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El Fin Justifica Los Medios

El Fin Justifica Los Medios

Status: Terminada
Genre:Romance / Completas / Arrogante / Amor-odio / Duque
Popularitas:57.4k
Nilai: 5
nombre de autor: Arane

Lisel, la perspicaz hija del Marqués Luton, enfrenta una encrucijada de vida o muerte tras el súbito coma de su padre. En medio de la vorágine, su madrastra, cuyas ambiciones desmedidas la empujan a usurpar el poder, trama despiadadamente contra ella. En un giro alarmante, Lisel se entera de un complot para casarla con el Príncipe Heredero de Castelar, un hombre cuya oscura fama lo precede por haber asesinado a sus anteriores amantes.

Desesperada, Lisel escapa a los sombríos suburbios de la ciudad, hasta el notorio Callejón del Hambre, un santuario de excesos y libertad. Allí, en un acto de audacia, se entrega a una noche de abandono con un enigmático desconocido, un hombre cuya frialdad solo es superada por su arrogancia. Lo que Lisel cree un encuentro efímero y sin ataduras se convierte en algo más cuando él reaparece, amenazando con descarrilar sus cuidadosos planes.

NovelToon tiene autorización de Arane para publicar essa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 23. Negocio Inesperado

Lisel apenas había abierto los ojos cuando una voz insistente resonó en su habitación, sacándola abruptamente de su letargo matutino.

—¡Señorita, es un asunto urgente! ¡Vaya ahora mismo y no haga esperar a la Marquesa!

Esa voz perturbadora le indicaba que el día no comenzaría con tranquilidad. Sin embargo, la sorpresa fue aún mayor al ser convocada no al comedor para el desayuno, sino al salón principal.

La sirvienta de Margaret había sido tan imperativa en su solicitud de inmediatez que no le permitió tiempo para una preparación adecuada.

Ahora, avanzando por los pasillos de la imponente Mansión Luton, vestida únicamente con su ropa de dormir, Lisel se sentía incómoda y expuesta en su fino camisón blanco y un chal azul que apenas cubría sus hombros.

Su cabello dorado yacía alborotado, mostrando las huellas de una noche de sueño y su rostro aún reflejaba la rapidez con la que se había lavado.

"¿Qué urgencia podía justificar esta precipitación?" se preguntaba, mientras echaba miradas cautelosas a su alrededor, esperando no encontrarse con Carlier y que él la viera en un estado tan descompuesto.

Al visualizar la gran puerta del salón principal, que yacía cerrada con su alto porte y sus detalladas molduras, Lisel notó una sensación de ansiedad creciente.

Cada paso que daba sobre la lujosa alfombra que la acercaban al salón principal aumentaba su aprensión.

"¿Qué estaría tramando Margaret esta vez?"

La idea de un enfrentamiento tan temprano en la mañana con su madrastra la llenaba de una mezcla de miedo y resignación.

Con un suspiro resignado, Lisel ajustó su chal alrededor de los hombros y empujó la puerta, que cedió abriéndose ante su toque.

—Lisel, querida —la voz melosa de Margaret era tan falsa que resonaba en el aire como el tintineo de monedas falsas.

"¿Querida?"

Lisel no pudo evitar cuestionar internamente.

—Acércate, por favor.

"¿Por favor?"

Repitió Lisel en su mente, sorprendida por la inusual cortesía.

—¿Qué ocurre? —preguntó finalmente, mirando a su madrastra con recelo.

Margaret frunció el ceño, evidenciando su disgusto.

Lisel suspiró, sabiendo que había provocado esa reacción.

—Madre —añadió con una ligera inclinación de cabeza.

La satisfacción apareció instantáneamente en el rostro de Margaret, como un sol saliendo tras una nube.

Lisel dio unos pasos desde la puerta para entrar por completo en el gran salón. El espacio destilaba la pomposidad y el lujo característico de la familia Luton. El techo alto estaba adornado con intrincados estucos y una lámpara de cristal brillaba en el centro, dispersando destellos por toda la estancia.

Las paredes, cubiertas de tapices que relataban antiguas hazañas, encerraban en su interior muebles de caoba tallada y una alfombra de seda roja que cubría casi todo el suelo.

Cada objeto parecía competir en elegancia y ostentación. Desde el reloj de pie situado en una esquina hasta el enorme retrato de un ancestro Luton, con el mar al fondo, colgado en la pared.

