La única manera de ayudar a su padre enfermo, es casándose con un hombre que no ama.
Sabiendo que la vida de su padre dependía de aquello, debía seguir con la farsa que su matrimonio conllevaba.
No obstante, jamás pensó que su vida cambiaría de manera tan radical, sobre todo porque hacía tan solo unos meses estaba no solo por graduarse, sino haciendo otros planes.
¿Podrá la vida depararle algo más?
¿Podrá ella conocer el amor en aquella situación tan crítica?
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CAPÍTULO 10 LOS VILLANUEVA
Ernesto Villanueva leía un libro en el jardín, escucho los tacones de su esposa, pero fingió que estaba concentrado en la lectura, ella puso una taza de té en la mesita frente a él, a veces extrañaba el café pero ya se había resignado a no tomarlo.
-¿hasta cuándo vas a ignorarme pregunto ella? -
El hombre siguió en silencio, ya había perdido el hilo de lo que estaba leyendo, pero no quería cerrar el libro, aun le costaba trabajo ver la cara de su esposa y no reprocharle el que hubiera tratado a sus hijas de esas manera.
-espero que algún día entiendas que todo lo que hago es por el bien de esta familia -
Ernesto Villanueva por fin cerró su libro
-se que así es, tu siempre haces lo que crees que es mejor para nosotros, pero dime ¿es tan difícil pedir mi opinión de vez en cuando? Ellas también son mis hijas y quiero que sean felices -
-la felicidad no paga las cuentas Ernesto – dicho esto se dio la vuelta y entro de nueva a la casa.
Eso lo sabia el mejor que nadie, había comenzado a trabajar desde muy joven para pagar sus estudios, así que cuando se caso y tuvo a sus hijas, se prometió a si mismo que ellas nunca iban a tener las carencias que él tuvo, pero de que sirvió todo eso, ahora estaba aquí sentado contemplando el jardín sin poder hacer casi nada como un inútil, su hija mayor estaba embarazada y traería al mundo un hijo sin padre y la menor se había casado nada mas graduarse, ninguna de las dos estaba ejerciendo la carrera que había estudiado ¿acaso había servido de algo que el casi se matara trabajando? Estaba tan distraído en sus pensamientos que no escucho a su hija hasta que esta lo abrazo y le dio un beso en la mejilla.
-¿Cómo estas hoy papá? –dijo su hija menor sentándose a su lado.
Ernesto miro a su hija detenidamente quería ver que tal la estaban tratando en aquella casa, a simple vista se veía bien, no tenia ojeras, se veía descansada de hecho parecía haber subido un poco de peso eso lo alegro, Florencia siempre la tenía a dieta, y el odiaba eso, sabía que a su niña le encantaba comer.
-¿sucede algo? Estas muy callado no parece que te alegres de verme- dijo Isabela sonriendo
- a mí siempre me da gusto verte cariño ¿te tratan bien tus suegros y tu marido?-
- estoy bien papá no te preocupes por mi- le dijo ella tomándolo de la mano -¿quieres caminar un poco? Te hará bien el ejercicio -
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Mientras caminaban por el parque que estaba cerca a la casa de sus padres Isabela pensaba como sacar el tema de la familia de su marido, más específicamente de el abuelo de Alexander, Al final pregunto directamente
-¿recuerdas al abuelo de mi esposo?
Su padre la miro, camino hasta la banca más cercana y se sentó -¿de dónde viene el repentino interés por el señor Estefan?
