La Protegida Del Alfa

**Capítulo 14: La Revelación**

Las noches continuaron pasando, llenas de risas, entrenamientos y momentos compartidos bajo la luz de la luna. Sin embargo, Valeria comenzó a notar que algo no estaba bien. A medida que pasaban los días, se sentía más cansada de lo habitual, y una serie de síntomas extraños comenzaron a manifestarse. La energía que antes la llenaba ahora parecía desvanecerse, y un malestar persistente la acompañaba.

Una mañana, mientras se preparaba para el día, Valeria sintió una náusea repentina. “¿Qué está pasando?” se preguntó, llevándose una mano al estómago. “Esto no es normal”. Se miró en el espejo, notando un ligero cambio en su apariencia; su piel brillaba, pero había un tono de palidez que no le gustaba.

“Tal vez solo sea un resfriado”, pensó, tratando de convencerse. Pero la inquietud creció dentro de ella. Sabía que la vida como loba era diferente, y ahora, con su nueva identidad, la situación podía complicarse aún más. El embarazo adolescente era un tema sensible, y la idea de ser una madre joven en medio de todo esto la llenaba de ansiedad.

Durante el almuerzo en la escuela, Valeria se sentó con Jonathan, Samanta y Alex. A pesar de su malestar, intentó mantener una actitud normal. “¿Cómo les va?” preguntó, tratando de sonreír.

“Todo bien. ¿Y tú? Te veo un poco pálida”, comentó Jonathan, mirándola con preocupación.

“Solo un poco cansada”, respondió Valeria, forzando una risa. “Nada de qué preocuparse”.

“Si estás enferma, deberías descansar”, sugirió Samanta, inclinándose hacia ella. “No hay nada más importante que tu salud”.

“Sí, no es momento de que te exijas demasiado”, agregó Alex, tomando su mano. “Eres nuestra beta. Necesitas estar en tu mejor forma”.

Valeria sintió un nudo en su estómago al escuchar esas palabras. “Lo sé, pero estoy bien. Solo es un pequeño malestar”. Sin embargo, en el fondo, sabía que algo más estaba sucediendo. “Quizás debería hablar con alguien sobre esto”, pensó.

Esa noche, después de la práctica de entrenamiento, Valeria decidió confesarle sus preocupaciones a Samanta. Se encontraron en el claro del río, donde la luna brillaba intensamente. “Samanta, necesito hablar contigo sobre algo”, dijo Valeria, sintiéndose vulnerable.

“Claro, ¿qué sucede?” preguntó Samanta, preocupada.

“Me he estado sintiendo rara últimamente. Cansada, con náuseas… No sé qué pensar”, admitió Valeria, sintiendo que la ansiedad comenzaba a apoderarse de ella.

Samanta la miró con seriedad. “¿Has considerado la posibilidad de que puedas estar embarazada? Sabes que eso puede suceder, incluso para nosotras como lobas”.

Valeria se quedó en silencio, sintiendo que el aire se le escapaba de los pulmones. “No, no… No puede ser eso. Estoy en una relación con Alex, pero… no he pensado en eso”, murmuró, sintiendo el pánico crecer dentro de ella.

“Es posible, Valeria. Necesitamos ser realistas. Deberíamos hablar con alguien más, tal vez con tu hermano o con Alex”, sugirió Samanta, intentando calmarla.

“No quiero preocupar a Alex. No sé cómo manejar esto”, respondió Valeria, sintiéndose abrumada. La idea de ser madre a su edad y en su situación era aterradora. “¿Y si no estoy lista? ¿Y si no puedo ser una buena madre?”

“Valeria, sea lo que sea lo que esté pasando, lo enfrentaremos juntas. No estás sola en esto”, le aseguró Samanta, abrazándola. “Pero necesitas hacerte una prueba. Debemos saberlo con certeza”.

Valeria asintió, sintiendo una mezcla de miedo y determinación. “Está bien, pero no se lo diré a Alex todavía. Necesito entenderlo primero”.

Al día siguiente, Valeria se armó de valor y compró una prueba de embarazo en una tienda cercana. Mientras esperaba en su casa, el tiempo parecía detenerse. Cada segundo que pasaba se sentía como una eternidad. “Por favor, no… no puede ser esto”, repetía en su mente.

