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MI ESPOSO ES UN CEO

MI ESPOSO ES UN CEO

Status: En proceso
Genre:CEO / Arrogante / Amor-odio / Cambio de Imagen / Casada con el millonario / Jefe en problemas
Popularitas:80.1k
Nilai: 5
nombre de autor: Mar

Camilo Quintero es un hombre arrogante, que no tiene reparos en hacer sentir mal a los demás. No cree en el amor y se niega rotundamente a casarse. Sin embargo, su vida da un giro inesperado cuando su abuelo lo destituye del cargo de CEO, le quita todas las tarjetas de crédito, su dinero y le da un año para que consiga un trabajo digno y cambie su forma de ser.

En medio de su nueva realidad, Camilo conoce a Lucía Fernández, una joven humilde, sencilla y amorosa, todo lo contrario a él. Por circunstancias del destino, terminan conviviendo juntos y, poco a poco, se enamoran. Sin embargo, la familia de Lucía no lo acepta, convencida de que su hija merece a alguien mejor y no a un “bueno para nada” como Camilo.

NovelToon tiene autorización de Mar para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

CAPITULO 18

Han pasado algunos meses desde que Camilo y Lucía comenzaron su nueva rutina laboral, pero en la pensión donde siempre han vivido, todo sigue exactamente igual. Las mismas puertas que rechinan, los mismos vecinos curiosos del pasillo, el mismo gato callejero que maúlla en la madrugada y, por supuesto, los mismos despertares con el sol colándose entre las cortinas de flores descoloridas.

Esa mañana, como todas, el despertador sonó puntual a las 6:30 a. m., aunque parecía que solo Lucía lo escuchaba. Camilo apenas se movió. Entre las sábanas revueltas, su figura parecía la de un náufrago aferrado a una tabla en medio de la tormenta.

—Buenos días, mi amor —saludó Camilo con voz ronca, aún más dormido que despierto.

Lucía, ya medio vestida y peinada, se inclinó sobre él con una sonrisa y le dio un beso suave en la mejilla.

—¡Levántate, perezoso! —contestó con tono cariñoso, mientras le acariciaba el cabello.

—No quiero… —refunfuñó Camilo, arrastrando las palabras con dramatismo, como un niño al que obligan a ir al colegio. Se dio la vuelta y se volvió a arropar, cubriéndose hasta la cabeza con las cobijas como si pudiera esconderse del mundo.

Lucía soltó una carcajada y, resignada, se metió de nuevo en la cama por un momento. Lo abrazó por la espalda y comenzó a darle besos por todo el cuello y la cara.

—Parece un bebé, mi amor… haciendo berrinche —dijo entre risas, mientras lo apretaba con cariño—. Si no nos levantamos en cinco minutos, vamos a llegar tarde al trabajo. Y recuerda que ya nos dieron una advertencia. Nos pueden despedir, ¿te acuerdas?

Camilo hizo un sonido similar a un gruñido, entre rendido y fastidiado.

—Está bien… me voy a bañar entonces —murmuró al fin, levantándose con la lentitud de quien carga el mundo sobre los hombros.

Caminó hacia el baño arrastrando los pies, como si fueran de plomo. Lucía lo siguió con la mirada, divertida por su drama.

—Amor, mientras te arreglas, voy a preparar el desayuno. También haré algo rápido para llevar de almuerzo —anunció mientras se dirigía al pequeño espacio donde estaba la cocina común de la pensión.

La pensión tenía una cocina grande y compartida con otros inquilinos, pero a esa hora casi nadie la usaba. Al entrar, el aroma a café y arepas recién hechas ya invadía el ambiente. En la mesa estaban, Lucrecia, y la inconfundible abuela Angie, ambas en plena charla de madrugada, con la tetera humeando entre ellas.

—Buenos días, abuela… mamá —saludó Lucía con tono alegre.

—¡Buenos días, mi niña! —respondió Lucrecia, hojeando una revista de chismes, sin despegarse de su taza.

La abuela Angie, con su clásica bata floreada, rulos gigantes y una chancla en la mano como si fuera una extensión de su cuerpo, no tardó en soltar su comentario diario.

