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Como Un Conejo Asustado

Como Un Conejo Asustado

Status: En proceso
Genre:Yaoi / Posesivo / Mafia / Omegaverse / Dominación
Popularitas:31k
Nilai: 4.9
nombre de autor: Leidy Rojas

⚠️ Contiene suicidio, depresión, transtorno de estrés postraumático, dependencia emocional, violencia, abuso, rasgos de psicopatía, sadismo, contenido +18 (censurado) y una relación poliamorosa.

John, un omega que se ha cansado de vivir. Decide que ya no hay sentido alguno, se sumerge en el lago pinos susurrantes y allí deja escapar su vida. Tercer intento fallido, pero ahora todo es diferente. Al parecer en ese mundo nadie conoce a los omegas y la persona que más le hizo daño, ha muerto. John descubre en este mundo la delicadeza que las personas pueden tener pero que él nunca conoció en su antiguo mundo, el doctor Jeison. El Dr se muestra amable, atento y cuidadoso de una manera que John no ha experimentado. Lleno de cicatrices tanto en su cuerpo como en su corazón, ignora el hecho de que quien acaricia su nariz es un lobo disfrazado de oveja.

NovelToon tiene autorización de Leidy Rojas para publicar essa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Crecer

John

–Por favor, olvidemos mi atrevimiento –dije mientras escondía mi rostro en su axila. Incluso después de haber llegado del trabajo y tener sexo, olía tan bien.

–¿De dónde sacaste esa osadía? –preguntó. Ni siquiera yo lo entendía. –¿Al conejito le están saliendo garras?

–Yo… quiero hacer más cosas por ti–reconocí.

–¿Cómo vas con la terapia? –preguntó Jeison.

–¡La terapia! –Me había olvidado del postre que había guardado para él. Levanté la mitad de mi cuerpo con mis brazos. –La doctora me trajo un postre de chocolate, es muy rico, así que guardé un poco para ti –sonaba un poco apresurado.

–¿Por qué ella te trajo eso? –quiso saber Jeison. Su humor había cambiado, ahora, incluso sonaba amenazante.

–Ah, ella… solo quiso. No hay una razón en especial–expliqué. Jeison frunció el ceño.

–¿Desde cuándo se regalan postres porque se quiere y no sin ninguna intención? – cuestionó

–Eso no es así. Ella es mi terapeuta y también mi amiga. Además, tiene un esposo, ¿cómo podría? –los ojos amenazantes de Jeison no se apaciguaron. Sentí un nudo en el estómago que me aterrorizaba. Un súbito escalofrío recorrió mi espalda, y apreté las sábanas con fuerza. Estaba aterrado.

Jeison se sentó y, con su mano en mi garganta, juntó nuestras frentes. Sus ojos de jade se clavaron en los míos, y automáticamente bajé la mirada. "Él no me haría daño", me repetí. "Él no puede hacerlo", insistí en mi mente. Aunque quise alzar la vista, mi nerviosismo me lo impedía.

La mano que tenía en mi cuello se deslizó hasta mi nuca.

–Muy bien –dijo. –¿Estás asustado, conejito? ¿Quieres correr? –Jeison se apartó de mí, levantándose de la cama.

–No, no me quiero ir – Incluso si lo deseara, no tenía adónde ir.

–Entonces, vamos a tomar un baño – Asentí. La expresión de Jeison cambió de repente. Mi pecho dolía y estaba confundido, ¿qué había sido eso?

Cuando estábamos en la regadera, Jeison empezó a lavar mi cuerpo. Recordé el consejo de la doctora, incluso el de la Sra. Cecilia sobre confesar mis sentimientos. No tuve el valor para cumplir con ninguno de los dos.

–Vamos, acomódate para sacar el semen –dijo Jeison. Puse mis manos en la pared y me incliné. Mi vista se nubló y las lágrimas se mezclaron con el agua que caía. Me sentía tan débil e inservible.

–Vamos, ya está –dijo Jeison volteándome. Me tomó de las mejillas y alzó mi rostro; su cabello caía sobre su cara. Jeison se inclinó y me besó, y mi pecho se llenó de calor. Mi cuerpo anhelaba estar aún más cerca de él. Pasé mis brazos por sus hombros y me sujeté con fuerza cuando él me alzó y me pegó a la pared. –Si no te detienes… –

–Está bien –interrumpí. No sabía de dónde había sacado la audacia para interrumpirlo dos veces en una noche, y no quise saberlo. Nuestros labios se volvieron a juntar y el miedo que habitaba en mi corazón se derritió. Sí, era mejor así, cuando él me quería y me deseaba. No tenía miedo cuando nuestros labios se entrelazaban y nuestros cuerpos se unían. Olvidaría al Jeison que había creído ver, y él volvería a ser mi lugar seguro.

