y lo mucho que lo extrañaba. "Sí, mamá", dijo. "Papá siempre fue un gran hombre. Lo echo de menos".
Elena se acercó a Daniel y lo abrazó. "Yo también, hijo mío", dijo. "Yo también".
Los dos se quedaron en silencio por un momento, recordando a Robert y lo mucho que había significado para ellos. Después de un rato, Elena habló de nuevo. "Vámonos chicos , dijo. "Es hora de irnos".
Daniel, Samantha y Diego asintieron con la cabeza y se levantaron. Los cuatro se fueron, dejando atrás la tumba de Robert, pero llevando con ellos los recuerdos de su amor y su legado.
el mal que le causes a otros siempre se te devuelve en porciones dobles ,así que cuidado con eso