Debido a un accidente, el esposo Omega del presidente Alfa, dió a luz y quedó en estado vegetativo.
El Alfa destinado del Omega que estaba en coma hace 12 años, de repente despertó.
_ Nada es más honorable que ser un Alfa Fuerte, inteligente y guapo. Soy un Alfa que ha estado en estado vegetativo durante doce años, he despertado con un gran secreto
_ ¿Cuál será? ┐( ˘_˘)┌
_ ¿Quieres saberlo?¯\_(ツ)_/¯
>•<•>•< Ven a leer >•<•>•
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Capitulo 22
Al siguiente día:
El cielo estaba cubierto de nubes grises cuando los amigos y familiares de Hudson y Abel se reunieron en el pequeño cementerio a las afueras de la ciudad. Era un día sombrío, pero la atmósfera estaba impregnada de amor y respeto. Abel, un Omega querido por todos, había sido desconectado tras una larga batalla con su estado. Su cuerpo sería incinerado, y sus seres queridos querían darle un último adiós.
En un rincón del cementerio, un grupo reducido de personas se reunió alrededor de una pequeña ceremonia improvisada. Entre ellos estaban los miembros de la empresa, un tío de Abel, Alejandro, el hermano menor de Hudson, Edinson y Diego su tio, los dos tenían poco familiares. Todos miraban con tristeza el ataúd sencillo que contenía el cuerpo de Abel.
—No puedo creer que estemos aquí —dijo Edinson, con voz temblorosa—. Era tan joven… Tan lleno de vida —El se llevaba bien con Abel, a pesar de vivir en otro país.
Alejandro asintió con la cabeza, limpiándose una lágrima que se escapaba por su mejilla.
—Siempre pensé que habría más tiempo… Nunca imaginé que terminaría así.
Diego se acercó a Alejandro y le dio una palmadita en la espalda.
—Él siempre nos decía que la vida era impredecible. A veces siento que no lo escuchamos lo suficiente.
—Sí —respondió Alejandro, mirando al ataúd—. Recuerdo cuando nos hablaba sobre sus sueños y cómo quería marcar la diferencia en el mundo. Nunca dejó de luchar por lo que creía.
La ceremonia comenzó con un pequeño discurso del sacerdote, quien habló sobre la importancia de celebrar la vida y recordar los momentos felices que compartieron juntos.
Abel sintió que las palabras resonaban en su corazón.
—Abel siempre sabía cómo hacernos reír —murmuró Alejandro—. ¿Recuerdas aquella vez en la que organizó esa fiesta sorpresa para tu cumpleaños?.
Edinson sonrió a pesar del dolor.
—¡Cómo olvidarlo! Se disfrazó de payaso y casi nos da un infarto al entrar por la puerta gritando. Fue épico.
Hudson soltó una risa suave, recordando ese momento tan especial.
—Siempre supo cómo hacer que cada ocasión fuera memorable — mirando a Abel en el cuerpo de Daniel.
Cuando el sacerdote terminó su discurso, invitó a quienes desearan compartir algo sobre Abel a acercarse al micrófono. Diego miró a Alejandro y le dio un ligero empujón.
—Ve tú primero —sugirió Diego—. Siempre tuviste una conexión especial con él.
Alejandro respiró hondo y se acercó al micrófono. Miró a todos los presentes y sintió cómo su corazón latía con fuerza.
—Hola a todos… Soy Alejandro, el tío de Abel—comenzó, con voz entrecortada—. Es difícil encontrar las palabras adecuadas en un momento como este, pero quiero recordar lo increíble que era. Su risa iluminaba cualquier habitación; siempre tenía una broma lista para sacarnos una sonrisa.
Las lágrimas empezaron a caer de abel. Nunca pensó que asistirá a su propio funeral.
