Sinopsis: En un mundo donde el amor se intercambia por fortuna, Isabella, una mujer atrapada en un matrimonio por conveniencia con un poderoso empresario, se enfrenta a un juego de intrigas y traiciones. Tras un escandaloso divorcio, decide tomar las riendas de su vida, descubriendo no solo su verdadera fortaleza, sino también el amor inesperado en la figura de Alejandro, el carismático rival de su exesposo.
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Capítulo 7: El Regreso de las Sombras
Isabella miró fijamente el coche que acababa de estacionarse frente a su casa. Mariana y Clara salían del vehículo con una elegancia calculada, como si hubieran planeado todo al milímetro. La angustia se apoderó de ella, y la confusión que la había invadido hasta ahora se transformó en un nudo pesado en el estómago.
¿Qué querían ahora?
Alejandro, al verlas llegar, dio un paso atrás. Su rostro se oscureció, y los músculos de su mandíbula se tensaron. Era evidente que no esperaba verlas. ¿Y por qué, de todas las personas, ellas habían aparecido ahora?
Isabella lo miró, sus ojos llenos de preguntas. ¿Qué estaba pasando realmente entre ellos? ¿Por qué había tanta tensión en el aire? No podía creer que, justo cuando parecía estar empezando a confiar en él, todo volviera a volverse turbio.
— ¿Qué hacen aquí? — preguntó Alejandro, su voz firme, pero con un dejo de irritación.
Mariana y Clara se miraron por un momento, como si estuvieran evaluando cómo abordar la situación. Luego, Mariana, la de ojos más fríos y calculadores, dio un paso al frente.
— ¿Qué crees, Alejandro? — dijo con tono despectivo, mirando a Isabella con una sonrisa que no llegaba a los ojos. — ¿Qué puedes olvidarnos así como así? Como si nunca hubieras sido nuestro?
Isabella dio un paso atrás, sorprendida por la agresividad de Mariana, pero antes de que pudiera reaccionar, Clara intervino, cruzando los brazos sobre su pecho con una actitud que rezumaba arrogancia.
— No vinimos a hacer una escena. — Su tono era venenoso, y su mirada, afilada como un cuchillo, se clavó en Isabella. — Solo venimos a hacerle un favor a tu corazón. Alejandro no es el hombre que crees que es.
Isabella sentía cómo el aire se volvía espeso y pesado. ¿De qué estaban hablando? ¿Por qué las cosas, que ya de por sí estaban complicadas, tenían que volverse aún más turbias?
Alejandro no dijo nada, solo las observaba, como si estuviera atrapado entre la rabia y el miedo. Sus ojos, que antes brillaban con dulzura, ahora reflejaban una especie de impotencia. Por fin, fue él quien rompió el silencio.
— Ya basta. — Su voz era grave, pero al mismo tiempo mostraba una mezcla de frustración y dolor. — Isabella, esto es algo que debería haber resuelto hace tiempo, y lamento mucho no haberte contado la verdad.
Isabella, ya harta de la situación, dio un paso al frente, interrumpiendo la conversación.
— ¿Qué está pasando aquí, Alejandro? — preguntó con voz firme, sin poder ocultar el miedo que comenzaba a tomar forma en su interior. — ¿Por qué estas mujeres están tan empeñadas en destruir lo que tenemos? ¿Qué les has hecho?
Las palabras de Isabella, llenas de angustia y rabia, resonaron en el aire. Mariana sonrió, y fue Clara quien volvió a hablar.
— No somos las malas, Isabella. — Su tono era más suave ahora, casi condescendiente. — Lo que pasa es que Alejandro no te ha contado todo. Él no te ha dicho lo que hizo, lo que ocurrió entre nosotras y lo que aún mantiene.
Isabella miró a Alejandro, buscando una explicación en sus ojos, pero él solo se quedó en silencio. Un silencio ensordecedor que la dejó más desconcertada aún. ¿Qué había ocurrido entre ellos?
Antes de que pudiera decir algo más, Mariana dio un paso hacia ella, con una sonrisa venenosa.
— Tú sabes, Isabella, que en el pasado Alejandro y yo tuvimos una relación. — Mariana habló con una frialdad que helaba la sangre. — Una relación intensa, que nunca terminó del todo. Estuve con él mucho tiempo. Y aunque tú creas que las cosas entre nosotros se terminaron, lo cierto es que no fue así.
Isabella se quedó en shock. ¿Estaba escuchando bien? El pasado de Alejandro comenzaba a tomar forma ante ella, y la idea de que él hubiera tenido una relación con Mariana antes de ella, una relación tan intensa, parecía cambiar todo lo que había creído hasta ahora. ¿Qué tan profunda había sido esa conexión? ¿Y por qué, después de tanto tiempo, todavía había tensiones entre ellos?
Alejandro, al escuchar a Mariana, finalmente reaccionó, aunque su voz no era más que un susurro lleno de desesperación.
— No, no lo entiendes. — Su mirada se encontró con la de Isabella, pero esta vez, su mirada no estaba llena de amor. Había algo más: miedo. — Mariana nunca dejó ir la relación. Yo lo intenté, pero ella… ella no lo aceptó. Y Clara fue parte de todo esto. Pero ya no hay nada, Isabella, te lo juro. No hay nada entre nosotras.
Pero la semilla de la duda ya estaba sembrada en el corazón de Isabella. ¿Cómo podía creerle? ¿Por qué esas mujeres parecían tan decididas a destruir lo que ella y Alejandro habían construido? Algo más había detrás de toda esta tormenta, y no estaba dispuesta a quedárselo para sí misma.
— ¿Por qué me estás diciendo todo esto ahora? — preguntó Isabella, su voz temblorosa pero firme. — ¿Por qué me haces sentir que estoy siendo manipulada?
Mariana, al ver que la situación no avanzaba como esperaba, levantó una ceja.
— Porque Alejandro tiene algo que te pertenece, y no lo sabe. — La revelación de Mariana cayó como una bomba en la conversación, y todos los ojos se volvieron hacia ella. — Algo que ni tú ni él han descubierto aún. Pero cuando lo hagan, todo cambiará.
Isabella se quedó paralizada. ¿Qué había dicho Mariana? Algo que le pertenecía a ella, algo que Alejandro no sabía. Pero… ¿Qué podría ser eso?
Antes de que pudiera hacer más preguntas, Mariana y Clara se dieron la vuelta, dejando a Isabella y a Alejandro en un estado de confusión absoluta.
— Esto no ha terminado, Alejandro. Y tú lo sabes. — Mariana lanzó una última mirada de amenaza antes de subirse al coche, seguida por Clara, quien también se fue sin decir una palabra más.
Isabella, en silencio, observó cómo el coche se alejaba. ¿Qué significaban esas palabras? ¿Qué estaba pasando realmente?
— ¿Qué te han dicho, Alejandro? — preguntó Isabella con la voz rota, mirando a su amado con una mezcla de dolor y desesperación.
Pero Alejandro no pudo responder de inmediato. El miedo, la angustia y los secretos del pasado lo estaban atrapando más que nunca.