Esther renace en un mundo mágico, donde antes era una villana condenada, pero cambiará su destino... a su manera...
El mundo mágico también incluye las novelas
1) Cambiaré tu historia
2) Una nueva vida para Lilith
3) La identidad secreta del duque
4) Revancha de época
5) Una asistente de otra vida
6) Ariadne una reencarnada diferente
7) Ahora soy una maga sanadora
8) La duquesa odia los clichés
9) Freya, renacida para luchar
10) Volver a vivir
11) Reviví para salvarte
12) Mi Héroe Malvado
13) Hazel elige ser feliz
14) Negocios con el destino
15) Las memorias de Arely
16) La Legión de las sombras y el Reesplandor del Chi
17) Quiero el divorcio
18) Una princesa sin fronteras
19) La noche inolvidable de la marquesa
** Todas novelas independientes **
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Un mes
Había pasado un mes desde la partida de Esther y Arturo no había recibido ni una sola carta. Cada día que pasaba sin noticias de ella se le hacía más largo, como si el tiempo se hubiera convertido en un recordatorio cruel de su ausencia. La recordaba constantemente: su voz, su forma de mirarlo con ironía cuando discutían, la manera en que llenaba los silencios con su risa o con una sola palabra que lo desarmaba.
Al principio se convenció de que ella escribiría pronto, de que no podría mantenerse lejos tanto tiempo sin dirigirse a él. Pero cuando la espera se prolongó, su impaciencia dio paso a la desconfianza. Arturo, con el corazón dividido entre orgullo y preocupación, terminó recurriendo a lo único que sabía hacer: mandar a investigar.
Pidió a sus hombres de confianza que siguieran los pasos de Esther. Necesitaba saber cómo estaba, aunque se juró a sí mismo que no era por celos, sino por cuidado. Sin embargo, en el fondo sabía que la verdad era más compleja: le dolía imaginar que ella estuviera bien… pero sin él.
Los informes comenzaron a llegar. Esther no solo estaba a salvo, sino que se veía radiante. Se encontraba ocupada en negocios que parecían prosperar, rodeada de personas que la escuchaban y respetaban. Arturo leyó cada detalle con una mezcla de alivio y celos ardientes. No había lágrimas en sus días, ni lamentos por su ausencia; al contrario, parecía haber encontrado fuerzas en su independencia.
Arturo cerró el último informe con un nudo en la garganta. Nunca había sentido tanta contradicción: quería verla, asegurarse de que esa sonrisa que describían los mensajeros era real… y al mismo tiempo deseaba que ella lo necesitara, que sintiera al menos una fracción de lo que él estaba sintiendo sin ella.
El último mes para Esther había sido un torbellino de emociones que se negaba a dejarla caer. Había noches en que, sola en su habitación, su mente buscaba la silueta de Arturo, recordaba sus gestos y hasta los silencios que compartían. Pero apenas esos pensamientos intentaban instalarse, ella misma se detenía en seco...
[Un hombre que dice no estar listo... no puede ser mi pareja]
Decidió entonces volcarse en su vida. Reuniones, cuentas, proyectos que antes parecían inalcanzables, ahora eran retos que la mantenían alerta y activa. Redescubrió que tenía talento para negociar, que sabía imponerse con firmeza cuando intentaban subestimarla, y que podía inspirar respeto sin necesidad de levantar la voz.
Aun le gustaba Arturo, lo sabía y no intentaba engañarse. Su recuerdo le provocaba un calor extraño en el pecho, una mezcla de dulzura y nostalgia. Pero también sabía algo con absoluta certeza: no pondría su vida en pausa esperando a que él decidiera qué sentía o qué quería. Esther se repetía que no era una santa, ni una villana, pero tampoco una tonta dispuesta a perderlo todo por un hombre que no estaba listo para enfrentar sus propios sentimientos.
Cada día que pasaba sin escribirle era una prueba de disciplina, de orgullo y de amor propio. No era indiferencia, era decisión. Su vida avanzaba, y ella se había prometido que jamás volvería a retroceder por alguien que no supiera caminar a su lado.