Precuela de la saga colores
Emiliana Roster quedará atrapada en un matrimonio impuesto que sus hermanos arreglaron para salvarla del despiadado Duque Dorian Fodewor. Creyendo que todo fue una conspiración para separarla del que creía ser el hombre de su vida, intentará luchar en contra de lo que siente por Lord Sebastian, el desconocido que ahora es su esposo.
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2. La traición
...EMILIANA:...
Siempre soñé con casarme con alguien por el que sintiera amor. No quería un matrimonio arreglado, porque no quería soportar ser infeliz el resto de mi vida, a la sombra de un esposo que solo me viera como una yegua para crías. Aún no era presentada ante la sociedad cuando conocí al duque Dorian Fodewor.
Decidí ir a la modista con mi madre, en la ciudad del puerto. En una de las calles, mientras compraba una botana junto, sentí una mirada y me giré, a unos pocos metros se encontraba el hombre más hermoso que había visto, tenía el cabello largo y suelto de forma salvaje sobre sus hombros, ropas negras y una mirada misteriosa, su piel era blanca y su cuerpo fornido.
Me quedé petrificada al principio, cuando él se acercó, preocupada por mi madre, observé a un lado, pero ella se había alejado para mirar unas flores en un puesto.
Empezó a hablarme, con esa voz melodiosa me dijo quien era y que estaba encantado con mi belleza.
Se presentó como duque y le di mi nombre.
— ¿Es usted de por aquí? — Preguntó, mientras sus ojos se quedaban fijos en mi rostro, me sentí sumamente nerviosa, aquella era la primera vez que un hombre se me acercaba.
— Si, mi casa está a unas horas de camino.
— Su apellido me suena ¿Es familia del fallecido duque Morgan?
— Soy su hija.
Alzó las cejas, sorprendido — Oh, eso significa que usted es una señorita de clase alta.
— Digamos que sí.
Jugó con su hermoso cabello y sus labios gruesos se entre abrieron.
— ¿Usted está debutando?
Casi me estremecí por su forma tan directa de ser.
— No, aun no tengo mi primer baile, pero ya tengo la mayoría de edad — Dije, emocionada, no era para menos, había pescado la atención de un duque sin mucho esfuerzo.
— Es usted muy hermosa — Me sonrojé — Perdone que sea tan directo y poco sutil, pero me ha interesado su persona, estoy buscando esposa y no cualquier esposa, quiero a una por la que sienta al menos una pisca de emoción. Al verla, sentí eso — Me evaluó, con emoción en su mirada y sentí mi corazón acelerarse.
— Temo que va muy rápido, si quiere conquistarme tiene que hacerlo de la forma adecuada, no en plena calle — Dije, con postura segura.
— Tiene razón, pero tiene que saber que yo no soy un duque de buena reputación — Confesó y me tensé, sintiéndome un poco decepcionada — Trabajo para la reina Vanessa, soy uno de sus carniceros ¿Si sabe a lo que me refiero? — Negué con la cabeza — Si la reina me ordena matar, lo hago.
Eso significaba que el duque no sería aceptado por mi familia. Especialmente, por mi hermano mayor, quien era mi tutor.
Los duques tenían prestigio, pero al saber que era un asesino sabía que su título no tendría validez para Lean, mis pretendientes debían ser de buena familia y cuando debutara pretendía atraer la atención de alguno de ellos.
— Disculpe, pero no puedo aceptar sus pretensiones — Hice ademán de alejarme.
— Espere, señorita — Dijo y giré mi rostro para observarlo — Entiendo que le asuste, pero yo no le haré daño — Metió las manos en los bolsillos de sus pantalones — Le escribiré.
— ¿Cómo?
— Cartas, podemos conocerlos mediantes ellas mientras usted se prepara para debutar.
— Mi hermano no recibirá cartas y menos de usted — Fruncí el ceño.
— Descuide, su hermano no tiene que saberlo.
No sonaba muy convencida, el duque se marchó sin esperar respuesta y me quedé muy pensativa con nuestro encuentro.
Después de eso, pasó una semana y mientras estaba el jardín leyendo, escuché un silbido.
Observé a todos lados.
Alguien hizo un gesto, del otro lado de la puerta se rejas que usaban los jardineros para botar los restos de ramas y hojas secas cuando podaban.
El jardín daba un bosque.
Antes no había un muro, pero después de que Eleana llegó toda sucia y con el bastón roto, mi padre decidió levantarlo.
Me aproximé, desconfiada.
Un sirviente que no era de la casa estaba del otro lado.
— ¿Es usted la Señorita Emiliana?
Asentí con la cabeza.
Me tendió un sobre entre las rejillas.
— Es para usted.
La tomé y empecé a abrirla.
— Vendré a recoger su respuesta mañana.
Se marchó sin siquiera dejarme hablar.
La carta era el duque.
Empecé a leerla, notando que su letra era hermosa y los versos que escribió mucho más. Volvió a presentarse, usando palabras hermosas describió su primera impresión sobre mí y no pude evitar sonreír.
