Las verdades de su primer amor distorcionaron su mente por un engañó y ella lo mató. Su hermano menor busca justicia sin saber que después de un tiempo empieza a enamorarse de la asesina de su hermano.
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Bebé
Desperté algo confundida, lo último que recordaba era el desorden de las calles, en mi brazo tenía una aguja conectada a un suero, en mi nariz tenía una cánula nasal, segundos después un médico muy joven abrió la puerta, me regalo una bella sonrisa, se acercó y me tomó de la mano.
—¿Cómo te sientes?— me preguntó.
—¿Tú me salvaste la vida?— le contesté algo adolorida.
—Lamento solo haberte salvado la vida a vos y no a tu bebé.
¿Acaso dijo bebé?, me pregunté.
—¿De qué bebé está hablando?
—¿No sabías que estabas embarazada?
—No, no lo sabía—respondí con los ojos húmedos y tocando mi vientre como podía.
Nunca se me había ocurrido ser mamá y ahora lo era de una criatura que ya no existía, porque el maldito accidente me lo arrebató antes de me enterara de su existencia.
—Cuando llegamos al Hospital ya no había mucho que hacer, lamento mucho tu perdida—me dijo el médico tomando de mi mano para darme ánimos.
Estaba pérdida en la nebulosa de mi cabeza, sin decir nada y sin hacer ningún movimiento, no podía volver en sí, hasta que Enzo entró y me vio en los brazos del médico llorando. No recuerdo cuando empecé a llorar, el doctor al verme tan mal me cubrió entre sus brazos para calmarme.
—¿Doctor, que cree que está haciendo?— Enzo se dirigió al doctor muy molesto.
—Su esposa quedó en shock con la noticia y no podía dejarla sola — respondió el médico intentando alejarse de mi, pero yo lo sostuve fuerte para que no se alejara de mi, porque me sentí algo protegida.
—¿Qué noticia?
—Perdió a su bebé.
—¿Qué?— Enzo se desestabilizó con la noticia y le faltó algo de aire. Ahora entendía mi reacción.
—Al parecer ninguno sabía del embarazo.
—¿Doctor puede dejarme sola con mi esposa?
—Si, cualquier cosa me llaman.
El doctor se fue, vi como cerraba la puerta y me regalo una sonrisa antes de irse, porque ahora comenzaba la otra pesadilla.
—¿Por qué no me dijiste que estabas embarazada?— Enzo me gritó.
No había ninguna milésima de compasión de su parte. Realmente no lo entendía, todo el tiempo que había fingido que me amaba, realmente no había significado nada. Al menos pensé que me quería aunque sea un poquito, pero su frío corazón hablaba por si solo.
—Quiero que te vayas Enzo, no quiero verte, largó... — me levanté de la cama y le empujé para que se fuera.
—Es mejor que lo hayas perdido, de no haber sido así, te hubiese obligado a abortar.
—Sos un gran hijo de puta Enzo, no sabes cuanto te odió.
Sus palabras eran como un cuchillo muy filo que atravesaban por mi roto corazón, perdí el control, me saque la aguja de la mano y se lo quise clavar en los ojos, quería ahorcarlo con las mangueritas del suelo, para dejar de escuchar su voz.
Pero antes que hiciera cualquier cosa me agarro de los brazos, vio que sangraba y llamó al médico.
—¿Para qué llamas al médico? ¿Porque mejor no me dejas morir?
—Porque no es tu momento. Aún hay cuentas que debemos saldar.
En ese momento entro el médico y algunas enfermeras, le pidieron a Enzo que se salga, me volvieron a subir a la cama y me conectaron todos esos cables que tenía en el cuerpo, después me pusieron un sedante y quede dormida.
Enzo se fue al baño, golpeó la pared con sus nudillos, realmente le dolía haber perdido a nuestro hijo, porque ese angelito no te tenía la culpa de nuestros asuntos podridos que nos contaminaban el alma. En su pecho había una mezcla de sentimientos, le dolía ser duro conmigo, su venganza le obligaba a tratarme mal.
Aurora, sé que me odias, y tienes todo el derecho a hacerlo, pero no puedo perdonar lo que has hecho con Darío, es como si me hubieses quitado un brazo y siento que algo me hace falta, me siento incompleto. Hablaba solo.
Mi padre estaba esperando a que despertará para verme, hasta que una llamada perturbó más aún su mente. El contador le llamó para informarle de una gran pérdida de dinero, esto alteró a mi padre y se fue de urgencias a buscar al contador para que le dé una explicación, cuando llego a las oficinas se encontró con muchos inversionistas, pidiendo el reenvolso de sus acciones.
—¿Qué fue lo que pasó?— preguntó mi padre al contador.
—El último proyecto cayó en manos equivocadas.
—Sé más claro.
—Una cláusula del proyecto incumplimos y ahora nos están demandando.
—Eso no puede ser, si Enzo se encargó de eso.
—Al parecer no hizo bien su trabajo.
Mi padre se enfadó y golpeó el escritorio, tomó los documentos y reviso de inicio a fin, y efectivamente había fallas.
Enzo minuciosamente venía trabajando en eso, después de algún esfuerzo había logrado llevar a la quiebra la empresa de mi padre, para terminarlo y quedarse con una gran parte le faltaba una firma, que por el accidente no se pudo concretar.
Mi padre tomó su celular y llamó a Enzo.
—Hola— Enzo contestó, ya algo más calmado.
—¿Por qué lo hiciste?— mi padre fue directo.
—Es parte de mi venganza.
—¿De qué venganza hablas?
—Tu hija mató a mi hermano, y salió ilesa de la cárcel, cuando debería estar pagando su culpa. Pero no, vive libre como si no hubiese cometido ningún crimen, mientras mi madre vive llorando por todos los rincones de mi casa, queriendo encontrar a su hijo.
Mi padre al escuchar eso, tiro el celular a la pared, no podía creer que todo lo había perdido por mi culpa.
El trabajo de toda su vida en una cerrar de ojos se estaba desvaneciendo de sus manos. Se tomó un vaso de whisky para bajar los niveles de tensión que se le esparcía por el cuerpo. El barco lujoso en el que había vivido por muchos años se estaba hundiendo sin tanto esfuerzo, y todo por mi culpa. Mis padres siempre me enseñaron buenos valores, pero vine con una falla y eso rompió muchas cadenas.