Luego fue el turno de Edinson:
—Él me enseñó a ser valiente y a nunca rendirme ante mis sueños. Siempre decía "La vida es demasiado corta para no vivirla plenamente". Y tenía razón… Lo extraño tanto…
Abel observaba desde el fondo, sintiendo orgullo por su cuñado mientras él compartía recuerdos tan entrañables. Cuando él terminó, recibió abrazos cálidos de quienes estaban presentes.
Luego fue el turno de Diego. Se acercó al micrófono con una mezcla de nerviosismo y determinación.
—Hola… Soy Diego, el tío de Hudson —dijo, temblando ligeramente—. Quiero compartir algo sobre mi sobrino político. Siempre pensé que era invencible; tenía esa chispa en él… Esa capacidad para ver lo bueno en todo —Se detuvo por un momento para recomponerse antes de seguir: —Nunca olvidaré cómo me apoyó cuando me sentí perdido, siempre estaba ahí para darme consejos y motivarme a seguir adelante —Mirando hacia el ataúd, Diego añadió —Te prometo que seguiré luchando como tú lo hiciste; te llevaré conmigo cada paso del camino.
La ceremonia continuó con algunas canciones favoritas de Abel sonando suavemente mientras sus amigos y familiares compartían anécdotas entrañables entre sí. Las risas se mezclaban con las lágrimas; era un recordatorio de que la vida sigue adelante incluso en los momentos más difíciles.
Finalmente, llegó el momento más difícil: la incineración. Todos se reunieron alrededor del crematorio mientras se preparaban para despedir a Abel por última vez.
Hudson tomó la mano de Abel (el alfa) fuertemente mientras observaban cómo el ataúd comenzaba a ser introducido en el horno crematorio.
—Esto es tan duro… No sé si puedo soportarlo —murmuró Abel entre lágrimas.
Hudson apretó su mano aún más fuerte.
—Estamos juntos en esto… Daniel querría que celebráramos la vida, no solo su muerte. Cuabdonesto termine podrás llorar a gusto
en casa.
Abel (el alfa) asintió lentamente mientras sus ojos no dejaban de mirar hacia adelante; sabía que debía ser fuertes por Hudson y los niños. En ese momento, ambos cerraron los ojos y pronunciaron unas palabras en silencio como si estuvieran haciendo una promesa eterna a Daniel.
El sonido del mecanismo resonaba mientras el ataúd desaparecía lentamente entre las llamas; cada crepitar representaba un recuerdo vivido junto a él: risas compartidas, aventuras inolvidables y momentos sencillos, pero significativos.
Cuando finalmente se cerraron las puertas del crematorio, Abel sintió un vacío abrumador en su pecho; sin embargo, también había una sensación reconfortante al saber que Daniel siempre viviría en sus corazones.
Después de unos momentos difíciles, Hudson rompió el silencio.
—Siempre estará con nosotros… En cada rayo de sol y cada estrella brillante en el cielo.
Abel (el Alfa) sonrió débilmente mientras secaba sus lágrimas.
—Sí… Y estoy seguro de que desde donde esté nos está cuidando y riendo con nosotros ahora mismo.
Se abrazaron fuertemente mientras otros amigos se acercaban para ofrecer sus condolencias y compartir recuerdos sobre Abel (el Omega); juntos formaron un círculo donde la tristezas comenzaron a entrelazarse nuevamente junto con las lágrimas.
A medida que se alejaban del crematorio, Abel (el alfa) tomó la mano de Hudson otra vez.
—Hagamos algo especial para recordarlo; quizás una cena o una reunión donde todos podamos compartir historias divertidas sobre él… Sería bonito mantener viva su memoria así.
Abel hablaba sobre Daniel.
Hudson sonrió ante la idea.
—Me encanta… Sería como tenerlo presente siempre entre nosotros; celebrando lanueva oportunidad que nos dió.
Ambos caminaron juntos hacia la salida, el cielo estaba grisáceo, pero lleno de esperanza; sabían que aunque Daniel ya no estuviera físicamente allí, su luz seguiría brillando eternamente en sus corazones y recuerdos compartidos. El los apoyo hasta el final para que fueran felices juntos.