Corrí adentro y entré en mi habitación para responder a la carta.
No fue la única.
Los sobres empezaron a ocupar el cajón de mi escritorio, enamorándome cada día más y llenando mi corazón de una ilusión inmensa.
El duque Dorian era todo un poeta y en cada carta empecé a necesitarlo cada vez más.
La fecha de la celebración llegó, sería en la mansión del Marqués Lorenzo y por medio de la carta puse en aviso al duque, para poder reencontrarme con él.
Iría con mis hermanos, pero no pensaba mencionarles nada, el duque sería quien abordaría a mi hermano, pero no en la celebración, aquella era una forma para hacer creer que allí fue nuestro primer encuentro y que Lean no sospechara nada de que llevaba tiempo hablando por cartas con el duque.
Sabía que no sería fácil lidiar con Lean y menos con sus prejuicios.
Al terminar los bailes me reuní con Dorian en uno de los balcones, donde me mencionó que pediría mi mano, pero lamentablemente no contaba con que Eleana me descubriera y que se lo tomara tan mal.
Al final accedió a guardar el secreto y me tranquilicé.
En la siguiente carta Dorian mencionó que si era necesario fugarnos para estar juntos, estaría dispuesto a hacerlo.
...****************...
— Emiliana, alístate, vendrá un pretendiente a pedir tu mano — Me informó Lean días después del baile, en el comedor.
— ¿En serio? — Me emocioné como tonta.
— Así es — Dijo, de forma seria.
Tenía que ser Dorian, él era el único pretendiente que tenía.
Estaba tan felíz y emocionada que fui a despertar a Eleana para contarle lo sucedido, casi no la dejé hablar, pero estaba segura que sería Dorian.
Mi hermana no lo arruinó, ella guardó el secreto y gracias a eso, Dorian vendría a verme.
Me marché a mi habitación para alistarme con ayuda de una de las sirvientas, me coloqué un vestido verde y recogí mi cabello.
Mi madre entró en la habitación.
— Espera en la sala de té, nosotros recibiremos al invitado — Dijo, con una sonrisa débil, aunque me percaté de que parecía tensa.
— Está bien — Me observé en el espejo.
A Dorian le iba a gustar mi apariencia, en aquel balcón, casi estuvo a punto de besarme.
Salí, muy animada hacia el salón y tomé asiento, con mis manos sudando dentro de los guantes de encajes.
Mi familia entró después de varios minutos y me levanté rápidamente.
No era Dorian.
Había un hombre muy diferente entrando.
Era un hombre de cabellos negros y ojos azules, un completo desconocido.
Era mi futuro esposo.
Mi familia me entregó a un hombre que ni siquiera conocía, pero lo que más me dolió fue que Eleana me traicionara.
Al verla a los ojos, supe que ella lo había hecho.
Ni siquiera asimilé nada después de que mi hermano me informara que le había dado el permiso a ese hombre para casarme.
Me retiré apenas Lean lo ordenó.
Sentí a Eleana siguiéndome y apuré el paso.
— ¡Emiliana, por favor, detente! — Suplicó, sin poder soportar mi marcha.
Decidí detenerme y enfrentarla.
No pude evitarlo, la furia y el dolor me hicieron darle una bofetada que hizo eco por todo el pasillo.
Se le salieron las lágrimas por el golpe.
— ¡Me has traicionado, confié en tu palabra! — Grité, derramando lágrimas — ¿Por qué me has hecho esto? Arruinaste mi oportunidad de ser felíz.
Sollozó.
— Hermana... Entiende, ese hombre es un asesino, un...
— ¡Cállate, yo lo sabía y no me importaba en lo más mínimo, creí que eras más razonable, pero ya veo que no, eres igual que Lean, juzgas a la gente, como si las conocieras! — Grité, sintiendo una horrible sensación en mi pecho — ¡Eras diferente, conocías el peso del prejuicio, pero tu misma te comportas como todo el montón de idiotas que te tacharon de anormal y te despreciaron!
Negó con la cabeza entre sollozos.
— ¡Eso no es cierto, ese hombre me hizo algo en el pasado y por eso hice lo que debía hacer, protegerte de él! — Gritó, su voz se rompió.
No, no podía creerle, no cuando orquestó con mi hermano y mi madre aquel compromiso con ese hombre que no había visto en mi vida.
Estaba dolida y ardida, así que no me importó clavarle algunas flechas.
— ¡Eres una mentirosa, una envidiosa, estás celosa de que tenga más atención de los chicos que tú y por eso estás inventando eso, a pesar de que siempre recibiste los mimos y las atenciones de nuestra familia, yo jamás te traicioné, ni te hice ningún mal, pero tú me haz clavado una daga por la espalda y nunca te lo perdonaré! — Sentí el odio arder en mis ojos — ¡Mi hermano y tú, están muertos para mí!
Me alejé y escuché como su bastón caía al suelo.
