Melanie fue llevada a la guillotina, junto con su familia, gracias al descubrimiento de sus crímenes. Sin embargo, se arrepentía del ser que fue, ¿tendrá una segunda oportunidad para cambiar sus decisiones?....
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Capítulo 22
Ya estábamos con el primer alcalde, su casa era bastante amplia y hermosa, no era demasiado llamativa, pero se notaba la decoración cuida de un noble decente. Mientras nos estaba poniendo al tanto de la situación, los soldados montaban las carpas que ellos utilizarían, estas las colocaban alrededor del enorme patio, con el que contaba la casa que nos quedaríamos mi hermana, las doncellas, el profesor y yo.
Además se prepararán tres carpas más, estas justo en el límite del terreno, para que las personas tengan fácil acceso a ella.
Las tiendas serán dos médicas; una para mi hermana y otra para mí, y la tercera estará custodiada por Jim, quien repartirá semillas para los que necesiten.
Lo primero que hice al llegar, luego de escuchar lo que pasaba en el pueblo, le pedí que me lleven a la cocina y que me traigan algunas hierbas fáciles de conseguir y un poco de ajo.
El alcalde me miró raro, pues conocía mi reputación, pero no podía faltarme el respeto, mi hermana observaba la situación e intervino
-No se preocupe alcalde, dele lo que pide mi hermana, yo me hago responsable-
-Si usted lo dice señorita, Georgiana acompaña a la señorita y asístela en todo lo que te pida-
Una mujer de unos cuarenta años, quien era la criada del lugar nos acompañó, fue bastante amable, considerando mi reputación. Me mostró todo en la cocina, e incluso me ayudó a cocinar, mi cura casera, contra plagas.
A base de lo que recordaba de mi anterior vida, realicé mi medicina para las plantas, espero que funcione en gran escala. Una vez terminada la rocié en una pequeña huerta que tenían en la mansión del alcalde.
Para asegurarme que esto funcione, dividí la huerta en dos, en un solo lado rocié el liquido amarillento que cree. Luego de unos días se vería el resultado, si funcionaba como pensaba la mitad de esa huerta se vería como nueva, mientras que la otra parte estará peor que al inicio.
Nadie sabía bien que estaba haciendo, pero no preguntaban por las dudas, pues la mayoría todavía tiene miedo de mí anterior ser.
Los días fueron pasando, por las mañanas bien temprano entrenaba mi cuerpo corriendo, haciendo ejercicio y poniendo en práctica poco a poco los movimientos de artes marciales que aún tenía grabados en mi mente. Luego leía todo lo que me daba mi profesor de magia y prestaba atención a todas sus explicaciones. Al terminar mis labores personales, rociaba el jardín del alcalde, terminaba de hacer todo esto cerca del medio día, así que para ese momento me dirigía a mi carpa, para atender a la gente del lugar.
Atender, se suponía, lo que pasaba era que mi reputación es tan conocida que nadie quería hacerse atender por mí, por lo que me la pasaba en mi lugar de trabajo sentada sin hacer más.
Durante la tarde, mi maestro entra a la carpa en la que me encontraba, me espanté un poco, ya que estaba sentada en la silla, pero mi cabeza y pecho tirado sobre la mesa, maldiciendo lo idiota que fui hasta el punto, que ni ciudadanos necesitados quieren mi ayuda.
-¿Qué haces allí tirada?-
-¡Maestro! Perdón pensaba que sería mejor ayudar en otra cosa, la gente me teme-
-¿Así de fácil te rindes? No me estas convenciendo en lo más mínimo que te enseñe a usar esa magia que llevas-
-No es como que pueda obligar a la gente a ser atendida por mí…. O espera un momento, maestro me dio una idea-
Mientras pegaba un salto de mi silla y comenzaba a guardar varias hierbas en un bolso, junto con un mortero
-¿Qué harás, niña?
-Si la montaña no va a Mahoma, Mahoma va a la montaña-
-No sé qué signifique eso, pero se ve que tienes una idea-
-Solamente tengo que convencer a mi hermana, maestro necesito tu ayuda-
Sin pensarlo, salí con el bolso siendo sostenido por una de mis manos, y en la otra sostenía la mano del mi maestro, a quien llevaba a rastras hasta donde estaba mi hermana. Se veía la cara de las personas de nuestro alrededor que no comprendían la situación, incluso mi educador estaba sin saber que pasaba.