—¿Y el inútil de tu marido? —exclamó con una sonrisa burlona—. ¿Sigue batallando con las cobijas o ya ganó la pelea?

Lucía soltó una carcajada.

—Abuela…

—Ay, mijita, ese Camilo parece un tamal mal amarrado en las mañanas… ¡todo envuelto y echando vapor! Si yo fuera tú, le echo una cubeta de agua helada. Mira que eso revive hasta los muertos —dijo entre risas mientras removía el café—. Aunque claro, con lo tieso que amanece, uno pensaría que está en estado de hibernación. ¡Ese muchacho duerme más que perro de portón viejo!

Lucrecia suspiró.

—Mamá, no molestes tanto a Camilo…

—¿Molestar? ¡Si yo lo quiero! Solo que a veces me dan ganas de revisarle el pulso. Un día de estos me voy a sentar al borde de la cama con un espejo, ¡para ver si todavía respira!

Lucía ya no podía aguantar la risa. Su abuela tenía el arte de la comedia en los huesos.

—¡Pobrecito! Si lo escuchara…

—¿Pobrecito? ¡Él debería pagarme por hacerlo famoso! Si yo tuviera redes sociales, ese sería mi contenido diario Crónicas de un dormilón casero y de paso es un gran inútil. ¡Me hago viral en una semana!.

Lucrecia y Lucía soltaron una carcajada, sin poder contenerse ante la imprudencia de Angie. Esa abuela no tenía filtro y siempre decía lo primero que se le pasaba por la cabeza. La cocina seguia impregnada del aroma del café recién colado y las arepas seguían asandose en la plancha.

En ese momento, Camilo entró en la cocina ya vestido y peinado, con la camisa bien planchada y la sonrisa fresca.

—Buenos días, bellezas de mujeres —saludó con galantería, caminando con paso despreocupado hasta la mesa. Se sentó como si fuera el dueño del lugar.

Angie lo escaneó de arriba abajo con descaro, mientras untaba un poco de mantequilla a su arepa.

—Veo que se bañó rápido... —dijo, alzando una ceja con picardía y una sonrisa que no sabía si era dulce o peligrosa.

Camilo rió bajito, mirándola de reojo.

—Sí, el agua estaba caliente, Angisita. Así da gusto ducharse —respondió con una sonrisa encantadora, de esas que ya eran una marca registrada en él.

—Mmm... —musitó Angie, acercando la arepa a su boca sin quitarle los ojos de encima—. Yo dudo que se haya bañado... Huele muy bien, sí, pero uno no puede confiarse... A lo mejor se echó colonia nomás... —hizo una mueca graciosa, arrugando la nariz, que provocó otra ronda de carcajadas.

Lucía casi se atraganta con el jugo de naranja, y Lucrecia le dio unos golpecitos en la espalda mientras reía sin parar.

—Ay abuela, tú no cambiás —dijo Lucía entre risas.

—¿Y para qué cambiar, si así soy perfecta? —replicó Angie con falsa modestia, guiñándole un ojo a Camilo, que se limitó a sacudir la cabeza y sonreír mientras se servía una taza de café.

—Con esa lengua filuda tuya, algún día vas a espantar hasta al cartero —bromeó Lucrecia, señalando a su mamá con la cuchara.

—Eso sí... menos a Camilo, que le encanta que lo moleste —dijo Angie, lanzando una mirada cómplice.

—Yo no me dejo provocar fácil —respondió él con tono desafiante, pero con una sonrisa traviesa que decía todo lo contrario.

—No te preocupes, tarde o temprano vas a caer —soltó Angie, mientras mordía su arepa como si fuera la cosa más inocente del mundo.

Cuando terminaron de desayunar, el reloj ya les pisaba los talones.

—¡Lucía, corre que ya va a pasar el bus! —gritó Camilo, saliendo con la mochila al hombro.

—¡Voy, voy! —respondió ella, tomando su bolso y corriendo tras él.

Ambos salieron de la pensión casi volando, como ya era costumbre, esquivando a los vendedores ambulantes que empezaban a instalarse en la esquina.

Desde la puerta, Angie los miró con las manos en la cintura y una sonrisita juguetona.