La noche había transcurrido de manera extraña. El silencio fue un acompañante más en la cena; aun así, no quise perder la oportunidad de volver a dormir en sus brazos y despertar en ellos. Escuchaba el corazón de Jeison palpitar, suaves y lentos bom, bom, bom. Hoy él no trabajaría, lo que significaba que estaría en casa todo el día. Realmente lo deseaba.

Miré el reloj de la pared; eran las siete y cuarto. Necesitaba rociar las semillas. Me levanté con delicadeza, cambié mi pijama y salí de la habitación. El clima era agradable, el cielo estaba despejado, pero aún se sentía la brisa de la mañana. Rocié el suelo con cuidado. Las plantas crecerían grandes y sanas, eso esperaba.

–¡John! – saludó Max a lo lejos mientras se acercaba con Esparta y Dom. Me alejé de la huerta para evitar cualquier accidente con los lobos.

–Buenos días – saludé. Me agaché para acariciar a Esparta y Dom. Les acaricié las cabezas y ellos lamieron mi mano mientras movían la cola.

–Oh, creo que jamás había visto esto. Ellos solo se comportan así con el Sr. Grey. –

–¿Es así? – pregunté.

–Sí, si intento tocarles la cabeza, ellos me advertirán con una gran mordida en el brazo que no les gusta –Max se carcajeó–. Pero me alegra que te lleves bien con ellos, Sr. John –sonreí. Sí, yo también me alegraba. Esparta y Dom parecían ser bastante reactivos según las demás personas, incluso Jeison. Pero yo no podía verlos como lobos malos; ellos habían sido tan buenos desde siempre. Claro, a excepción de la primera vez que nos vimos y casi se comen mi corazón que estaba a punto de salirse.

–¿Muy pronto veremos flores crecer? –dijo, mirando el jardín húmedo–. Estás arreglando el jardín –afirmó.

–Sí, es una lástima que no haya ni una flor en este lugar –

–Estoy de acuerdo –contestó–. ¿Hoy puedes ir a ver la granja y al león Mad? –

–¿Un león? –pregunté con gran interés.

–Sí, ¿no lo sabías? Es un león con albinismo –no lo sabía, aún tenía mucho que aprender.

–No, yo… nunca he visto un león –revelé.

–¿Deberíamos ir ahora? Puedo darle un bocadillo –miré hacia la ventana de la habitación. Sus cortinas aún no se habían abierto; Jeison todavía dormía. Ir a ver al león no significaba salir de casa, prácticamente estaba aún en ella. Intentaría volver antes de que despertara. Además, Esparta y Dom estaban conmigo; si Max intentaba cualquier cosa, ellos me ayudarían.

Asentí. Seguí a Max a través de los árboles. La jaula era bastante extensa y se perdía entre los árboles. Dom corrió a ladrar a la jaula, y un león blanco salió de entre la vegetación. Retrocedí al ver la enorme bestia; no quería acercarme más de lo necesario. Se veía mucho más grande e imponente que en los libros de la escuela.

–¿Tienes miedo? –preguntó Max. Yo asentí–. ¿No te gustaría darle un bocadillo? Pones el conejo en la compuerta y no corres peligro. Ellos corren y Mad los persigue. Es excitante para él. –

–¿Conejos vivos? –pregunté sorprendido.

Max asintió.

–Yo creo que mejor no –declaré–. Muchas gracias por el recorrido, Max. –Él se despidió aun mirando al león que gruñía a Dom. El león fijó su mirada en mí. Recordé la mirada de Jeison. Aceleré el paso y entré a la casa.

Subí las escaleras. Había prometido a la doctora darle mi respuesta sobre empezar a ir a terapia en su consultorio, pero la confianza que me quedaba era diminuta. Jeison se había molestado y estaba seguro de que se negaría si le preguntaba. Cuando llegué al cuarto, Jeison miraba por la ventana. Sus pantalones de pijama caían en sus caderas. Su cuerpo lleno de arañazos me avergonzó por dentro.

–Buenos días –saludé. Aunque esperaba que Jeison me preguntara dónde había estado, no lo hizo. Solo me miró por unos segundos antes de entrar al baño. Seguía enojado; ni siquiera había respondido mi saludo. Bajé y ayudé a Cecilia a servir el desayuno. La mesa ya estaba lista; solo faltaba que Jeison bajara.

–¿Qué has pensado sobre lo que te dije? –quiso saber.

–Ah, yo, no creo estar listo –Tenía más temor a la respuesta de Jeison que al acto de confesar mis sentimientos.

–Está bien, está bien –dijo Cecilia–. Yo le he confesado mis sentimientos, pero él… –

Stiv la interrumpió.

