Eloíse, una mujer hermosa de cabello negro, ojos profundos, grises como un día nuboso, corazón noble, pero con una vida miserable, al morir su madre, Eloíse es obligada a casarse a la mayoría de edad por su madrastra Karelin, la cual no soporta tenerla bajo su mismo techo, sus dos hermanastras se casan con el hombre de sus sueños, pero Eloíse debe casarse sin amor y sin recibir un cortejo como toda dama de la alta sociedad debería de recibirlo. Karelin se dedicó a buscar por todos lados al hombre con menos prestigio y malo del reino, sus amistades le aconsejaron cual sería el indicado, el duque Ciro, un hombre descrito como salvaje, malo y de poco prestigio por ser un heredero bastardo, el cual es buena opción para Eloíse, según karelin.
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Capítulo 07 Una novia sin boda
Eloíse
Me bajo del carruaje y veo un palacio pequeño, pero eso no me importa a mí, lo que tengo miedo es encontrarme a mí... Esposo, hasta eso suena extraño.
Ingreso a mi nuevo hogar y me siento extraña.
— Duquesa, me habla una sirvienta haciendo una reverencia.
— Hola. Digo sin más que agregar.
— La madre del duque, la duquesa Eliza, me ha informado que no desempaque nada, en un rato vendrán por usted y partirán a su nuevo hogar.
— Pero... ¿Acaso este lugar no será dónde viviré?
— No su majestad, este hogar es temporal, dónde la duquesa pasa tiempo en el pueblo, pero el palacio queda a una hora de acá, ese lugar será su nuevo hogar.
— Muy bien, Gracias.
Hace una reverencia y se marcha, entonces este lugar es una casa y no un palacio... interesante.
Al poco tiempo vienen por mí, los nervios aparecen.
— Su majestad, es hora de partir.
Asiento y me dirijo al carruaje, tomo asiento y las manos comienzan a temblarme de los nervios, respiro una y otra vez, todo estará bien me digo una y otra vez, veo el camino y parece que el lugar queda entre montañas.
¿Cómo será el duque? ¿Será un viejo amargado?
Estoy perdida en mis pensamientos que no siento el camino hasta qué…
— Hemos llegado su majestad. El corazón me late a mil.
Me abren la puerta y bajo, pero...me quedo asombrada.
wooo esto es más que un palacio.

Al ver hacia la entrada, veo a bastantes sirvientes en fila.
— Bienvenida duquesa a su hogar. Dicen todos en coro.
Los nervios aparecen y no sé ni que decir, simplemente asiento y comienzo a ingresar.
Los nervios se hacen presente, hoy conoceré al duque y ¿qué pensará de mí?
— Buenas tardes. Habla una señora.
— Muy buenas tardes, es un gusto, usted es...
— Yo soy Eliza, la madre del duque Ciro.
— Ah, mucho gusto duquesa, es un gusto conocerla, me llama Eloíse De Winter.
— La hija del gran Emperador, es un gusto que seas mi nuera.
Las mejillas se me ponen Rojas al instante.
— El gusto es mío.
— Eres muy hermosa Eloíse, cualquiera hubiera estado satisfecho contigo.
— Muchas gracias duquesa y... ¿Dónde sé encuentra el duque? Pregunto nerviosa.
— Tu esposo aún anda de viaje, pero regresará en estos días, mientras tanto te mostraré tu alcoba.
Asiento y sigo a la duquesa hasta dónde ella me indica.
Abre las puertas de una enorme recámara, me quedo sorprendida por lo hermosa que es.
— La he preparado especialmente para los duques.
El comentario me causa escalofríos, ¿cómo será dormir con un hombre?
— Muchas gracias duquesa.
— Yo estaré una temporada acá con ustedes, por si necesitas ayuda con los deberes de una duquesa.
— Claro, le agradecería que me enseñara cosas de lo que debo hacer.
— Lo sé, es por eso que me quedaré, usualmente son seis meses de preparación, pero no te preocupes, yo te ayudaré en todo.
— Se lo agradecería mucho.
— ¡Claro, no te preocupes... Ahora te dejo sola para que puedas arreglar todas tus cosas.
— Gracias duquesa.
Desempaco mis cosas y las acomodó a mi gusto, la tarde se me pasa completa, una sonrisa sale de mi rostro al sentir paz, veo que la puerta está cerrada y me lanzo en la enorme cama, yo tenía una linda cama, pero esta... Esta es supergrande y muy cómoda.
Al llegar la noche bajo a cenar, con pena me siento.
— Me alegra que bajarás, espero disfrutes de tu cena.
— Gracias duquesa.
Comienzo con el Pavo, luego con la ensalada que me sirvieron, de modales sé perfectamente, pero de como ser una esposa... Eso no lo sé.
Al terminar doy las gracias y me encaminó a mi alcoba, me lanzó a la enorme cama sumamente feliz.
Los días transcurren y Eliza me ayuda bastante a comprender que debo hacer con respecto a los informes, me da consejos de que una vez al mes debo ir al pueblo más cercano, para conocer como se encuentran los habitantes, eso hace que se gane más respeto. También me enseña cuanto sueldo ganan los empleados del palacio.
Al final del día termino agotada, así que me doy una ducha larga y me voy a la cama, comienzo a leer los libros que mamá me daba, al final del libro se casan y tienen hijos. Me quedo pensando... ¿Cómo se harán los hijos?
Cierro el libro y no le tomo importancia, me encojo de hombros, de seguro hay una guía para saber sobre como hacer un hijo.
Dejo de pensar en eso y me dedico a dormir.
Estoy profundamente dormida cuando escucho ruidos. Intento abrir los ojos cuando...
— Ahhh, grito. ¿Quién es usted?
El hombre de dos metros voltea a verme.
— ¿Pero qué diablos haces en mi cama zorra?
— Yo no soy ninguna zorra.
— Las concubinas son eso, ahora lárgate.
— ¿Quién es usted?
— ¡Acaso no entiendes o has venido a matarme! Se acerca rápidamente a la cama sacándome de un tiro. Las velas que se encontraban en la mesa de noche se caen apagándose. Me lanza con fuerza al suelo.
— Pero... ¿Qué hace?
Vuelve a tomarme bruscamente, pero está vez del cuello.
— No lo volveré a repetir. ¿Quién eres?
— Yo.... Yo soy... La esposa del duque. Apenas logró hablar por la presión que ejerció.
— ¿La esposa de quien?
— Del duque Ciro. Logro que me suelte de su agarre.
Caigo al suelo tosiendo, me sujeta del cuello.
— Eres una mentirosa y es por eso que serás decapitada por intrusa.
Me toma del cabello fuertemente y me pone de pie,
— Ahora verás lo que tus mentiras causan.Ya una vez intentaron matarme, ya no volverá a suceder, lo dice atropellándome en la pared.
Mi rostro arde, creo que si no morí en el palacio de mi padre, moriré acá.
— ¡Hijo, detente! ¿Pero qué haces?
— ¡Que crees, voy a matar a esta intrusa!
— ¡Ella no es una intrusa, ella es tu esposa!
— Pero...¿Que dices?
Me suelta y caigo al suelo, acaso me casé con alguien que no sabía de nuestra unión.
A ponerse las pilas porque después viene otro y la conquista