Adrik es un mujeriego, arrogante y adinerado que no logra ser feliz. Naim quiere ser feliz pero no sabe cómo lograrlo. Un día la vida permite que ambos se conozcan de la forma más explícita posible y así, tanto el adinerado como el exprostituto, mezclaran sus vidas para complementarse mutuamente. Ficción romántica Boys Love
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CUANDO
¿Un viejo amigo? ¿Cuánto tiempo que no nos veíamos? ¿Por qué volvimos a coincidir? Mi corazón estaba inestable en esta noche y todo se tornó muy extraño.
—¿Vienes de vacaciones o estás trabajando? —Me preguntó Marco.
Su mirada seguía teniendo esos destellos oscuros.
—Estoy de vacaciones.
—Entonces puedo invitarte un trago —se aferra a la botella de vino y sirve una copa —. ¿No te molesta si me siento con ustedes? —Se dirige a Adrik.
Adrik me mira a los ojos y yo no soy capaz de irradiar mi molestia.
—No. Adelante. Si eres un amigo de Nam puedes sentarte con nosotros.
Marco sonríe victorioso y eso me jode la noche. ¡Que esto solo sea un mal sueño!
—La neta es que no puedo creer que otra vez esté viéndote —Marco se dirige a mí—. Ha pasado tanto tiempo y ahora, luces un poco más adulto que antes.
—Bueno, es que, madure.
—¿Y qué opinas de mí?
Su cabello estaba algo alborotado. Su camisa tenía cuatro botones desabrochados, lo que permitía ver su pecho bronceado por el sol y sus brazos seguían teniendo esas venas remarcadas. ¡Él no había cambiado!
—Creo que sigues igual.
...🩶🩶🩶...
Cierro la puerta del sanitario. Me desnudo completamente y entro a la ducha. Abro la llave del agua, mis pensamientos están volando en una realidad pasada.
—No quiero estar aquí. ¡Por favor! Déjenme ir. ¡Por favor! —Me sentía completamente angustiado.
—Tranquilo. Mi jefe es muy considerado.
—¡Quiero ir con mis papás!
—Eso no es posible.
—¿Por qué no es posible?
—Porque ellos te vendieron.
—¡No es cierto!
—Claro que lo es. Tú eres de mi jefe.
—Me estas diciendo tonterías.
—No. No te estoy mintiendo. ¿No viste que tu padre aceptó el dinero que le dimos a cambio de ti?
Mi padre sostuvo el dinero durante algunos segundos. Mis lagrimas eran el precio de un momento desgarrador. ¿Qué sucedería conmigo? ¿A donde me llevarían? ¡No entendía nada! Yo sólo era un niño inocente. Y mi alma se desconectó de la realidad cuando ellos me durmieron. ¡Eso me causaba angustia!
—El dinero se cayó al suelo —le dije sin miedo.
—Y tu padre lo acepto entonces, cuando se agacho a recogerlo cuando nos fuimos. Por eso estás con nosotros. ¡Olvídate de tus padres!
El conductor y el copiloto iban fumando. El aroma era fuerte y eso me provocó un poco de náuseas. ¿Por qué les gustaba fumar? ¿Por qué ellos ignoraron lo que yo les decía?
—Pero es que yo no quiero ir con ustedes. ¡Necesito ir a mi casa! Déjenme ir.
Y con toda la osadía de mi ser, intenté abrir la puerta de la camioneta, pero el seguro estaba activado y eso me costo mucho. ¡Sus manos me sujetaron las muñecas! Me envolvió con sus brazos y su rostro se acercó a mi. Su mejilla se impactó con mi mejilla y me obligó a sentarme sobre él. ¡Acorralado termine!
—Déjame decirte que esto te hará sentir mejor.
Su mano sostenía un paño. Cuando mi nariz inhalo, volví a morirme.
Cierro la llave de la ducha y tomo la toalla. Seco mi cuerpo. Mi mente navega en inseguridad y es como si mi corazón estuviera muy lejos de mi cuerpo. ¿Qué me pasa? ¿Por qué la vida hace que...?
