Hilos De Un Pasado

Mamá siempre había sido honesta conmigo. Me habló abiertamente sobre cómo papá la encontró, cómo la cuidó cuando todo parecía perdido, y cómo, después de muchos años juntos, llegaron a formar una familia. Mi hermana fue el resultado de ese amor, la luz de nuestros ojos, la alegría de nuestra casa. Pero, ¿por qué entonces todo se sentía incompleto ahora que James había entrado en escena? La duda estaba ahí, creciente, y no podía evitar preguntarme si ella también lo sentía, aunque nunca lo hubiera expresado en voz alta.

Y sin embargo, había algo más, algo que hacía que todo esto me resultara aún más desconcertante: solo una persona conocía verdaderamente el pasado. Solo una persona tenía las respuestas a todas mis preguntas, y esa persona era mi madre. El problema era que no sabía si estaba listo para enfrentar lo que pudiera descubrir si comenzaba a indagar. ¿Y si lo que encontraba era demasiado doloroso? ¿Y si las respuestas que buscaba terminaban destruyendo todo lo que creía saber sobre mí mismo, sobre mi familia, sobre mi propia identidad?

El avión comenzó a estabilizarse mientras sobrevolábamos las nubes, y mis pensamientos siguieron dando vueltas sin cesar. Sabía que el regreso a Singapur no sería sencillo. A pesar de mi emoción por trabajar en el proyecto en Pekín, había una creciente sensación de incertidumbre en mi interior. ¿Cómo iba a contarle a papá sobre los cambios que tendría que hacer en el proyecto? ¿Cómo iba a explicarle que tendríamos que trabajar en colaboración con James, el hombre que me llenaba de dudas y de una extraña sensación de familiaridad?

Y luego estaba el tema de Eileen. Sabía que tener que verla con regularidad sería un problema. Ella era la mujer de James, y aunque mi relación con ella era puramente profesional, no podía negar que su presencia me afectaba. Había algo en ella, algo que me hacía sentir incómodo y, al mismo tiempo, fascinado. No era solo su belleza o su elegancia; era algo más profundo, algo que no podía describir con palabras.

Sabía que no podía permitir que mis emociones interfirieran con el trabajo, pero sería ingenuo pensar que podía ignorarlas por completo. Cada vez que la veía, no podía evitar sentir una mezcla de atracción y culpa, como si estuviera jugando con fuego sin quererlo. Y luego estaba James, un hombre posesivo que no toleraría ningún tipo de acercamiento, por más inocente que fuera. Trabajar con ellos iba a ser un desafío en muchos sentidos, y sabía que tendría que ser extremadamente cuidadoso si quería mantener todo bajo control.

El viaje a Singapur iba a ser corto, pero en esos pocos días tendría que poner todo en orden: hablar con papá, ajustar el proyecto, y, sobre todo, prepararme mentalmente para lo que se venía. Pekín iba a ser una nueva etapa, una que cambiaría nuestras vidas de formas que aún no podía anticipar. Pero una cosa era segura: el pasado, ese pasado que tanto había intentado ignorar, estaba a punto de alcanzarme, y no tenía idea de lo que me esperaba cuando finalmente lo confrontara.