Segunda parte de la Saga PROMESA Y DESTINO que narra la historia de Fafner y Lugus
La existencia de Taranis Lugus ha sido marcada por el dolor, creyéndose un ser maldito, que sólo puede llevar desgracia a los que lo rodean y que no merece la esperanza del amor. Decidido a ayudar a su pequeña Libelle a traer a sus crías al mundo, Lugus elige sacrificarse, creyendo que es lo mejor para sus seres queridos, a pesar de que esto pueda significar tener que dormir un par de siglos y no volverlos a ver...
Por su parte, Fafner intenta escapar nuevamente de lo que comienza a sentir por Lugus; embarcandose en una serie de misiones que en lugar de ayudarlo a olvidar lo harán conocer más sobre la raza demoníaca y quién es realmente Lugus.
¿Podrá Fafner regresar a tiempo para volver a ver a su demonio?
¿Lugus logrará superar su terrible pasado y aceptar que él también merece amor?
Acompaña en esta nueva historia al Clan Lanira y los Dragones del Clan Nithe Ragnar.
NovelToon tiene autorización de misstyc yippsi para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
El sueño de Libelle
—Los ajuares que estas preparando son verdaderamente hermosos— la voz entusiasta de Melly interrumpió el silencio que se había extendido en el lugar hasta llegar a sentirse incomodo —Los bebés se verán encantadores con esta ropita, ¿no crees hermano?..
—Claro que sí— de inmediato la mirada perdida y la expresión de angustia desapareció del rostro de Ejder —Ellos se verán hermosos con cualquier cosa que se pongan, porque se van a parecer a su hermosa madre— declaró con total cinismo y una mirada de amor infinito, al tiempo que tomaba una de las manos de su mujer para ponérsela en su propia mejilla. Sentir su cálido tacto era el mejor tranquilizante que existía para él en esos momentos.
—Assh, eres un adulador, yo estoy hablando de las maravillosas creaciones de tu mujer…
—Melly, no lo regañes— reprendió Libelle a su cuñada, al tiempo que tiraba suavemente de su esposo para besarlo con ternura. Esa era la señal que indicaba a todos los presentes que la parejita deseaba su propio espacio y era momento de salir del lugar.
Lo que siguió a continuación era una pequeña rutina que habían estado manteniendo desde que se había descubierto el embarazo gemelar de Libelle. Debido a que los médicos humanos no podían hacer mucho por la salud de su milagro, Lugus había tomado en sus manos el tratamiento de su sobrina, él la amaba, quizás más que a todos los demás, ya que no sólo la amaba como parte de su familia, sino que la amaba por ser la única criatura viva que en lugar de ser perjudicada por su poder maldito, necesitaba de él. Ella había sido el primer ser vivo que lo había visto transformado y no había gritado llena de horror, ni tratado de huir; ella era la primera persona que había sentido la aberrante energía maldita que emanaba de él y que le había sonreído en respuesta, por eso, Libelle era el milagro de Lugus, porque gracias a ella él se había permitido acercarse a todos los demás hijos de su hermano, sin miedo de hacerles daño, gracias a que ella en ese momento lo necesitó, él no huyó y se dio el permiso de disfrutar del amor de su familia, algo que había anhelado toda su vida.
Por eso, en el momento en que el diagnostico de los médicos confirmó que muy pronto no podrían seguir escapando de su triste destino, él se acercó a ella dispuesto a cumplirle cualquier deseo.
—Tío… ¿Tú podrías ayudarme a que mis bebés nazcan saludables?..
Su petición ya no era la de su niña; era la de una madre, por lo que desde ese momento lo único en lo que pudo centrarse era en ayudar a su pequeña a lograr su sueño, sin importar lo que costara. Gracias a algunas conexiones que había hecho a lo largo de los siglos, logró encontrar el paradero de un viejo libro demoniaco, en realidad el “Libro Maldito”, como los humanos lo habían calificado, era uno de los pocos ejemplares disponibles en el mundo humano, que habían logrado sobrevivir a la terrible purga que había efectuado la “Santa Inquisición”. Sin embargo, lejos de lo que los humanos creían, era un libro de medicina, una medicina muy particular, porque era la medicina que solían usar los demonios.
