Diana es una mujer de personalidad tranquila y muy trabajadora, pero es alguien solitaria, tiene muchas deficiencias. Hasta que tuvo un accidente.
Su esposo es el protagonista principal de su libro favorito, y ella ¡Es la villana que muere sola al final! Pero, espera ¡Este marido es tan lindo que quiere quedárselo!
¡Qué se pierda la protagonista principal, este esposo solo puede pertenecerle a ella!
No importa si todos la odian, el protagonista masculino nunca lo hará. Pero entre cambios tan inmensos ¿Qué tan fácil es saber sí su amor por él es sincero?
¡Es tan complicado!
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Sacar a las escorias.
-¡¿Pero qué creéis qué haces?! ¡¿Quién te piensas que eres?! ¡Soy la mejor amiga de Diana Shang, si te atreves a hacerme algo, ella no te perdonará!- Exclamo la joven con grandes lágrimas en sus ojos.
Esta mujer es Sofía Su, la mejor amiga de la villana de la novela. Un hermoso loto blanco con un corazón podrido.
-¿No te da vergüenza ser amigo de otros para ganar prestigio?- De repente, una voz familiar vino desde el pasillo, haciendo que el cuerpo de Sofía se paralizara.
Los ojos de la chica se pusieron cada vez más cristalinos en el momento en que escuchó a su amiga hablar.
Ella se volvió hacia la fuente de la voz, encontrando a Diana vestida encantadoramente como una rosa recién abierta por el roció de la mañana al lado de un hombre apuesto en silla de ruedas.
Sofía no pudo evitar sentirse aturdida por unos segundos cuando vio el rostro tan atractivo del hombre, incluso más hermoso que el de su amante.
Cuando salió de su aturdimiento, su expresión se volvió más lastimero, pues el pequeño loto blanco era bueno a ganar simpatía.
-¡Diana!- Exclamó con grandes lágrimas corriendo por sus mejillas, sus brazos eran sostenidos desde atrás, dificultando que se moviera.
-No me llames por mi nombre, ni siquiera te conozco.- La voz de Diana estaba llena de desprecio mientras la miraba con burla y arrogancia.
El cuerpo de Sofía se puso rígido, en los ojos de su amiga no había amabilidad, cariño u aprecio a como era normalmente, su boca se abrió con sorpresa y conmoción.
-¿Estás enojada porque no fui a verte al hospital? ¡Lo siento mucho, mis padres no me permitieron ir!- Justificó con tristeza Sofía, llorando con más fuerza.
Los labios de Diana se torcieron en una mueca de burla cuando dijo con frialdad -Oh ¿Entonces no tuviste tiempo para ir a ver a un amigo al hospital, pero sí para asistir a un restaurante de alta gama? ¡Eso es peor, por educación, habrías tenido que negarte a venir!
Ella negó con la cabeza, sus ojos se tornaron fríos y sus labios se abrieron despacio y pausadamente -Me disculpo, pero hace dos días me caí del escenario de ensayo y me golpeé la cabeza con fuerza, ahora sufro de amnesia temporal, así que no te recuerdo, por favor, vete si no quieres que sea cruel contigo.
Aquellas palabras fueron como un puñal en la cabeza de Sofía, sus ojos se abrieron como platos y no supo que decir, incluso su cuerpo estaba rígido.
-¡Diana, soy tu amiga desde hace diez años, no puedes olvidarme con tanta facilidad!- Grito con tristeza la chica, llorando desconsoladamente.
¿Perdería su bolsa de dinero así tan fácilmente? ¡No, no estaba dispuesta! ¿Si no quien pagaría su estilista y sus manicuras caras?
Talvez por el ruido que se producía en el pasillo, la otra persona dentro de la habitación salió -¿Sofía, pasa algo?- Preguntó una voz sería.
El joven tenía el cabello peinado cuidadosamente hacia atrás, luciendo elegante y sofisticado, vestía con un traje de color azul oscuro que acentuaba su bien formada figura.
Sus ojos negros cayeron inmediatamente sobre Sofía, quién estaba siendo sostenida por uno de los guardias, se enfureció al instante -¡Oye ¿Qué haces?! ¡Déjala ir!- Exclamo con enojo.
Sin embargo, antes de que pudiese apartar al guardia de Sofía, dos guardias lo tomaron de los brazos con gran fuerza, apretandolo.
-¡Somos invitados de Diana Shang ¿Cómo se atreven a tratarnos así?!- Gritó enojado el hombre, forcejeando para apartar a los guardias que superaban en varios puntos su tamaño.
-Saquenlos de aquí, chicos, asegúrense de prohibirles las entradas en el futuro.- Ordeno amablemente la recepcionista.
Los guardias asintieron y tiraron de ellos hacia el ascensor.
-¡Diana, lo siento, perdón por no ir a verte al hospital! ¡Por favor, ayúdanos!- Gritó con desesperación Sofía mirando a Diana con ojos suplicantes.
Esto podría afectar en gran medida su carrera en ascenso como actriz y también la carrera de modelo para Stephen ¡Ambos serían humillados!
Fue hasta entonces que Stephen, el tipo del que estaba enamorada la villana, notó a Diana de pie junto a un hombre en silla de ruedas. Su rostro se oscureció al verla y el enojo se hizo presente entre sus ojos.
-¡Diana ¿Cómo puedes tratar a tu amiga de este modo?¡ ¿Eres acaso su amiga? ¡Ni siquiera la defiendes!- Criticó con enojo el hombre, mirando a Diana con ojos fríos -¡Ordena que nos suelten ahora!- Ordenó con voz fría y dominante Stephen.
Estaba acostumbrado a tener a Diana a sus pies, la chica siempre hacía todo lo que le pidiese, le daría todo lo que pedía e incluso bajaría la cabeza delante de él.
Ella lo amaba tan incondicionalmente que estaría dispuesta a morir por él, ninguna de sus órdenes había sido desacatada por ella.
Era por esto mismo que la despreciaba en su corazón, aunque normalmente fingía quererla para tenerla cerca y sacar provecho de ella.
-Golpealo.- De repente, una voz extremadamente fría sonó en el pasillo, haciendo que todos sintieran un escalofrío recorrer sus cuerpos.
La recepcionista miró a Diego con sorpresa, pues hasta ahora lo había escuchado hablar, está estaba por disculparse, ya que la etiqueta del restaurante no permitía golpear a la gente, sin embargo, vio a Diego sacar una pequeña tarjeta negra con bordes dorados, mostrandosela directamente.
Al ver el nombre grabado en la tarjeta, los ojos de la chica se abrieron como platos y su cuerpo tembló -¡Has lo que se te ordena, golpeadlo!- Exclamo asustada la recepcionista, mirando a los guardias que sostenían a Stephen.
Los tipos miraron a la chica por unos segundos antes de hacer lo ordenado, golpeando con fuerza e estómago de Stephen.
Este tosio, cayendo de rodillas mientras cubría su estómago con una expresión llena de dolor, el aire le faltaba, pues se lo habían sacado con el golpe.
Sus ojos miraron a Diego ferozmente por unos segundos antes de volverse hacia Diana nuevamente, solo para encontrarse con esos ojos marrones llenos de desprecio.
No pudo evitar sorprenderse al ver su mirada.
aora biene lo buena para esa jente mala