Daniel, un joven curioso, intenta robar un libro misterioso, pero todo sale mal y, en lugar de escapar, es transportado a Nova, un mundo maldito cubierto por agua. La única forma de regresar a su mundo es salvar Nova de la maldición, pero no será fácil. Enfrentará a poderosos enemigos y luchará por sobrevivir, mientras descubre secretos sobre el mundo y su propia tripulación. Con un futuro incierto, Daniel deberá encontrar una manera de romper la maldición y regresar a su hogar, antes de que sea demasiado tarde.
NovelToon tiene autorización de Andrés JC para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Demasiado débil para ser capitán
El sol se ocultaba lentamente en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos rojos y naranjas. El viento, cargado de sal, azotaba el rostro de Daniel, quien estaba de pie, temblando ante la figura imponente de Zeus. El joven, con apenas 17 años, nunca imaginó que se encontraría en una situación como esta. Había sido transportado a este mundo desconocido y, por error, tomado el cuerpo de uno de los piratas más temidos de todos los mares: Steven, un hombre que había sido conocido como el portador de las sombras. El cuerpo de Steven era robusto y fuerte, pero el miedo que Daniel sentía en su interior lo paralizaba por completo. Nunca había peleado en su vida. En su mundo anterior, no era más que un joven común, y ahora, aquí, se encontraba frente a uno de los seres más poderosos que jamás hubiera imaginado.
Zeus, con una sonrisa burlona, avanzó hacia él, observando cada movimiento de Daniel con desdén.
-Patético, Steven -dijo Zeus, la voz cargada de desprecio-. Antes, era un honor llamarte capitán. Para mí, siempre fue un placer hacerlo. Pero ahora... ya no eres más que un fracasado, alguien que tiene miedo.
Daniel, incapaz de levantar la mirada, sintió cómo su corazón latía con fuerza en su pecho. Su respiración era rápida y agitada, y su cuerpo temblaba de forma incontrolable. Trató de hablar, de encontrar algo de valor en el cuerpo de Steven, pero las palabras no salían.
-Yo no soy Steven -dijo, con voz temblorosa-. Por favor, déjame ir. No haré nada más que lo moleste, señor.
Zeus no se inmutó ante sus palabras. Su presencia era aplastante, como una tormenta que se desataba sobre el océano. La atmósfera a su alrededor parecía cargarse de una energía oscura y peligrosa, y la presión sobre Daniel aumentaba con cada segundo que pasaba.
-¿Tienes miedo, capitán? -preguntó Zeus, con una sonrisa malévola-. ¿Acaso mi aura es tan grande que te hace temblar? Usa la tuya, capitán, y enfrentame. Démosle a este encuentro la batalla que me merezco.
Josh, que se encontraba observando a lo lejos, sentía que su respiración se aceleraba. La presión de la presencia de Zeus era tan abrumadora que ni siquiera podía moverse. Aunque estaba en el cuerpo del verdadero Naou, el aura de Zeus lo estaba aplastando, dejándolo sin fuerzas. Josh temía por su vida, pero al mismo tiempo, se sentía incapaz de hacer algo para ayudar a Daniel.
-Eres patético, Steven -continuó Zeus, como si disfrutara del sufrimiento de Daniel-. Antes, eras conocido como el portador de las sombras. Pero ahora... ¿qué eres? Un simple niño, que ni siquiera puede levantarse del suelo.
La humillación se filtraba en cada palabra de Zeus, y Daniel se sentía más pequeño con cada segundo que pasaba. Pero entonces, en medio de su desesperación, escuchó una voz familiar.
Capitán, no dejen que lo traten así -dijo Doria, acercándose a él con determinación-. Usted es fuerte. Yo confío en usted. ¡Demuestre quién manda aquí!
Doria se adelantó, intentando darle ánimos a Daniel, pero Zeus no estaba dispuesto a permitirlo. Con un grito de rabia, se lanzó contra ella, golpeándola con tal fuerza que la mandó a estrellarse contra una casa cercana. El ruido del impacto resonó en el aire, y Daniel, paralizado por el miedo, no sabía qué hacer.
-¡Doria! -gritó Daniel, viendo cómo la joven caía al suelo, dolorida por el impacto.