Finalmente, cuando tuvo el resultado en sus manos, su corazón se detuvo. “Negativo”, leyó en voz baja. Un suspiro de alivio recorrió su cuerpo, pero algo en su interior sentía que la preocupación aún no había desaparecido.

Sin embargo, la sensación de malestar continuó, y Valeria decidió hablar con Jonathan. “Él siempre ha estado a mi lado”, pensó. Fue a buscarlo después de la escuela, encontrándolo en el claro donde solían entrenar.

“Jonathan, ¿puedo hablar contigo?” preguntó, sintiéndose nerviosa.

“Claro, ¿qué sucede?” respondió él, notando su expresión seria.

“Me he estado sintiendo rara últimamente. Compré una prueba de embarazo, pero salió negativa. Aun así, no sé qué está pasando. Estoy asustada”, confesó Valeria, sintiendo que se le quebraba la voz.

Jonathan se acercó, tomando su mano. “Valeria, es normal sentir miedo. Estás en una etapa de tu vida que trae muchos cambios, y la vida como loba solo lo complica más. Pero tienes que ser honesta contigo misma”.

“Lo sé, pero no quiero preocupar a los demás, especialmente a Alex. No quiero que sienta que estoy fallando como beta o como su mate”, dijo Valeria, sintiéndose atrapada.

“Eres fuerte, Valeria, y siempre has sido capaz de superar los desafíos que se te presentan. Hablar con Alex podría ser la mejor opción. Él se preocupa por ti y necesita saber lo que sientes”, instó Jonathan.

“Tal vez tengas razón”, admitió ella, sintiendo que la presión comenzaba a aliviarse un poco. “Solo… no sé cómo lo tomará”.

“Lo descubrirás cuando lo hagas. La comunicación es clave en cualquier relación”, respondió Jonathan, animándola. “No estás sola en esto. Todos estamos aquí para apoyarte”.

Valeria sintió una oleada de gratitud hacia Jonathan. “Gracias, hermano. Necesitaba escucharlo”.

Esa noche, mientras se preparaba para hablar con Alex, su mente estaba llena de dudas. “¿Y si no acepta la idea de ser padre? ¿Y si no sabe cómo manejarlo?” pensó, sintiendo que el miedo la invadía nuevamente.

Finalmente, cuando llegó el momento de hablar, Valeria se sentó con Alex bajo la luz de la luna en el claro del río. “Alex, necesito hablar contigo sobre algo importante”, dijo, sintiéndose ansiosa.

“Claro, Valeria. ¿Qué sucede?” preguntó él, notando su tono serio.

“Me he estado sintiendo diferente últimamente. He tenido algunos síntomas extraños, y aunque hice una prueba de embarazo que salió negativa, no puedo dejar de pensar en la posibilidad de que algo esté pasando”, confesó Valeria, sintiendo que su corazón latía con fuerza.

Alex la miró con sorpresa, pero no con miedo. “Valeria, gracias por ser honesta conmigo. Esto es algo serio, y quiero que sepas que estoy aquí para ti, pase lo que pase”.

“¿Estás seguro? No quiero que sientas que estoy fallando como beta o como tu mate. No estoy lista para ser madre”, dijo Valeria, sintiendo lágrimas en sus ojos.

“Valeria, ser madre es una decisión importante, pero lo enfrentaremos juntos si resulta ser así. No estás sola en esto. Lo que más me importa es que tú estés bien”, le aseguró Alex, acercándose y tomándola de la mano.

“Gracias, Alex. Necesitaba escuchar eso. No sé cómo manejar esto, pero sé que contigo a mi lado, puedo enfrentar cualquier cosa”, respondió Valeria, sintiéndose aliviada.

Bajo la luz de la luna, Valeria sintió que el peso de la incertidumbre comenzaba a desvanecerse. La vida como loba era complicada, pero con su manada y el apoyo de Alex, sabía que podrían encontrar el camino a seguir. Con cada paso, se sentía más fuerte y decidida a enfrentar lo que viniera, sin importar cuán desafiante fuera. La luna seguía brillando, y con ella, la esperanza de un futuro lleno de posibilidades.