Salgo del baño. Me he puesto mi pijama y Adrik está acostado en la cama con su celular en la mano. Rodeó la cama, suspiro un poco y dejó la toalla en un perchero. Me siento en la orilla del colchón. Dejo escapar un suspiro.
—¿Todo bien? —La pregunta de Adrik me hace volver a la realidad.
Mis pensamientos aterrizan en lo sucedido esta noche, le estoy dando la espalda.
—Sí. Creo que sí.
Giró lentamente para poder ver su rostro. Adrik me da su atención y eso me complace. ¿Cómo termine con este hombre? ¿Por qué la vida permite que yo viva cosas nuevas y confusas?
—¿Te inquieta algo?
¿Por qué me pregunta eso? ¿Es muy notorio en mi semblante? Me da un poco de pena responderle.
—Algo me inquieta.
—¿Quieres contarme?
Mi boca tenía tantas ganas de pronunciar mi realidad, pero me faltaba valor.
—¿Tienes cigarrillos?
—Sí.
Pareció sorprenderse por mi petición.
—¿Me regalas un cigarro? Quiero fumar.
—Pensé que tú no fumabas.
—Deje de fumar. Pero necesito valor.
—¿Por qué necesitas valor?
—Porque quiero sincerarme contigo.
Sus pupilas irradiaban curiosidad y atención por mis palabras. Sus pies descalzos se bajaron de la cama, él camino hasta el escritorio y de allí sacó una cajita metálica. Se acercó a la cama, me acerqué a su lado, su pecho estaba desnudo y su barba me hipnotizó.
El encendedor prendió el churrito y el aroma del tabaco comenzó a fluir. Lo lleve a mis labios, lo introduje en mi interior, el aroma me hacía sentir mejor. ¡Esto era como en el pasado! Expulse la columna de humo y Adrik me miraba con mucha atención, sentado en la cama y yo hincado frente a él.
—¿Me puedo sentar en tus piernas? —Me animo a pedirle.
—Claro.
Su cuello se volvió el refugio perfecto para resguardar mis manos. Su piel era suave, acaricié sus hombros y sus ojos no dejaron de enfocarse en mis ojos. ¡Esto me hacía sentir mejor! Ver cómo él también fumaba me hacía sentir fugaz.
—Fúmame la boca —le pido.
Tres peticiones, una mirada y el tacto. ¡Cosas que me iban a devolver el valor!
Acerque mis labios a su boca, Adrik expulsa el humo y este se introduce en mi boca. ¡El tabaco era de mis drogas favoritas!
—Marco no es un viejo amigo —le digo sin miedo.
Mis manos acarician sus brazos y las manos de él me acarician el culo. ¡Había olvidado lo bien que se siente estar así con un hombre! Fumando sin miedo.
—¿Es un compañero de tu antiguo trabajo?
—Algo así. En realidad, Marco era mi dueño.
—¿Tu dueño?
—Sí. Pero no lo digo en el sentido de que era mi novio. ¿Recuerdas que dije que yo era prostituto?
—Lo recuerdo.
—Él era mi amo y yo era su puta.
La sorpresa es irradiada en su mirada.
—¿Y ustedes…?
—Él me dejo ir hace cinco años y deseé no volver a toparme con él. Pero la vida tiene otros planes para mí y no sé qué es.
—Tal vez la vida quiere que seas feliz y se lo demuestres a esas personas de tu pasado.
Sus palabras me reconfortaron.
—Tal vez. Bueno, la neta sí. Soy feliz cuando me tocas. ¡Tus manos me encantan!
Sonríe.
—Mis manos son tuyas. ¿Tienes miedo de Marco?
—No. Pero si tengo recuerdos y esos me atormentan.
—Bueno, prometo cuidarte de aquello que te hace mal —me dice con sinceridad, otro puñado de humo sale de su boca.
Sonrío.
—Y eso me encanta de ti. Que eres un hombre que está experimentando cosas nuevas conmigo, como el querer protegerme.