En un extremo del salón, detrás de un escritorio que bien podría servir de mesa para un banquete, una ventana dejaba entrever la silueta de un hombre de espaldas.

Margaret, con su postura erguida y una voz que emanaba la autoridad de la alta nobleza, anunció con la elegancia de una dama digna.

—Bien, permíteme presentarte al honorable Duque del Norte.

El mencionado duque, un hombre que hasta ese momento había estado absorto en la contemplación de las rosas del jardín a través de la ventana, se giró con una gracia que parecía ser parte de su ADN.

Sus ojos grises, fríos como la escarcha del invierno pero cautivadores como el acero bajo la luna, se clavaron en Lisel.

Ella, por su parte, estaba haciendo un esfuerzo titánico por ocultar su desconcierto ante la situación. Algo que, a decir verdad, estaba logrando con gran dificultad.

"¿Qué diablos es esto? ¡Mierda...!"

Se debatía Lisel internamente, consternada por la reciente tendencia de su vocabulario a explorar los rincones más vulgares del lenguaje.

No, no era solo algo reciente, se corrigió a sí misma en sus pensamientos.

Había estado sumergida en este tipo de palabras malsonantes desde que había conocido al mismo hombre que ahora se erguía frente a ella, extendiendo su mano para tomar la suya en un saludo que rozaba lo teatral. Besando su mano como si fueran dos desconocidos que eran presentados por primera vez.

—Lisel, ¿verdad? Es un honor conocerla, milady —dijo Alaric infundiendo a sus palabras un tono de arrogancia que no estaba del todo claro si era natural o cuidadosamente ensayado.

—Perdón, no noté que entrase a la sala. Estaba admirando las maravillosas rosas de los jardines en la distancia —continuó el duque, con su voz llevando un matiz de sorpresa fingida.

—¿Qué pasa con tus modales? ¡Haz una reverencia! El duque del Norte es un miembro de la realeza —le recriminó Margaret con reproche.

—¿Eh? —Lisel parpadeó, claramente desconcertada.

—Oh, sí —agregó rápidamente, ejecutando una reverencia que, a pesar de su intención, resultó ser más torpe de lo que hubiera querido. Parecía más un intento de esquivar una abeja que una genuina muestra de respeto.

Margaret continuó con una sonrisa que revelaba tanto su disfrute con la situación como su disposición a deslucir a Lisel.

—El sobrino del rey... quizás has oído hablar de él en alguna ocasión. Recientemente estuvimos en un evento en su honor en el palacio. Pero tú eres tan despistada, Lisel, que seguro no lo recuerdas.

Lisel frunció el ceño ligeramente, mordiéndose el labio.

Era verdad que a veces las trivialidades sociales se le escapaban, pero no era por falta de inteligencia. Simplemente, había cosas que le parecían más interesantes que recordar la genealogía de cada noble que cruzaba su camino.

Margaret continuó, aprovechando cada palabra como si fuera una joya para ensalzar al duque y, de paso, restregar en la cara de Lisel su propia falta de atención a los detalles de la alta sociedad.

—Es el único hijo de Alienor Lanverd, la hermana del rey. Además, es diestro en batalla y nunca ha perdido una guerra. Es el duque propietario de las tierras del norte —narraba Margaret, enumerando cada cualidad del duque como si estuviera recitando una lista de proezas heroicas.

Lisel observaba cautelosamente al duque.

A pesar de su apariencia de caballero noble, ella conocía su verdadera naturaleza: arrogante y descarado.

El salón principal, usualmente frío y solemne, cobraba vida bajo la cortesía forzada que se desplegaba entre Margaret Luton y Alaric Bertram.

Lisel, de pie en la entrada, notó cómo su madrastra destilaba una amabilidad poco característica hacia el duque. Un agudo contraste con el desdén habitual hacia su hijastra.

Margaret interrumpió con una nota de sarcasmo en su voz.

—Me desconcierta que haya llamado a mi hija, Duque. ¿No es mi presencia suficiente?

Alaric, siempre en su papel de honorable caballero, respondió con cortesía fingida.

—Lady Margaret, siempre es un placer estar en su presencia.

—Duque Alaric —replicó Margaret con una sonrisa.

—Su visita es siempre un rayo de luz en nuestro hogar. ¿A qué debemos el honor hoy?

Lisel intercambió una mirada con Alaric. Ambas repletas de una ironía compartida y no expresada.