Llegué casi corriendo a donde estaba mi hermana, justo salía su paciente de la carpa, por lo que no doy tiempo a que nadie ingrese y me meto de sopetón
-¿Qué haces Mel?-
-Dame permiso para visitar a los aldeanos en sus casas-
-¿Qué? ¿Estás loca acaso?-
-¿Por qué?-
-Mel sabes que están los soldados ocupados si te tendría que poner escoltas, se reduciría el trabajo aquí, yo debo seguir atendiendo, te enviaré un par de pacientes-
-¡No! Aquí nadie quiere que lo atienda, por eso traje a mi maestro, él será mi escolta-
Mi maestro me quedó observando e hizo una sonrisa de costado
-Muy bien, señorita Margaret no se preocupe, yo seré el escolta de esta bella señorita-
Mi hermana nos miró dudosa, pero fuera ya empezaba a acumularse una fila muy larga, sabía que no me iría hasta obtener mi sí
-Bien, por esta vez los dejo ir, si le pasa algo te buscaré por cielo y tierra y te lo haré pagar. ¿Entendiste?-
Ambos hicimos una reverencia y me apuré a salir corriendo de allí, sin darme cuenta seguía arrastrando a mi maestro, él no decía nada, solamente me seguía.
Lo solté recién cuando caminabamos hasta los establos del lugar, donde nos hospedábamos, allí busqué a uno de los cocheros que viajaba con nosotros, para pedirle que nos lleve hasta la parte más céntrica del pueblo, el hombre preparo todo, tan rápido que en un abrir y cerrar de ojos ya estábamos viajando.
Una vez dentro del carruaje lo miré con culpa a mi maestro
-Señor Blas, disculpe que lo arrastré, pero sino no me dejaría ir, mi hermana es una persona muy protectora-
-No me molesta, comienzo a tener interés en su forma de hacer las cosas-
No le conteste nada, no sabía bien a que se refería, por lo que seguí pensando en mi estrategia para ayudar a la gente de este lugar.
Al llegar, nos bajamos, era un lindo pueblo, no muy grande, tenía una fuente en el centro del pueblo, era pintoresco, en esa zona el mejor cultivo era la naranja, por lo que la mayoría de los productos que se encontraba en ese centro, eran producciones caseras de naranja, desde solo la fruta, hasta mermeladas e incluso el orgullo de ese sitio el pato a la naranja y el budín de naranja.
Debo probar todas esas cosas, antes de irme. Ahora entiendo como cayó tan rápido el ingreso de los pueblos, sin su producto de atracción turística más importante, este lugar se viene abajo.
Observando todo a mi alrededor, comencé a ir negocio por negocio, preguntando si necesitaban ayuda médica o si conocían a alguien que lo requiera, no es la mejor forma, pero bueno, era lo único que se me ocurría, no me iba a rendir hasta cambiar mi reputación.
Mi maestro me seguía de cerca, sin decir una palabra, luego de una hora caminando, se sentó en la fuente, lo miré frustrada
-Déjame descansar un poco, me duelen los pies, me estas torturando con caminar por todos lados y no conseguiste un solo paciente-
-Oye deja de quejarte y tira ideas si tienes algo mejor-
-Esta gente parece no necesitar o no querer tu ayuda…-
Me quede observando a mi alrededor unos segundo, claro esta gente no era la respuesta, ellos de necesitar ayuda, tomarían un carruaje en el peor de los casos e irían por voluntad propia a ver a mi hermana.
-Eso, tienes razón, esta gente del centro no son la respuesta, ven, tengo una idea-
-No quiero caminar más… Mis pies…-
-Deja de quejarte, seguro que mi padre te paga bien, podrás ir para donde quieras luego de que aprenda magia, me aseguraré de que tu recompensa sea lo suficiente para que no me trates de tacaña-
-Cuando llegue el momento, asegúrese de hablar bien de mí-
-Lo recomendaré a quien usted quiere, pero vamos-
-Bien, bien ya me levanto, vamos-