Lia siempre ha sido la chica invisible en la escuela, centrada en sus estudios y lidiando con una complicada vida familiar. Para ella, la secundaria es solo un paso hacia un futuro mejor, lejos de los dramas adolescentes y las expectativas de los demás. Pero su plan de pasar desapercibida se ve truncado cuando se cruza con Mateo, el chico más popular y carismático del instituto.
Mateo vive bajo la constante presión de ser perfecto. Como estrella del equipo de fútbol y el sueño de muchas chicas, su vida parece ideal. Sin embargo, detrás de su sonrisa encantadora, se esconde un joven que lucha por encontrar su propia identidad y escapar de las expectativas impuestas por los demás.
Cuando un proyecto escolar obliga a Lia y Mateo a trabajar juntos, sus mundos chocan de una manera inesperada. Lo que comienza como una colaboración forzada se transforma en una conexión genuin
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Capitulo 23: Corazones Rotos
A pesar de los esfuerzos de Lia y Mateo por reconstruir su relación y aprender de sus errores, el tiempo no siempre es un curador eficaz para el dolor. A medida que intentaban avanzar, una nueva crisis reveló que algunas heridas todavía estaban abiertas y que no todos los problemas se resolvían con el simple paso del tiempo.
Era un día gris y lluvioso cuando el drama se desató. Mateo llegó a casa tarde después de una reunión importante en el trabajo, luciendo más estresado de lo habitual. Lia, cansada y preocupada por el estado emocional de su esposo, intentó ofrecerle apoyo y consuelo.
“Mateo, ¿todo está bien? Pareces agotado,” preguntó Lia, con una expresión de preocupación en su rostro.
Mateo se dejó caer en el sofá con un suspiro. “No es solo el trabajo, Lia. Hay problemas más profundos de los que no sé si podemos hablar.”
Lia se acercó, sintiendo una creciente inquietud. “¿Qué quieres decir? Estamos en esto juntos, ¿no?”
Mateo la miró con tristeza, luchando por encontrar las palabras adecuadas. “He estado pensando mucho en nosotros y en lo que ha pasado. A veces siento que estamos tratando de reconstruir algo que ya está roto.”
Las palabras de Mateo fueron como un golpe en el estómago para Lia. A pesar de sus esfuerzos por avanzar, el dolor y la desconfianza aún estaban presentes. “Mateo, ¿estás diciendo que quieres rendirte?” preguntó Lia, con la voz quebrada por el dolor.
Mateo bajó la mirada, incapaz de responder de inmediato. El silencio que siguió fue lleno de tensión y angustia. Lia se dio cuenta de que la situación era más grave de lo que había imaginado y, sintiendo una oleada de desesperación, se alejó para procesar sus sentimientos.
“Necesito estar sola por un momento,” dijo Lia, levantándose y saliendo al jardín mientras la lluvia caía alrededor de ella. Se refugió bajo un pequeño porche, sintiendo que la tristeza y la confusión la ahogaban.
Mateo, sintiéndose culpable y angustiado, la siguió, pero mantuvo una distancia respetuosa. “Lia, por favor, escúchame. No quiero que esto termine así.”
Lia se giró, con lágrimas corriendo por su rostro. “¿Qué quieres decir con que no quieres que esto termine? Tus palabras parecen decir lo contrario.”
Mateo se acercó lentamente, tratando de encontrar las palabras correctas. “No sé si tengo la respuesta correcta, pero sé que estoy perdiendo la esperanza. Siento que estamos atrapados en un ciclo de dolor y desilusión. Pero no quiero que nuestro amor acabe así. Solo quiero encontrar una solución.”
El corazón de Lia se rompió aún más al escuchar el dolor en la voz de Mateo. “Mateo, yo también estoy sufriendo. Pero no sé si esto es lo que quiero para nosotros. La confianza se ha roto, y estoy cansada de sentir que estamos solo dando pasos hacia atrás.”
Ambos se quedaron en silencio, rodeados por la lluvia y la tristeza. La conexión que una vez compartieron parecía frágil e inalcanzable en ese momento. A medida que la lluvia caía más fuerte, Lia se sintió desbordada por la desesperación.
“Quizás necesitamos un tiempo separados,” sugirió Lia, su voz temblando. “Tal vez sea lo mejor para ambos.”
Mateo asintió, con el corazón pesado. “Si eso es lo que crees que necesitamos, lo aceptaré. Pero por favor, no tomes esto como un adiós definitivo. Solo quiero que sepas cuánto significas para mí y que estoy dispuesto a luchar por nosotros, si aún hay una oportunidad.”
Lia lo miró, con un doloroso nudo en el estómago. “Voy a considerar lo que es mejor para nosotros. El tiempo separados puede ayudarnos a ver las cosas con claridad.”
Ambos se abrazaron, sabiendo que era un adiós temporal, pero cargado de emociones y dolor. La separación no significaba el final, sino una pausa para reflexionar y sanar. Lia se dio cuenta de que necesitaba tiempo para sanar sus propias heridas y reevaluar lo que realmente quería para su vida y su relación.
La noche se desvaneció en un gris silencioso, mientras Mateo y Lia enfrentaban el dolor de los corazones rotos. A pesar de la tristeza que los envolvía, ambos sabían que el camino hacia la sanación requeriría tiempo, comprensión y una voluntad renovada para enfrentar sus desafíos juntos, si aún era posible.