—Ahí van los tortolitos del turno de la mañana... aunque uno de ellos todavía me debe una ducha de verdad —dijo en voz alta, como si hablara sola, pero sabiendo perfectamente que Camilo la había escuchado.

Él volteó la cabeza un segundo antes de cruzar la calle y, sin dejar de correr, le gritó.

—¡Hoy me baño otra vez, solo por ti, Angisita!

—¡Eso espero, que no se te note lo cochino! —le devolvió el grito ella, echándose a reír mientras Lucrecia y Lucía la miraban entre divertidas y escandalizadas por lo que dijo Angie.

—Ay Dios mío, mamá... —susurró Lucrecia, llevándose las manos a la cabeza—. Un día va a hacer que a ese muchacho se le caigan los pantalones del susto.

—O de ganas —agregó Angie, dejando a Lucrecia con la boca abierta mientras se servía otra taza de café como si nada...

Continuara ...

1
😈 Diablita 😈
Más capítulos escritora
Lety
Nooooo eres un total desastre Camilo 🤦🤦🤦
Lety
Más salado no podía ser Camilo 😂😂😂😂😂
Lety
Mira los dos abuelos resultaron compinches😂😂😂😂😂😂😂para molestar a Camilo 😂😂😂😂😂
Lety
Ajá 🤭🤭🤭🤭con que es la amiga del abuelo 😂😂😂😂😂se paso el viejito para hacerle la vida imposible al pobre de Camilo 😂😂😂😂😂😂😂
Lety
Con que el abuelo sabe todo de Camilo 🤔🤭🤭🤭🤭🤭
Lety
Ya ni respeta 😂😂😂😂😂😂parece su sombra de Camilo 🤣🤣🤣🤣🤣🤣🤣🤣🤣🤣
Lety
😂😂😂😂😂😂😂😂😂
Alba Rosa Jimenez Puyosa
muy buena novela todos se tardaron poco a poco ya se van a encontrar es otra que Camilo va a hacer Alianza en los negocios con Lucía
𝓐𝓷𝓰𝓲𝓮 𝓭𝓮 𝓢𝓾𝓪𝔃𝓪 🦋
Jajajaja en pocas palabras tiene cara de zombie 🧟‍♀️
Maria Elena Martinez Lazaro
Lo sospeche desde un principio que la persona que le había terminado a Octavio era Hanna
Y@d3
3 semanas mi inútil bello para que te encuentres con Lucia y sepas que vas hacer papá 🥳🥳🥳😍
Y@d3
cllaaaarooooi que puedes ir cuando quieras... podrías irte lo más pronto posible gracias
Y@d3
jajajaja jajaja ay no la abuela Angie de verdad que es única 😅 😂😂... bueno abuela UD cómo no es nada inútil, pero un poquito salía digo sincera psss váyase o llame a sus amigos Bernardo y Anastasia y dígale que serán abuelos para que ayuden a decirle a Camilo ñ. él se tiene que enterar. o Hanna UD llame al padre de su criatura él merece saber que será papá.
Marcela Lopez
genial
Marcela Lopez
la abuela es tenas mapache atropellado 🤣🤣
mariela
Eran muchos y ahora llegarán dos bebés Angie siempre con sus ocurrencias pero vaya sorpresa que se llevarán cuando aparezca Alirio Montenegro para saber la verdad del porque Lucrecia desapareció y no dijo nada sobre su embarazo y Hanna tendrá que decirle a Lucia el nombre del padre de su hijo y seguirán las sorpresas.
🇻🇪 Liss
uy cuidado y si cuñada se le antoja tener algo con usted
Patricia Salazar
Es sólo un abrazo 🤦‍♀️ no hay que ser mal pensada 🤷‍♀️ Mili sabe que Lucía puede ser su hermana 😊 en su debido tiempo, todo la verdad se sabrá .
Gracias Mar por la maratón 😘😘😘
Patricia Salazar
Ohhh Camilo, que hiciste 🙈 es verdad lo que dicen 🤷‍♀️ cuándo uno está adolorido, en el momento 😞 no ve, las estupideces que cometemos 😭😭😭
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