—Vengo por negocios, señora. Como sabrá, mi ducado se encuentra al norte, donde tenemos un pequeño condado famoso por sus minas de diamantes blancos.

"Whitestone" pensó Lisel de manera instintiva.

Whitestone, el territorio de la familia materna de Lisel, se destacaba por sus minas de diamantes blancos. Únicos en el mundo y fuente de riqueza y prestigio familiar.

Rodeado por montañas nevadas todo el año, el Castillo de Whitestone imponía su presencia. Incluso en verano, la nieve persistía, creando un paisaje eternamente invernal.

Lisel había pasado allí los veranos de su infancia, aprovechando la leve tregua del frío norte. Disfrutando de la belleza del lugar, hasta que la trágica muerte de su madre cuando ella tenía cuatro años puso fin a esas visitas.

La ausencia de su madre había dejado un vacío en esos paisajes nevados, convirtiéndolos en recuerdos agridulces de una infancia feliz pero efímera.

—Estoy considerando la posibilidad de emprender una exploración en Whitestone —comenzó Alaric, con un tono calculador.

—Los rumores sobre minas de diamantes blancos aún sin descubrir son persistentes.

Margaret lo observaba, su interés era palpable en cada palabra del duque.

—Me preguntaba si podría contar con su apoyo en esta expedición —continuó él.

—Oh, por supuesto, Duque Alaric. Estoy completamente a su disposición —respondió Margaret con una sonrisa que apenas ocultaba su codicia.

"Esto es tan raro... Nunca la había visto tan... servil." No pudo evitar pensar Lisel observando la escena.

Alaric, percibiendo la codicia en los ojos de Margaret, prosiguió.

—En ese caso, desearía emprender una expedición en busca de yacimientos aún no descubiertos en Whitestone. Se organizará un equipo de mineros y expertos, acompañados por la guardia del norte para la seguridad. Estas expediciones son meticulosas, buscan señales de vetas de diamantes en las formaciones rocosas y requieren un equipo capaz de trabajar en condiciones difíciles y, a menudo, peligrosas.

—Por supuesto, la estimada familia Luton solo obtendrá beneficios de este negocio —aseguró Alaric tomando un matiz seductor.

Margaret, cuyos ojos brillaron ante la mención de beneficios, inquirió rápidamente.

—¿Y qué tipo de beneficios serían esos, Duque?

El duque sonrió ligeramente, sabiendo que había captado completamente la atención de Margaret con la promesa de riqueza y poder.

—Entiendo que Whitestone es ahora propiedad de Luton, por lo que les otorgaré el setenta por ciento de los beneficios tras el descubrimiento y comercialización de la mina —declaró Alaric con voz firme pero serena.

Margaret, con sus ojos desorbitados, apenas podía contener su sorpresa.

"¿El setenta por ciento? Eso es más de lo que jamás soñé, y todo por un territorio que ni siquiera me importa" pensó. La codicia brillaba en sus ojos.

—Por supuesto, y dado que la idea y la iniciativa son mías, asumiré todos los costes de las excavaciones y expediciones —añadió el duque.

—Oh, eso es... es sumamente generoso de su parte, Duque Bertram —exclamó Margaret.

Su voz se elevó un poco más de lo habitual, y Lisel no pudo evitar notar cómo la emoción teñía cada palabra.

—Sería un gran honor para nuestra familia colaborar con usted en este proyecto. Su sabiduría y nobleza son indiscutibles.

—Agradezco sus palabras, señora. Además, llevaré a mi propio equipo de hombres de confianza para realizar el trabajo más arduo, y haré todo lo posible por minimizar las molestias a los habitantes actuales del Condado de Whitestone.

—Oh, no se preocupe por eso, Duque. Estoy segura de que sabrá manejarlo.

Margaret respondió con rapidez, su tono dejaba claro que el bienestar de esas personas no le preocupaba en absoluto.

Lisel, testigo silenciosa de este intercambio, no pudo evitar pensar en cómo las promesas de riqueza podían hacer que su madrastra mostrará su cara más servil.

"Realmente, esta es una actuación digna de una obra de teatro".

—Sin embargo, tengo una petición para usted —continuó Alaric, finalizando sus explicaciones sobre la mina de diamantes.

—Me gustaría que lady Lisel Luton nos acompañase en esta expedición.

Margaret, a pesar de su intento por mantener la fachada de cortesía, no lograba ocultar una mirada de disgusto hacia Lisel.

—¿Lisel? —exclamó Margaret, con un tono claramente despectivo.

