Un Viaje A Lo Desconocido

—¡Vamos ya, no lo piensen!— les hablo Winder.

—¡El dragón, rápidoooo!— exclamó Gabriel.

Frente a ellos las chicas se desaparecían una a una, quedando solo ellos, con miedo ah que el dragón también pasará, winder se alejó del portal, dándole oportunidad a Gabriel.

—¿Para dónde vas?, ¿Estás loco?— reclamo Gabriel.

—¡VETE, SOLO LO VOY A DISTRAER!— le grito Winder, llamando la atención del dragón.

Gabriel estaba indeciso, no era capas de dejarlo ahí solo, sus nervios casi lo dejaban sin aliento y aún más cuando veía que el dragón estaba muy cerca de Winder.

—¡Corre a la derecha!— exclamó Gabriel.

Ya siendo muy tarde, el dragón alcanzó la pierna de Winder dejando un gran rasguño, suerte que no llego lo suficiente.

—¡AAAH!— Gritaba winder de dolor.

—¡Vete Gabriel, no se detendrá, nos comerá a los dos!— Exclamó Winder al ver que Gabriel le tiraba piedras. Aunque Winder le gritaba, Gabriel estaba lleno de rabia y no paraba, haciendo que el dragón retrocediera y sin más cayera a una cueva.

Gabriel corrió a donde estaba Winder, viendo cómo se desangraba por la herida.

Mientras ellos luchaban por llegar al portal, aguantando el dolor, las chicas se desesperaban al no verlos aparecer.

—¿Por qué no aparecen?— Hablo Renata, desesperada.

—No lo sé, ya estoy nerviosa— dijo Alicia.

Ambas sin percatarse de nada a su alrededor.

No pasó mucho tiempo, cuando los chicos aparecieron, Gabriel casi cargando a Winder, eso las alertó.

—¡Amor, que te paso!— Chillo Renata.

—Quiso distraer el dragón y casi se lo come, una suerte que solo le rasguño la pierna—

—¡Eso no es un rasguño!— exclamó Renata, al ver cómo la sangre salía y lo profunda que estaba.

Los nervios de todos no los dejaba pensar.

—¡BASTA, CHICOS, SALGAMOS DE AQUÍ!— Grito Winder entre la rabia y el dolor.

El lugar estaba lleno de polvo, eso no los dejo ver, los teléfonos, hasta que Alicia piso uno, nerviosa del trauma que le ocasionó esa aventura, imagino lo peor, hasta que vio el color rosa aparecer. Lo tomo sin pensarlo dos veces y no obtuvo manera de encenderlo.

—¡Busquen los demás!—

Los cuatro teléfonos estaban en sus manos, pero ninguno encendía, no había manera de saber qué había pasado, si sus familiares habían llamado para saber de ellos.

—No tienen batería, fueron tres días, es entendible— Dijo Gabriel.

—Vamos ya, necesito algo para el dolor— suplico Winder.

El detalle estaba en subir a Winder sin que hiciera fuerza, pero no era opción quedarse ahí, ya estaban a poco de estar en casa. Renata lloraba al ver a su novio sufriendo de dolor, deseando llegar rápido a casa.

Ya todos afuera, buscaban por donde debían ir, donde estaban sus carpas, caminaron un par de metros y como si algo le hablara a su mente. Voltearon para atrás, quedando en shock, el pequeño templo había desaparecido, no había nada que demostrará que había vivido una aventura aterradora, aunque al ver a Winder quejarse, recordaban que sí, habían vivido la aventura de sus vidas.

No era mucha la distancia de donde estaban sus carpas y sus pequeños bolsos, pero les costó, los caminos que ellos recordaban no estaban.

—Estoy seguro de que era por aquí.— hablo Gabriel, quien ese día había corrido casi cagándose.

—Se ve todo muy raro.— expresó Alicia.

Para su sorpresa, al llegar, el lugar estaba lleno de hojas, ramas y telaraña, sus bolsos no estaban. Las carpas tenían forma de estar podridas y descoloridas.

En su cabeza no pasaba la idea de que parecían como si años habían pasado, el sol y la lluvia hicieron que se pudrieran. Aun así, seguían sin saber que era lo que realmente estaba pasando.