A pesar de la situación desesperada, algo en su interior despertó. Tal vez era el cuerpo de Steven, tal vez la responsabilidad de estar en su lugar, pero algo hizo que se levantara. Daniel no podía quedarse de brazos cruzados, no podía dejar que más personas sufrieran por su debilidad. Aunque no sabía cómo, sabía que tenía que hacer algo.
-¡Voy a detenerlo! -pensó Daniel, con determinación, mientras se lanzaba hacia Zeus con toda la fuerza que podía reunir.
Con un grito de rabia, Daniel golpeó el rostro de Zeus con todo su poder. El golpe resonó en el aire, y, aunque parecía débil en comparación con la fuerza de Zeus, logró desestabilizarlo momentáneamente.
Aprovechando el impulso, Daniel levantó el codo y lo estrelló contra el estómago de Zeus, tirándolo al suelo por un instante. El joven respiraba con dificultad, pero había hecho algo. Había reaccionado.
-¿Eso es lo único que tienes? -dijo Zeus, levantándose lentamente, sin mostrar signos de dolor-. No recordaba que fueras tan débil, capitán.
Daniel, aunque exhausto, no podía rendirse. Estaba allí para algo más grande. Su mente era un torbellino, pero las palabras de Doria resonaron en su mente.
-Si no hago nada... si no lucho... Steven nunca va a dejar de ser un chiste -pensó, sintiendo la presión de las expectativas que recaían sobre él.
En ese momento, Doria, levantándose del suelo con dificultad, activó su aura y se lanzó contra Zeus, derribándolo de nuevo. El poder de Doria era impresionante, y Zeus no pudo evitar ser lanzado al suelo por la fuerza del golpe.
-¡Ya está, capitán Steven! -exclamó Doria, con determinación-. Si no hago nada, seguirías bromeando.
Daniel intentó sonar despreocupado, pero en su interior aún se sentía inseguro.
-Estaba apunto de empezar, solo estaba calentando dijo, intentando mantener la compostura mientras observaba a Zeus, que ya se levantaba nuevamente.
Doria se acercó a Daniel, lo abrazó con fuerza, como si tratara de transferirle toda la confianza que sentía en él. El joven, sintiendo el peso de la responsabilidad, aceptó el gesto, aunque aún no estaba completamente seguro de lo que estaba haciendo.
-Capitán Steven-dijo Doria-, confío en usted. Sé que puede hacer más.
Josh, que había estado observando desde lejos, finalmente se acercó a Daniel y le susurró al oído:
-Creo que debemos dejar de fingir. No somos los verdaderos. Solo estamos en sus cuerpos. La verdad tiene que salir a la luz.
Daniel lo miró con incredulidad.
-¿Y si nos echan del barco? -respondió Daniel, sintiendo el peso de su situación-. No conocemos nada de este mundo. Si decimos la verdad, nos moriremos de hambre.
Josh suspiró, tocando su hombro con una leve sonrisa.
-Pero, si tú, el capitán Steven, no pudiste con alguien tan débil, y yo, el verdadero Naou, no pude soportar su aura, no puedo imaginar lo que nos va a pasar si nos encontramos con alguien más fuerte.
Con esas palabras, Josh se alejó, dejando a Daniel con más dudas que respuestas.
Más tarde, Daniel y su grupo se dirigieron al Consejo de los Siete Mares, donde debían entregar a Zeus. El camino hacia el consejo estaba cargado de tensión, y Daniel sentía que cada paso que daba lo acercaba más a un precipicio del que no podía escapar. En el camino, Zeus se acercó a él con una sonrisa en el rostro.
-Capitán Steven -dijo Zeus, en tono burlón-. Sé que no eres el verdadero. El verdadero Steven da miedo solo con mirarlo a los ojos. Tú, sin embargo, eres solo una sombra de lo que fue.
Daniel lo miró, sintiendo una mezcla de miedo y rabia.
-Soy solo un joven en el cuerpo de Steven -pensó, mientras trataba de mantener la compostura-. Pero no voy a dejar que me humille más.
Zeus, indiferente, continuó hablando mientras le entregaba una bolsa de monedas.
-Tome cinco millones de monedas de oro por la misión. Aunque sé que no lo mereces, aquí tienes, como recompensa por tu esfuerzo.
Con una última mirada, Zeus se alejó, dejando a Daniel con más preguntas que respuestas, mientras el peso de su mentira se hacía más pesado en su conciencia