—Realmente no logro entender por qué quiere que ella sea parte de la expedición.

La sonrisa tensa de Margaret apenas ocultaba su irritación mientras hablaba.

—Con todo el respeto, Duque Alaric, es un honor que lidere esta búsqueda. Pero, ¿cómo podría ser mi hija de alguna utilidad?

—Bueno, los habitantes del norte suelen ser desconfiados y toscos, y yo mismo lo sé por experiencia propia —explicó Alaric.

—Dado que mis esfuerzos y presencia se ha centrado en las tierras fronterizas. No he visitado Whitestone con frecuencia. Sería beneficioso tener a alguien reconocido como una figura de autoridad.

Margaret frunció el ceño, comprendiendo que Alaric se refería a que Lisel, siendo hija de Isabela Irell, podría ganarse el respeto de los habitantes de Whitestone. Los cuales habían valorado a su madre como condesa antes de ser enviada a la capital.

—Duque, quizás no sea como espera. Dudo que Lisel sea reconocida o respetada allí —su tono era de advertencia.

—Lady Lisel visitó el norte cuando era niña. Tal vez recuerde algo del territorio o las leyendas locales. Sobre todo, su conocimiento podría ser útil para identificar posibles ubicaciones de la mina.

—¿Conocimiento útil? ¡Ja! —Margaret soltó una risotada, mientras Lisel apretaba los puños, contenida por la rabia.

—Si acepto, creo que se va a arrepentir, Duque —advirtió Margaret, condescendiente.

—Lisel no es muy diestra en muchas cosas. Me temo que será más una molestia que una ayuda.

Lisel se cansó de que hablaran de ella como si no estuviera presente. Sintió que tenía que hacer algo. Vio el momento oportuno para intervenir y empujar a su madrastra a aceptar la propuesta.

—Marquesa Luton, haré todo lo posible por ser útil —declaró Lisel, intentando proyectar confianza mientras colocaba una mano sobre su pecho.

—Conozco algo de esa tierra. Estuve allí cuando era niña y creo que mi conocimiento podría ser de ayuda.

—Sigue llamándome Marquesa Luton, Lisel. No cambiará el hecho de que dudo de tu utilidad en esta misión.

Alaric, sin inmutarse ante el desdén de Margaret, afirmó.

—Confío en la capacidad de la dama para demostrar su valía. Después de todo, cada pieza en este plan tiene su propósito.

—Espero que sea así —replicó Margaret con una voz cargada de escepticismo.

—Está bien Duque, proceda como desee. Aunque sigo sin entender por qué alguien como Lisel sería valiosa en una misión de esta magnitud.

—Lo entiendo, madre. Haré todo lo que esté en mi mano para asegurar el beneficio de la familia Luton en esta expedición.

Lisel dirigió una mirada agradecida y firme hacia Alaric, mientras Margaret mantenía su actitud condescendiente. La tensión era palpable, pero la decisión estaba tomada: Lisel sería parte de la expedición junto al duque.

—En ese caso —continuó Alaric— señorita Luton deberá firmar el contrato.

—¿Firmar? ¿Yo? —preguntó Lisel, claramente sorprendida.

—Por supuesto, para eso la he convocado —explicó Alaric.

Lisel se acomodó en la silla del escritorio, desplegando el pergamino para leerlo con rapidez.

Todos los puntos ya habían sido mencionados por el duque: el procedimiento, el reparto de beneficios, el inicio de la incursión dentro de dos semanas a partir de ese día y la duración inicial de un año, con posibilidad de extenderlo si ambas partes estaban de acuerdo.

—Tengo una condición más —declaró Lisel, interrumpiendo la presentación meticulosa de Alaric con el pergamino en mano.

—¡Lisel! ¿Cómo osas ser tan arrogante con esta gran oportunidad? —estalló Margaret.

"Oportunidad" pensó Lisel con cierto escepticismo.

"¿Para alejarme o para enriquecer aún más a la familia Luton a costa de la de mi madre?"

Con un suspiro, Lisel planteó su punto.

—Quisiera que se ofrezca a los habitantes de Whitestone la oportunidad de trabajar en la expedición, con un salario justo, claro, y solo si ellos lo desean.

Alaric la observó con interés, mientras Margaret se retorcía nerviosa en su asiento.

—No haga caso a sus palabras, Duque —farfulló Margaret, claramente incómoda.