–Si trabajas tanto como hablas, serías más eficiente –declaró Stiv. Los hombros de Cecilia cayeron y yo me reí.

–Eso es a lo que me refiero –expresó Cecilia–. Él no es nada amable. –

–Estamos aquí para trabajar, no para estar coqueteando, Sra. Cecilia –dijo Stiv con frialdad.

–¿Eso significa que fuera del trabajo sí le puedo coquetear? –preguntó la Sra. Cecilia con emoción.

–Es imposible contigo –declaró Stiv mientras se frotaba las sienes.

Cecilia sonrió y saludó cuando dirigí mi mirada al comedor y noté que Jeison ya estaba allí. Stiv recobró su compostura y su expresión facial de seriedad.

–Buenos días –respondió Jeison con indiferencia. Él se sentó en su puesto habitual y yo en el mío. El desayuno fue silencioso. Cuando Jeison terminó su comida, permaneció sentado, con su mirada fija en mí. Era incómodo comer así, pero por suerte, ya casi había acabado mi plato. Sentí mi rostro calentarse y, aunque me moría de vergüenza por la intensidad de su mirada, no dije nada. Podría enfadarlo como anoche. Ni siquiera sabía con exactitud por qué se había enojado tanto. No había hecho nada malo.

El silencio se interrumpió por el sonido de la puerta; era Manuel. Llevaba una bolsa en sus manos.

–Buenos días, jefe –dijo con voz rígida. Jeison no respondió. –John, ¿cómo amaneciste? –saludó.

–Buenos días, bien, gracias –respondí.

–Al menos tú estás bien –se quejó Manuel–. Mira, traje de todos los sabores, con crema y sin crema, con fruta y sin fruta. ¿Por qué eran tan urgentes? –preguntó a Jeison. Aún no sabía qué había en la bolsa, pero por el olor a dulce que desprendía, podía adivinar.

Jeison se levantó y acomodó todas las cajas de postre en la mesa.

Volví a ser su centro de atención.

–No necesitas recibir nada de nadie, yo te lo puedo dar— Estaba desconcertado. No supe qué hacer con mis manos y solo la guardé en mis piernas.

–¿Qué? –pregunté, aturdido.

–No recibas nada de nadie, si quieres algo, solo pídelo –continuó. Abrí la boca queriendo disipar las dudas que crecían en mi cabeza. ¿Por qué había hecho esto? ¿Acaso él...?

Su mirada se fijó en mí, fría e intensa, una expresión que no podía entender. ¿Qué era esto? ¿Era protección o posesividad? Bajé la mirada como un animal que no estaba dispuesto a luchar.

–Está bien –murmuré, intentando ocultar mi inquietud y ansiedad.

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Yendi Jaramillo Avila
Excelente
Yendi Jaramillo Avila
yo también busque el significado
🏳️‍🌈ZOE GIANNI 🇮🇹🇦🇷
según el traductor dice "es adictivo"
🏳️‍🌈ZOE GIANNI 🇮🇹🇦🇷
q extraño como de un cap a otro salta de escena ...
🏳️‍🌈ZOE GIANNI 🇮🇹🇦🇷
pero si le dijo solo stiv...
Roberta Medrano
estaba tan impresionada cuando apareció un alfa en este mundo donde Jhon por fin no tenía que esconderse y pobre de Manuel con tantos sentimientos encontrados
Wendy Alejandra Ortiz Pulido
hola me encanto pero necesito masSSSSSSSS ME KEDE CORTA
Franshesca Acosta
Está historia es una de las mejores que he leído 🥰😍😍
Franshesca Acosta
pues si lo son mi obsesivo Jeison 😎😈
Wendy Alejandra Ortiz Pulido
Excelente
Rosa Castro
Normal
Rosa Castro
Malo
Ale Must
Jaison necesita más ayuda que el mismo Jhon. El tiene más dependencia hacia Jhon que toda la que Jhon siente hacia él, Dios mío
Ale Must
Ay, me encantó esa frase! me la voy a robar jjjjjj
María auxiliadora Hernández
me gustó mucho tu novela
María auxiliadora Hernández
me gustó muchísimo tu novela
Karla Alejandra Cervantes
me encanta como estás manejando la historia felicidades espero con ancla el próximo capitulo
La Mirtha Fernandez
me gusta mucho es atrapante
Leidy R: Muchas gracias 😊
total 1 replies
La Mirtha Fernandez
me encanta la historia tiene todo me entusiasma mucho me da mucha ansiedad saber lo que viene por favor maraton /Pray//Pray/
Leidy R: Lo intentaré ☺️
total 1 replies
Angely liliana Mora Mojica
Actualiza plis
Leidy R: ¡Está verificando!/Determined/ Ya casi.
total 1 replies
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