Los demonios no se enfermaban, por lo menos no los de demonios puros, ya que su cuerpo está formado por una condensación de espíritu, alma y voluntad; por lo que siendo estrictos, ellos son el eslabón entre los seres espirituales y los seres vivos; pero a los demonios les gustaba estudiar y aprender de las criaturas biológicas, y existían muchos de ellos que se habían encariñado con los frágiles seres vivos, y por ello habían creado la medicina demoníaca, que aunque podría ser peligrosa, solía ser muy efectiva, en especial en casos desesperados.
Pero como todo milagro, éste requería de dar algo a cambio, y así como la creación de las panaceas, que necesitaban del sincero y desinteresado dolor emocional del creador, condensado en una lágrima. Medicinas más avanzadas, que pretendían lograran reparar un poco el daño causado por un tormento tan devastador como lo era la Maldición Lanira, requerían de un mayor tributo, por lo que era necesario ofrendar algo más que un sencillo sentimiento. En un principio se ofreció Dracul, como el padre de Libelle, a dar lo que se necesitara, pero debido a que Lugus, por ser mestizo, contaba con mayores características de un ser vivo, que un demonio puro como lo era su hermano, él era el más indicado para entregar parte de su energía, garantizando de esa forma una mayor eficacia que se traducía en más tiempo para su sobrina… Después de todo, para preservar mejor el equilibrio, lo justo era dar vida por vida, y dado que su tiempo parecía ser infinito, a Lugus no le molestaba dar algo del suyo, sin embargo, eso lo debilitaba, por lo que para que su pequeña no se mortificara, la rutina consistía en que Ejder y Melly la distrajeran, mientras sus sobrinos lo ayudaban a salir de ahí.
.
.
.
—¿Cómo te sientes tío?— preguntó Boreas, mientras ayudaba a acomodar las piernas del demonio en su cama y lo arropaba como en el pasado lo hiciera su tío con ellos, un gesto cariñoso que en un principio avergonzaba a Lugus, pero que al pasar los meses había aprendido a apreciar.
—Como si un auto pequeño me hubiera pasado por encima— el entumecimiento doloroso no se podía calificar como la tortura que se describía en el libro, aun así, lo dejaba sin poder caminar cerca de una hora y su cuerpo llegaba a quedar debilitado casi por tres horas, sin embargo, pasado éste tiempo, para Lugus era como si nada hubiese ocurrido, por lo que desde su punto de vista, sólo ameritaba calificarlo como una molestia.
—¿Un auto pequeño?— preguntó extrañado su sobrino, la analogía era nueva o quizás no prestaba suficiente atención debido a la preocupación, Boreas en realidad no podía estar seguro; detestaba esa extraña intuición que le decía que su tío estaba soportando más de lo que cualquiera de ellos pudiera hacerlo, en especial porque, al final, las ganancias eran tan escasas, ya que el destino de su hermanita aún permanecía sin cambios.
—Sí, no es tan molesto como un enorme camión— trató de bromear Lugus, pero su voz enronquecida, junto con la cadencia aletargada que adquiría después del ritual, no le ayudaban —Pero de cualquier forma me deja tirado un buen rato...
—Entiendo— Caerus suspiró —¿Necesitas que te prepare algo para ayudarte?..
—No, sólo hagan que Woden deje de mirarme con pena— dijo con un tono que le daba una apariencia más frágil de la que él hubiera deseado mostrar —Denle un dulce a su hermano… y explíquenle que estoy bien...— las últimas palabras las pronunció arrastrando un poco las silabas, el cansancio era demasiado y necesitaba cerrar los ojos por lo menos una hora antes de ser medianamente funcional.
gracias autora, un buen capitulo vamos x /Plusone/