Así que ese era su nombre pensó – simple curiosidad, no recuerdo haberlo visto nunca
-de hecho lo conociste, en una fiesta de año nuevo de la empresa pero eras muy pequeña para recordarlo, incluso te dio un regalo, dijo que el siempre había querido una nieta y tu le agradaste bastante-
-¿de verdad me dio un regalo?-
- si te regalo esa muñeca que solías llevara a todas partes era tu favorita-
Isabela de verdad estaba sorprendida- siempre pensé que fuiste tú, adoraba esa muñeca-
-te la entregue yo pero fue un regalo que el te envió en tu cumpleaños, no era mala persona, lástima que sufría del corazón, nunca le gusto que su único hijo se casara tan pronto después de enviudar, además nunca se recupero de la muerte de su nuera era como una hija para él, pero ya dejemos ese tema por la paz y volvamos a la casa eso hora de tomar mi medicamento -
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Después de dejar a su padre descansando bajo a la cocina y se encontró a su madre y a su hermana
-siéntate Isabela hace tiempo que no hablamos -
Ella se sentó – ¿sucede algo? parecen serias -
-sucede todo, los gastos de esta casa se han duplicado porque tu hermana solo gasta y no aporta nada, y a eso agregale los gastos de tu padre
- los gastos de papá los paga mi marido y lo sabes -
- si madre recuerda que tu querido yerno paga todo, y yo te dije que voy a empezar a trabajar cuando el bebé nazca – dijo Estela y continuo comiendo
- pero mientras ¿quien paga los gastos extras que generas? - le reprocho su madre – bueno me voy a trabajar debo ver a un cliente - y salió molesta de la cocina
Isabela miro a su hermana- dime la verdad Estela ¿tienen problemas de dinero? -
-no, estamos bien, lo que le molesta es que ahora no puede ir al salón una vez a la semana además está enojada porque le dije que tomaría tu cuarto para el bebe si es niña ya no habrá que pintarlo -
-no me molesta que lo tomes, es más si necesitas ayuda con algo dime -
-no te cansas de restregarme en la cara que tienes dinero, no sabes cómo odio que nunca me reclames nada, siempre te callas todo lo que te molesta y vas por la vida fingiendo que todo está bien, incluso terminaste con una cicatriz en tu perfecta cara por mi culpa y jamás me reclamaste nada, ahora te quiero quitar tu cuarto y solo dices está bien, eres patética por eso todo mundo hace lo que quiere contigo.
- tienes razón tal vez si soy patética incluso ahora estoy más preocupada por tu bebé que por mis sentimientos, así que hare lo único que puedo hacer ahora para molestarte - metió la mano en su bolso saco un sobre y lo puso en la mesa – esto no es para ti es para que compres la cuna para mi futuro sobrino, y por favor deja de hacer corajes eso no le hace bien a ninguno de los dos- dejando el sobre en la mesa se levantó y se fue.
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Frank la estaba esperando cuando salió de la casa, le abrió la puerta del auto, esta subió en silencio cuando la vio entrar a la casa parecía feliz y menciono algo de una cuna, él no supo de que hablaba y tampoco le pregunto.
Ahora parecía a punto de llorar pero él de nuevo lo hizo preguntas, su trabajo no era preguntar, desde que se subió la estuvo vigilando por el espejo retrovisor y la vio morderse los labios, era obvio que estaba aguantando las ganas de llorar.
Frank no tenía ni la menor idea de que hacer pues la oía sollozar en el asiento de atrás, él no sabía lidiar con mujeres y menos que hacer si estas lloraban, así que solo hizo lo que mejor sabia hacer fingir que no había visto nada, no quería e qué ella se sintiera más incomoda, al llegar a la Mansión la ayudo a bajar de el auto, ella lo tomo del brazo.
-Por favor no le digas nada de esto a Alexander -
Frank solo asintió con la cabeza y la vio entrar, lo único que se le ocurrió fue ir a buscar a la tonta de Cora, para que fuera a ver a la señora sabía que esas dos eran muy amigas, la encontró limpiando algunas cosas de plata, estaba tratando de alcanzar algo se acerco por detrás y lo alcanzo por ella, la joven se asusto y casi se va de espaldas él la sostuvo con su otra mano y después se aparto rápidamente.
-¿Qué necesita? – dijo sin mirarlo a la cara
-¿puedes ir a ver a la señora? Creo que no siente muy bien
-¿Por qué no dijo eso desde un principio? – le reprochó, y salió corriendo de la cocina.
Frank suspiro entre esta niña, la señora y su jefe lo iban a volver loco tal vez si necesitaba unas vacaciones.