Estaba segura de que Dorian vendría a salvarme.
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No escapé, confiaba en que Dorian vendría a buscarme, a evitar el compromiso y el casamiento.
No salí de la habitación, observé por la ventana como los sirvientes vigilaban el jardín y hacían rondas cerca del muro.
Resoplé, aquello obviamente era obra de Lean.
Registré mis cajones y aunque mis cartas estaban allí sabía que Eleana las había registrado.
La muy desgraciada no le importó hacer esfuerzo de subir las escaleras para arruinar mi futura vida con el duque.
No me importaba, el duque vendría, de eso estaba segura.
Mi madre entró varias veces a la habitación, después de que yo se lo permitiera.
— Entiende, Emiliana, es por tu bien — Dijo, con suavidad, viendo como volvían a salir las lágrimas de mis ojos — Puede que ahora te cueste aceptarlo, pero Lord Sebastian es un buen hombre, es apropiado para ti.
— No... Tu no entiendes... Jamás podrías entenderlo, te casaste con mi padre sin amarlo... — Abracé mi almohada.
Ella suspiró — Pero, terminé amándolo.
— Yo no podré amar a otro hombre que no sea Dorian.
— ¿Estás segura que amas a ese hombre? — Me preguntó — Tal vez solo fue una ilusión, tu primera ilusión y por eso...
— Vete, por favor, no quiero hablar con nadie — Dije, dándole la espalda.
Mi madre respiró con fuerza — De acuerdo, te dejaré sola.
— No quiero que nadie más me moleste.
Dorian llegaría en cualquier momento, sabía que sí.
La puerta volvió a sonar después de unos minutos, pero no me moví de la cama.
— ¡Soy Eleana, por favor, abreme la puerta, quiero hablar contigo!
— ¡Lárgate! — Grité, sintiendo furia de nuevo — ¡Ya debes estar satisfecha! ¿Esto era lo que querías? ¡Ahora soy una prisionera y me casarán con un desconocido! ¡Dorian vendrá a salvarme!
— ¡Entiende, por favor, ese desconocido te tratará mejor que el duque, tal vez fue amable para ganarse tu confianza...
— ¡Cierra la boca, el duque me salvará de este compromiso!
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Dorian no llegó, el día del compromiso llegó y me alistaron a la fuerza, bajé al jardín donde se llevaría a cabo la celebración.
La familia del tal Lord Sebastian estaban presentes y también había una música de ambiente que solo agradó mi tristeza.
Eleana no estaba, supuestamente se hallaba enferma, pero sabía que era solo una mentira.
Lord Sebastian estaba sentado en uno de los bancos y se levantó al verme.
Su mirada me recorrió, pero lo ignoré completamente cuando se acercó.
— Buenos días, señorita Emiliana, está usted muy hermosa.
Lo dudaba, tenía rostro demacrado de tanto llorar, el maquillaje no podía disimularlo por completo.
No le contesté y apretó su mandíbula.
Su padre empezó la ceremonia, dando unas palabras, pero yo estaba atenta a la entrada, esperando la llegada de Dorian.
Fue el turno de Lean de hablar y mi inquietud se agrandó.
Lord Sebastian sacó los anillos.
— Deme la mano, señorita Emiliana.
Lo dudé, mi hermano abrió los ojos como platos cuando me quedé quieta, sin reaccionar.
El día de la boda, seguramente Dorian vendría ese día.
Me consolé con eso.
Entregando mi mano al lord.
Él me colocó el anillo y después fue mi turno.
El resto de la velada permanecí callada.
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Salí del carruaje, con un incómodo vestido y un velo antiguo. A mí familia no le importó en lo absoluto vestirme con la misma prenda que usó mi madre para casarse, adelantaron la boda con tal de separarme definitivamente de Dorian.
Pero, sabía que él la impediría.
Dorian no podía olvidarse de mí.
Él me amaba.
Eleana estaba junto a la entrada de la capilla.
— Hermana, debes estar saltando de la alegría — Siseé, sin poder soportar verla allí con su rostro muy lavado, me provocaba golpearla con el ramo de flores — Oh, lo siento, olvidé que no puedes saltar — Observé su bastón — Sabes, es lo único que me alegra, saber que nunca podrás tener una vida normal y que tal vez hayas desperdiciado la única oportunidad que tenías de contraer matrimonio.
Lo sabía, me enteré a última hora que Lord Sebastian era el hombre con el que mi hermana se casaría.
No me importó verla dolida por mi comentario, yo que jamás me metí con ella, nunca la desprecié, siempre le quise y por eso me dolía tanto. Ella había arruinado la oportunidad que tenía para tener una boda diferente, para casarme con amor, con lo que casi ninguna mujer podía contar.
— Lo único que agradezco de esto es que me di cuenta de la clase de familia que son...
Mi hermano me reprendió.
Observé hacia las colinas antes de entrar.
Dorian, va a venir.
Pero, me equivoqué.
Dorian no llegó.