—Es solo una jovencita impertinente —añadió, lanzando una mirada venenosa hacia Lisel.

—No es mala idea —comentó Alaric, sacando su pluma y provocando que la expresión de Margaret se contrajera aún más.

Lisel esbozó una amplia sonrisa, moviéndose sutilmente con un ligero nerviosismo mientras se acomodaba en la silla del escritorio.

Alaric, por su parte, se acercó por el lado derecho de Lisel, sumergiendo con premeditación su pluma en el tintero situado a su izquierda.

Este movimiento lo obligó a extender su brazo frente al rostro de Lisel, invadiendo sutilmente su espacio personal.

Luego, se inclinó hacia el documento y, con un gesto fluido, añadió el requisito propuesto por Lisel como parte del contrato.

Aunque sus cuerpos no llegaban a rozarse, la proximidad reciente de Alaric había bastado para desencadenar un torbellino de nerviosismo en Lisel.

En el momento en que ambos firmaron el documento, el duque se giró hacia Margaret, listo para ofrecer una despedida formal.

—Oh, duque, no sea tan ceremonioso —dijo Margaret, intentando ganarse el favor de la familia real.

—Ahora somos socios, ¿no deberíamos celebrarlo? ¿Qué tal si cena con nosotros esta noche? Podría brindarnos más detalles sobre la expedición y esos diamantes blancos.

Desde un rincón, oculta de la mirada de Margaret, una Lisel nerviosa y en pijama hacía gestos exagerados intentando disuadir al duque de aceptar la invitación a cenar.

Movía frenéticamente la cabeza y las manos en un silencioso "¡No!", rogando que él captara su mensaje.

Margaret, sintiendo que la atención del duque se desviaba, siguió su mirada, lo que hizo que Lisel detuviera abruptamente sus gestos, justo a tiempo para no ser descubierta.

—Será un honor, Marquesa —aceptó el duque, besando su mano con cortesía, mientras lanzaba una mirada cómplice a una Lisel furiosa.

Después, se volvió hacia Lisel y, repitiendo el gesto, besó su mano. Pero esta vez, su lengua rozó brevemente su piel, provocando que Lisel retirara su mano alarmada, aunque tratando de mantener la compostura.

El duque se inclinó hacia ella y susurró:

—Nos vemos esta noche, Lisel. Por favor, elige un atuendo similar.

El rostro de Lisel se tiñó de un intenso rojo al darse cuenta de su despiste.

¡Había estado todo el tiempo en camisón!

"¡Mierda! ¡Mierda!", pensó Lisel, mientras observaba al duque alejarse con pasos firmes y elegantes, dejándola sumida en un mar de vergüenza y consternación.

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Sandra Robles
estoy totalmente emocionada ame está historia gracias Autora,por regalarnos tan maravillosa obra!!
Sandra Robles
ahora sí, pensé un montón de veces que estaba embarazada y no era así /Facepalm/
Sandra Robles
si pero está quiere al duque
Sandra Robles
ahora porque se fue, pensé que IVA a quedarce a ayudarlo hasta conseguir la victoria
Sandra Robles
bien de algo sirvió que le salven la vida
Sandra Robles
no que triste la única persona que lo conocía tal cual es
Sandra Robles
jajaja los sorprendieron a todos ,me imagino sus caras /Facepalm//Facepalm/
Sandra Robles
jajaj luc pone en riesgo su vida siguiendola ,si lo ve el duque tan cerca de licet
Sandra Robles
que no vaya a quedarse con luc,yo quiero que vuelva con el duque, hacen una hermosa pareja
Sandra Robles
pobre duque no solo está lejos de licel , si no con la guerra a medio perder
Sandra Robles
perdió la batalla el duque,está perdidamente enamorado
Sandra Robles
vieja zorra
Sandra Robles
más sufrimiento para ella ,no se da cuenta que está enamorada del duque
Sandra Robles
vieja malvada , siempre deseando el mal hasta a su propio hijo
Sandra Robles
y el no piensa hacer algo definitivo para que la dejen en paz ,solo piensa en sus planes y ella sigue en peligro /Frown/
Valentina Diaz
Es la perra de tu madre que anda jodiendo!
Sandra Robles
otra vez a aguantar a estos abusadores, pobre lisel
Sandra Robles
volverá al martirio de los acosadores, el principe y el hermano
Sandra Robles
loco desquiciado, no para de matar personas
Sandra Robles
ese duque es muy duro con ella siempre negandole todo
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