La Profecía Escarlata: El Despertar De La Magia

Mi corazón latía fuerte y rápido. Mi padre estaba frente a mi cruzado de brazos esperando a que abriera la boca. Su semblante serio y complexión me intimidaban aún más. Lo miré directamente a los ojos antes de tomar una gran cantidad de aire.

—Lo que diré no es fácil para mí, pero tampoco será fácil de escuchar — me tomé una pequeña pausa mientras formaba las palabras en mi cabeza.

—Tu silencio Adaria comienza a asustarme, habla de una vez, hija mía. 

Miré directo a esos brillantes ojos, Violeta, dentro de ellos se ocultaban miles de emociones cubiertas por un velo frío de necedad.

—Más cosas por aquí no han ido bien, me temo que nuestra madre y el bebé murieron— mi padre no tuvo ninguna reacción se quedó parado frente a mí con la vista perdida en algo y su rostro inexpresivo lo hacían ver perdido me acerqué y toque su hombro, pero se alejó de mí sentándose en una caja de madera 

—¿Cómo pasó?— Tenía sus codos apoyados sobre sus piernas y con sus manos sujetaba su cara, haciendo que su larga cabellera rojiza campera sobre su rostro, cubriéndolo por completo. 

—¿CÓMO PASÓ ADARIA? - Perdió por completo la cordura. Levantó la cabeza de sus manos y su rostro estaba completamente mojado por las lágrimas que habían estado callando de sus ahora tristes y apagados ojos.

— El bebé habría muerto varios días atrás, pero madre no lo notó porque estaba enfocada en la ceremonia de Remiro. El viaje hacia aquí fue largo, demasiado, y causó que el vientre de mi madre se lastimara por dentro.— Mi padre había vuelto a ocultar su rostro entre sus manos. 

— Sigue—, me ordeno aún con la cabeza baja

— El bebé estaba pudriéndose dentro de ella cuando su vientre se desgarró. Lo podrido entró en ella, causando que la infección corriera por su sangre, debilitándola. El día que me llevaste de caza, otro médico la revisó y le dio la mala noticia. Intentaron que pudiera pujar para sacarlo, pero ya era demasiado tarde, — podía sentir su tristeza.

De golpe se levantó golpeando y rompiendo todo a su paso. Su ira y tristeza lo estaban envolviendo poco paso, hasta que calmó su enojo y volvió a verme, esta vez con los ojos inyectados en sangre rojos por las saladas lágrimas. 

—Sigue—, no quito sus ojos de mí, esta vez me presto atención hasta los movimientos de mis manos.

—Ella se rindió, no quería pujar, solo se entregó a la oscuridad, no sufrió, ni lloro todo lo contrario. Su rostro estaba alegre feliz de saber que era un varón Sara y Lilian sostuvieron su mano hasta el último momento, Leidy Lilian mal llevó a la cripta para prepararla para la cremación una vez que lo hayamos hecho partir de nuevo a casa con ella y el bebe— mi padre asintió antes de pasar junto a mí y abrir la puerta detrás de mí. 

Cerrando la puerta de un fuerte golpe, le seguí por detrás viendo cómo corría por el comedor, alejándose de la mesa y yendo directo hacia las escaleras. Cuando salí de ahí, me volví a dirigir al centro de la habitación. Todos hablaban entre ellos sin prestarnos atención.

—¿Qué diablos crees que haces aquí Adaria?, Tú no tienes por qué estar aquí, eres una mujer y las mujeres no pueden hacer cosas de hombres ni mucho menos reinar, ja, ja, ja. Remiro estaba ebrio y eso sacaba su lado peor. No le di importancia, volteé mi vista hacia el frente. 

—¡SILENCIO! — Roan gritó tan fuerte que temblaron las paredes, todo el mundo quedó en silencio. Volteé mi cuerpo y me incliné agradeciéndole. 

Mis manos sudaban, mi corazón latía errático en mi pecho y mi respiración era entre cortada. Lágrimas, amenazaban con salir, pero apreté la mandíbula mientras miraba a cada hombre y niño en la habitación frente a mí. Pasé ambas manos delante de mí, podía oír cómo mis hermanos me hacían preguntas, pero era como si no pudiera oír nada más que mi corazón.

—La reina Herís, ha muerto, junto al pequeño príncipe en su vientre— El silencio inundó la habitación dejando a todos mirándose unos a otros Las lágrimas comenzaron a caer de mi rostro no las podía contener más voltee para mirar detrás de mí todos estaban impactados con la noticia en un estado de shock mire a Remiro quien hace unos momentos me gritaba.

— En la mañana será la ceremonia de fuego luego de eso volveré al palacio dorado con los pequeños y llenaré a madre y al bebé a la cripta devuelta a casa de donde jamás decimos salir— las palabras salieron a través de mis dientes apretados directos a los oídos de los presentes podía ver si tristeza, pero no iba a quedarme a verlos.

Levanté la parte delantera de mi vestido y salí con la espalda recta y cabeza alta, pero el rostro mojado por las lágrimas que corrían por él sin parar. Mis hermanos me siguieron en silencio junto a los Black, me detuve frente a la puerta de la cripta y la abrí, haciéndome a un costado para que ellos entraran.

Ninguno dijo nada, mirándome fijo al rostro todos se acomodaron en fila para entrar bajaron sus cabezas al pasar junto a mi y entraron en la habitación.

—Sé que no tiene ningún sentido decirlo ahora, pero lo siento tanto princesa, el norte la acompaña en su tristeza—. Roan se arrodilló frente a mí.

Le toqué el hombro, sin poder hablar por el fuerte nudo en mi garganta, solo asentí él y sus hijos se alejaron dejando que estemos solos. Entré en la cripta y podía oír el llanto de mi padre abrazando el cuerpo de mi madre mientras lloraba desconsoladamente al lado de mis hermanos. 

Decidí quedarme a un lado sin estorbarlos. Apoyada en la fría pared, los veía lamentarse y llorar a mi madre. Cubrí mi boca para no dejar escapar ningún sollozo, dejando que las lágrimas caigan sin detenerlas caían sin parar.