Un Último Deseo

Capítulo 22:

En la casa, el ambiente estaba teñido de un cansancio palpable. La noche, que prometía ser divertida y sin preocupaciones, había resultado en un cúmulo de frustraciones y decepciones. Lucas se dejó caer en el sofá con un suspiro dramático, estirando los brazos sobre su cabeza antes de cruzarlos sobre su pecho.

—¡Qué pérdida de tiempo!— exclamó, mirando el techo con frustración. Su tono reflejaba el fastidio que sentía— Pensé que la noche iba a ser divertida, que iba a terminar en la cama con esa chica y todo terminó siendo un desastre.

Ethan, quien había ido directamente a la cocina, se apoyó contra la encimera mientras bebía un vaso de agua fría. Se tomó su tiempo antes de responder, dejando que el líquido refrescara su garganta antes de pronunciarse.

— ¿Un desastre?— intervino con escepticismo— Yo lo llamaría un aburrimiento monumental y decepcionante. Esas chicas eran insoportables.

Lucas bufó, girando la cabeza para mirarlo con incredulidad.

— Claro, tú lo puedes decir porque no tenías a una chica atractiva sentada en tu regazo, dispuesta a pasar la noche contigo.

Ethan arqueó una ceja con una expresión burlona.

— No creo que esa chica estuviera interesada en ti como persona, Lucas. Parecía más interesada en que pagaras sus copas y en manosearte.

Lucas rodó los ojos y dejó escapar una risa sarcástica.

— ¡Pero esa era la idea!— protestó, agarrando un cojín del sofá y lanzándoselo a Ethan, quien lo atrapó con facilidad— No todos somos como tú, Ethan, con tus principios y tu perfección moral.

Ethan sonrió con sarcasmo, dejando el cojín sobre la encimera.

— Lo que tú llamas “principios”, yo lo llamo tener buen gusto.

Mientras los dos amigos intercambiaban comentarios en tono ligero, Alexander permanecía en silencio, sentado en un sillón cercano. Sus codos descansaban sobre sus rodillas y su mirada estaba fija en un punto indeterminado de la pared. A diferencia de sus amigos, su mente estaba atrapada en lo que había ocurrido esa noche. Aunque no precisamente mientras estaban con las chicas en cuestión. No había dicho una sola palabra desde que regresaron, su expresión lo delataba.

Ethan notó el comportamiento de Alexander y frunció ligeramente el ceño. Algo no estaba bien. Dejó de lado la conversación con Lucas y dirigió su atención hacia él.

— ¿Y tú, Alex?— preguntó, acercándose un poco. —Has estado muy callado desde que volvimos. ¿Todo bien?

Alexander tardó unos segundos en reaccionar, como si la voz de Ethan apenas hubiera logrado atravesar la niebla de sus pensamientos. Finalmente, levantó la mirada, aunque su expresión seguía distante.

— Sí, estoy bien —respondió con voz apagada.

Ethan no le creyó ni por un segundo.

—No lo parece —replicó, cruzando los brazos sobre su pecho— Algo te está rondando la cabeza.

Antes de que Alexander pudiera responder, Lucas se puso de pie con un bostezo exagerado.

— Bueno, caballeros, yo me voy a dormir. Al menos en mis sueños podré imaginarme cómo habría terminado la noche si ustedes no se hubieran empeñado en dejar a las chicas.

Ethan rodó los ojos mientras Lucas desaparecía en su habitación, cerrando la puerta tras él. Ahora que estaban solos, volvió a enfocarse en Alexander.

— Ahora que estamos solo tú y yo— dijo en tono más serio— cuéntame qué está pasando.

Alexander vaciló por un momento. Parecía debatirse entre hablar o guardar silencio. Sus dedos tamborileaban contra el apoyabrazos del sillón, reflejando su inquietud. Finalmente, se pasó una mano por el cabello, frustrado.

— Golpeé a alguien esta noche— confesó en voz baja.

Ethan lo miró con sorpresa, pero en lugar de interrumpirlo, esperó pacientemente a que continuara.

— Cuando bajé del auto en el bar…— Alexander hizo una pausa, intentando organizar sus pensamientos— fui a la parte trasera para ver si conseguíamos esas botellas que las chicas querían. Pero cuando llegué, escuché voces.

Ethan notó cómo la mandíbula de Alexander se tensaba ligeramente al recordar lo sucedido.

— Una mujer estaba diciendo “déjame”, y un hombre…— se interrumpió por un instante, cerrando los ojos mientras una sombra cruzaba su rostro— Un hombre estaba acosándola.

Ethan sintió un escalofrío recorrerle la espalda.

— ¿Y qué hiciste?

Alexander dejó escapar un suspiro, bajando la vista a sus propias manos.

— No pensé— admitió— Simplemente me acerqué y lo golpeé. Lo aparté de ella. No podía dejar que ese sujeto la lastimara...

El silencio se instaló entre ellos por unos segundos. Ethan observó a su amigo, analizando cada detalle de su postura: los puños ligeramente cerrados, la tensión en su cuello, la forma en que sus ojos reflejaban algo más que simple enojo.

— Hiciste lo correcto, Alex—dijo finalmente— Por lo que dices ese tipo se lo merecía.

Alexander dejó escapar una risa sin humor.

— Eso mismo pienso yo, tenía a la muchacha contra la pared y estaba siendo muy rudo— murmuró, frotándose la frente— Pero… nunca había estado en una situación así, Ethan. Siempre he tenido seguridad, siempre he estado rodeado de personas que se encargan de cualquier amenaza antes de que siquiera me acerque.

Ethan sonrió con ironía.

— ¡Bienvenido al mundo real! Aquí las cosas son diferentes, Alex. Pero eso no significa que no puedas cuidar de ti mismo, y menos aún de alguien que lo necesita.

Alexander asintió lentamente, aunque su expresión seguía reflejando inquietud.

— La chica estaba aterrorizada— continuó— Apenas pude preguntarle si estaba bien antes de que entrara de nuevo al bar. Ni siquiera sé su nombre.

Ethan detectó algo en el tono de Alexander. No era solo preocupación… era algo más profundo, una sensación que él mismo parecía estar intentando comprender.

— ¿Te preocupas por ella?

Alexander levantó la vista, sorprendido por la pregunta.

— Por supuesto— respondió rápidamente— Quiero decir… no es justo que alguien pase por algo así. Nunguna mujer debería tener que enfrentarse a ese tipo de cosas.

Ethan no dijo nada al principio, solo lo observó con una expresión pensativa. Finalmente, palmeó el hombro de Alexander.

— Descansa, Alex. Hiciste lo correcto, y estoy seguro de que esa chica también lo sabe y ha de estar muy agradecida por lo que hiciste por ella.

Alexander asintió, aunque su mirada seguía perdida en otro lugar. Mientras Ethan se dirigía a su habitación, Alexander permaneció en el sillón, atrapado en un torbellino de pensamientos.

Cerró los ojos y, por un instante, volvió a escuchar las palabras de aquella joven:

"¡Ya basta, te dije que me sueltes!"

Su respiración se volvió más profunda. La imagen de su rostro asustado seguía grabada en su mente, pero más aún, lo que recordaba con más claridad era el momento en que la miró a los ojos.

Eran hermosos...

Había algo en ellos.

Era algo que lo había marcado.

Suspiró, apoyando la cabeza contra el respaldo del sillón. Sabía que esa noche no sería fácil conciliar el sueño.

Y lo que más le inquietaba… era que no tenía idea de por qué.