Qué es la belleza?, pienso que es un término que se inventó el ser humano, solo para menospreciar a los que no encajan en un patrón determinado, yo siempre he creído que existe mucho más en las personas que solo un rostro bonito, pero ciertamente en esta sociedad en la que vivimos los estereotipos de belleza ya están anclados y es algo muy díficil de cambiar,... pero no imposible...
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Capitulo XXIII Amenazas
Al despertar en la mañana Isabella se sintió protegida en los brazos de Ignacio, él aprovechó el momento para colocarse encima de su esposa y con la mirada fija en sus ojos pronunció unas palabras.
— Lo siento, fui un idiota nunca debí lastimarte, perdóname. — las palabras de Ignacio eran sinceras, Isabella lo sabía, pero tenía miedo de volver a hacer lastimada.
— No puedo creerte, si tienes otro ataqué de celos volverás a lastimarme. — respondió Isabella.
— No lo voy a hacer, ese día cuando desapareciste me di cuenta de mi estupidez, y también me di cuenta de que te amo.
Isabella se quedó sin palabras, Ignacio le estaba confesando su amor, era algo que no se esperaba, Ignacio se acercó lentamente a ella y la besó con mucha delicadeza.
— Te amo Isabella Del Castillo, eres el amor de mi vida y te prometo que nunca más volveré a lastimarte y te prometo defenderte con mi vida ante quien sea. —
Las palabras de Ignacio fueron tan sinceras que Isabella no pudo resistirse y se dejó llevar por el momento, esa fue la primera vez después de mucho tiempo que los dos se entregaron a su amor.
La semana paso y la relación de Ignacio e Isabella se había fortalecido, ahora sí parecían una verdadera pareja, pero Isabella le dejo en claro a Ignacio que su nueva apariencia le gustaba mucho y que no pensaba cambiarla, a mí que Ignacio no tuvo más remedio que aceptar, igual él pensaba que la mujer debajo de aquella coraza era solo de él.
Mientras ellos disfrutaban de su amor en su casa se estaba desatando una verdadera batalla campal, pues Leticia había llegado de imprevisto buscando a su hijo y se encontró con Miranda su "hermana".
— Qué haces en la casa de mi hijo?. — dijo Leticia molesta por la desvergüenza de su hermana.
— Aquí vivo. — respondió Miranda sonriendo irónicamente.
— Sé que hablas?, esta es la casa de mi hijo Ignacio y no te creo que vivas aquí. — respondió Leticia molesta.
— Bueno, querida hermana, mi hija Isabella Del Castillo se casó con tu querido hijo. — dijo Miranda con una sonrisa de triunfo.
— Eso no es posible, mi hijo no pudo casarse con ella, eso es mentira. — grito Leticia empujando a Miranda y abriéndose camino dentro de la casa.
— Bueno querida, déjame informarte que no estoy mintiendo, tu hijo se enamoró de mi hija y ahora ellos están disfrutando de su luna de miel.
— Eso es mentira, en la fiesta Ignacio echo a la tal Isabella, ellos no están juntos.
— Como se nota que tu hijo no te dice nada, eso es pasado ahora ellos están felices, seguramente pronto nos harán abuelas.
— Cálmate eso jamás pasará, nunca mi sangre se juntará con la tuya, antes mato a tu hija.
— Ni se te ocurra hacerle daño a Isabella, porque si hace años no te di tu merecido, está vez si lo haré, ya no te voy nada que perder.
Carmelo llegó a la casa y se encontró con aquella discusión, al ver a Leticia en casa de Ignacio se dio cuenta de que solo es cuestión de tiempo para que Ignacio e Isabella se enteraran de la verdad y del pasado que los unía desde antes de nacer.
— Llegó quien faltaba, claro ustedes dos volvieron a ser amantes. — dijo Leticia con seguridad en sus palabras.
— Cállate, eres una arpía, tú fuiste quién nos separó en el pasado y desde ya te digo que no permitiré que le hagas daño a los muchachos. — respondió Carmelo exasperado.
— Siéntate a ver lo que hago esa relación, te juro que ellos no serán felices, si una vez los separe a ustedes dos ten por seguro que con esos dos será mucho más fácil.
Leticia salió de aquella casa muy molesta y segura de que podrá separar a Ignacio de esa pérdida, seguramente es igual a su madre, pensó la mujer.
Mientras tanto Carmelo y Miranda se quedaron preocupados por lo que Leticia pudiera hacer, Miranda había luchado toda.su vida por mantener a salvo a su hija, pero las cosas se salieron de control y ahora Isabella estaba corriendo peligro.
Por otro lado, ya los enamorados habían llegado a la ciudad, pero antes de llegar a la casa Ignacio llevo a Isabella a comprar el anillo matrimonial que se había perdido el día de la boda.
— Escoge el que tú quieras. — dijo Ignacio sonriente.
Isabella miró varias opciones y al final se decidió por uno que era muy sencillo, pero que ejemplificaba el amor que ellos dos se sentían.
Ignacio quedó satisfecho con la elección de Isabella, así que siguieron su camino, llegaron a una heladería, pues Isabella se antojó de un helado de chocolate lo cual le pareció muy extraño porque a ella no le gustaba el chocolate.
Al terminar volvieron a casa y se encontraron con Miranda y Carmelo conversando en la sala y sus expresiones eran de preocupación.
— Hola mamá, señor Carmelo. — saludo Isabella a secándose a ellos.
Unos segundos después entro Ignacio, él se había quedado fuera contestando una llamada de trabajo.
— Papá que gusto verte. — comento Ignacio a penas vio a su padre.
— Lo mismo digo hijo y más porque los dos vienen juntos. — la sonrisa de Carmelo era genuina.
— Veo que arreglaron sus diferencias. — dijo Miranda con una sonrisa.
— Así es mamá, Ignacio y yo decidimos seguir intentándolo. — aclaró Isabella.
— Me da mucho gusto hija, mereces ser feliz. — respondió Miranda.
Los cuatro se sentaron a hablar de cosas triviales, Miranda decidió no decirle nada por ahora a su hija, pues quería que ella disfrutará de este momento de tranquilidad, ya que lo que se avecina era una gran tormenta de la cual nadie se podría escapar.
Después de hablar largo y tendido Carmelo decidió retirarse, Miranda lo acompañó a la puerta mientras que Isabella e Ignacio iban a su habitación, ellos tenían el mismo pensamiento y era que sus padres traían amigo entre manos, pues parecían muy cercanos, a ninguno de los dos le molestó este hecho.